/ jueves 13 de septiembre de 2018

La felicidad y la democracia

Alberto Jaume Torres*

Se ha hablado hasta el cansancio de la democracia y sus ventajas, del sistema o forma de vida en el que las decisiones se toman por la mayoría, pero respetando siempre a las minorías y escuchando a las minorías expertas en temas específicos.

La búsqueda de un sistema político, económico y social que resuelva todos los problemas y genere bienestar y justicia para todos, es como quien sistemáticamente busca la felicidad y no la encuentra.

La felicidad y la democracia son ideas o conceptos que pocos conocen, pero todo el mundo habla de ellos y tiene una opinión al respecto.

La felicidad se asocia a la alegría, al estar contentos, al gozo; a todos esos sentimientos que me hacen sentir muy bien y por tanto sentirme feliz. Sin embargo, no hay vida que tenga siempre esas situaciones perfectas (entendiendo la perfección como algo que cada quien desea) en las que lo que aparece en nuestras vidas, coincide con nuestra idea de aquello que tendría que ocurrir. Si ambas cosas coinciden, entonces decimos ser felices, pero si la realidad no coincide con nuestros deseos, entonces sufrimos y pensamos que tenemos mala suerte o que la vida no es justa, más aún que la vida o el Dios de cada quien, lo ha abandonado.

La felicidad está de moda en nuestro tiempo. Muchos padres de hoy quieren que sus hijos sean felices a toda costa, para ello buscan alejar todo dolor o sufrimiento de sus vidas; les procuran todo el tiempo y espacio; les cumplen todos sus deseos y tanto el padre como la madre, sacrifican todo por su felicidad. Empero, al parecer, este deseo no se está cumpliendo según lo planeado y muchos de estos niños se encuentran aburridos, frustrados y en muchos casos deprimidos por ese deseo de obtener la ansiada felicidad.

El dinero también, es una de las herramientas usadas en nuestro tiempo para procurarnos la ansiada felicidad, viajes por todo el mundo, coches, ropas, bolsos, cinturones, restaurantes, todos con precios francamente ridículos, pero se nos vende la idea de que, al poseerlos, finalmente obtendremos la felicidad…sin embargo, al obtenerlos, no parece que este hecho deje satisfecho a nadie (al menos no permanentemente) y la búsqueda continua.

Desde luego que la religión es otra de las fuentes históricas de la búsqueda de la felicidad, anteriormente en nuestro país solo parecía figurar la Iglesia Católica, pero últimamente otras formas de búsqueda de la felicidad han aparecido y, a juzgar por cómo está el mundo, podemos decir que tampoco han sido la respuesta a la necesidad de felicidad que tiene el hombre.

Podemos concluir entonces que todavía no existe nada que alguien haya encontrado para satisfacer a todos y que la búsqueda de la felicidad finalmente se detenga. Nada parece haber lo suficientemente contundente para frenar la búsqueda de la ansiada felicidad.

Y al hablar de democracia, parece que la búsqueda también es permanente, es un poco menos idílica y es probable que algunos escasos países reconozcan que viven en una democracia plena, los demás estamos siempre en su búsqueda.

Me parece que, para el caso de México, lo que nos hace falta es vivir en un pleno estado de derecho, en donde se respeten las leyes y el que las incumpla obtenga una sanción por ello.

No sea que nos pase como aquel pez que, nadando, le preguntaba a todo aquel animal que se encontraba dónde estaba el océano, pues él había escuchado que era el espacio maravilloso en donde se originaba la vida; un lugar que nadie conocía todas sus riquezas y profundidades; una maravilla inteligente que cuidaba el delicado equilibrio de las especies, en donde millones convivían en un espacio infinito, cuando un pulpo que iba pasando le dijo: “aquí donde estamos, es el mismísimo océano…y el pez no le creyó”.


*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03


Alberto Jaume Torres*

Se ha hablado hasta el cansancio de la democracia y sus ventajas, del sistema o forma de vida en el que las decisiones se toman por la mayoría, pero respetando siempre a las minorías y escuchando a las minorías expertas en temas específicos.

La búsqueda de un sistema político, económico y social que resuelva todos los problemas y genere bienestar y justicia para todos, es como quien sistemáticamente busca la felicidad y no la encuentra.

La felicidad y la democracia son ideas o conceptos que pocos conocen, pero todo el mundo habla de ellos y tiene una opinión al respecto.

La felicidad se asocia a la alegría, al estar contentos, al gozo; a todos esos sentimientos que me hacen sentir muy bien y por tanto sentirme feliz. Sin embargo, no hay vida que tenga siempre esas situaciones perfectas (entendiendo la perfección como algo que cada quien desea) en las que lo que aparece en nuestras vidas, coincide con nuestra idea de aquello que tendría que ocurrir. Si ambas cosas coinciden, entonces decimos ser felices, pero si la realidad no coincide con nuestros deseos, entonces sufrimos y pensamos que tenemos mala suerte o que la vida no es justa, más aún que la vida o el Dios de cada quien, lo ha abandonado.

La felicidad está de moda en nuestro tiempo. Muchos padres de hoy quieren que sus hijos sean felices a toda costa, para ello buscan alejar todo dolor o sufrimiento de sus vidas; les procuran todo el tiempo y espacio; les cumplen todos sus deseos y tanto el padre como la madre, sacrifican todo por su felicidad. Empero, al parecer, este deseo no se está cumpliendo según lo planeado y muchos de estos niños se encuentran aburridos, frustrados y en muchos casos deprimidos por ese deseo de obtener la ansiada felicidad.

El dinero también, es una de las herramientas usadas en nuestro tiempo para procurarnos la ansiada felicidad, viajes por todo el mundo, coches, ropas, bolsos, cinturones, restaurantes, todos con precios francamente ridículos, pero se nos vende la idea de que, al poseerlos, finalmente obtendremos la felicidad…sin embargo, al obtenerlos, no parece que este hecho deje satisfecho a nadie (al menos no permanentemente) y la búsqueda continua.

Desde luego que la religión es otra de las fuentes históricas de la búsqueda de la felicidad, anteriormente en nuestro país solo parecía figurar la Iglesia Católica, pero últimamente otras formas de búsqueda de la felicidad han aparecido y, a juzgar por cómo está el mundo, podemos decir que tampoco han sido la respuesta a la necesidad de felicidad que tiene el hombre.

Podemos concluir entonces que todavía no existe nada que alguien haya encontrado para satisfacer a todos y que la búsqueda de la felicidad finalmente se detenga. Nada parece haber lo suficientemente contundente para frenar la búsqueda de la ansiada felicidad.

Y al hablar de democracia, parece que la búsqueda también es permanente, es un poco menos idílica y es probable que algunos escasos países reconozcan que viven en una democracia plena, los demás estamos siempre en su búsqueda.

Me parece que, para el caso de México, lo que nos hace falta es vivir en un pleno estado de derecho, en donde se respeten las leyes y el que las incumpla obtenga una sanción por ello.

No sea que nos pase como aquel pez que, nadando, le preguntaba a todo aquel animal que se encontraba dónde estaba el océano, pues él había escuchado que era el espacio maravilloso en donde se originaba la vida; un lugar que nadie conocía todas sus riquezas y profundidades; una maravilla inteligente que cuidaba el delicado equilibrio de las especies, en donde millones convivían en un espacio infinito, cuando un pulpo que iba pasando le dijo: “aquí donde estamos, es el mismísimo océano…y el pez no le creyó”.


*Vocal Ejecutivo de la Junta Distrital 03