/ viernes 13 de julio de 2018

Propuestas

Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

François de la Rochefoucauld

Condicionado quizá por los enormes compromisos adquiridos en campaña, el virtual presidente electo ocupa, desde el resultado de las elecciones, los principales espacios en los medios de comunicación, evidenciando, hasta ahorita, en sus actividades, el interés por demostrar la autenticidad de sus palabras, partiendo con la designación de quienes lo acompañarán durante su periodo de gobierno; de igual manera ha hecho anuncios para desconcentrar las instituciones gubernamentales, llevándolas a diferentes lugares de la República. En este sentido, pareciera no existe nada nuevo, sus predecesores también hicieron muchos cambios, desde nomenclaturas -como la del IFE a INE- hasta la mutilación del escudo nacional; luego entonces, no son los cambios en sí mismos lo mejor, mejor será la consecución de los objetivos esperados.

Como una forma de continuar con el proceso de apropiación del Poder Ejecutivo, se han expresado una serie de propuestas, doce, según se dice, en cuyo contenido se factorizan las propuestas para lograr la tan anhelada transformación nacional, desde luego con la convocatoria y participación de los futuros diputados y senadores, responsables de cumplir, desde sus espacios legislativos, con la aprobación de las leyes respectivas.

En un superficial análisis de las propuestas, la interpretación, aunque subjetiva, sugiere la satisfacción del pueblo, señalándose expresamente el persistente empeño de acabar con la corrupción, derroche de los recursos públicos y el abuso del poder. En este sentido, se hizo referencia a la cancelación de las pensiones a los expresidentes, contrastándose con las raquíticas pensiones y los casi nulos beneficios asistenciales a los adultos mayores. Más allá de las palabras, con los hechos podrá afirmarse hasta entonces no ocurra lo contrario de compromisos cumplidos.

Sin la intención de parecer contradictorio, una vez lograda la mayoría en ambas cámaras por el partido ganador, tampoco puede soslayarse la posibilidad de caer en una tendencia presidencialista, y sobre todo detentando un poder absoluto; sería, una vez más, atentar con la verdadera democracia, dicho de otra manera, si bien es cierto que el poder puede acabar con el estado actual de las cosas, también las puede empeorar, cayendo en los excesos y las arbitrariedades. Ojalá no se tenga que atravesar por tales circunstancias.

En contrasentido, tampoco se puede evitar comentar sobre la posibilidad de fracturar internamente al grupo en el poder, atribuible a la envidia política de aquellos que no lograron alcanzar el lugar pretendido, considerándose por ello la posibilidad de actuar en contra de las decisiones de su jefe inmediato superior, es decir, del presidente; desde esta perspectiva puede decirse que mucho se ha visto sobre el incumplimiento y de la simulación por la envidia hacia los otros.

De lo sobresaliente en las propuestas se destaca, presumiblemente, la reducción de los salarios al cincuenta por ciento, en una acción de inicio en las percepciones de los legisladores, bajo el argumento usado en la plataforma política y en los discursos de campaña: nadie habrá ganar más que el presidente; por lo tanto, puede decirse que la austeridad puede ser cumplible. Se espera que esta acotación de los ingresos también alcance a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, abonando, con tamañas reducciones, al incremento a los salarios mínimos sin las posibilidades de provocar una inflación, como lo aseguran algunos de los que ya no tendrán más los privilegios del poder.

Para darle mayor sustento a este cambio -dígase reforma- los futuros legisladores han propuesto la reducción de las 92 comisiones que actualmente existen y a las que se les destinan ocho mil 600 millones de pesos anuales; esto implica, además, la revisión y modificación de la Ley Orgánica del Congreso; para darle sustento a todos los cambios ofrecidos en particular a este asunto de los salarios.

Cambiando el sentido de las ideas, también es importante considerar la propuesta relacionada a la educación a partir de la designación del futuro titular de la Secretaría de Educación Pública, quien en una primera declaración anunció la modificación a la reforma educativa, en particular a la Ley del Servicio Profesional Docente porque castiga a los maestros, así lo dijo, cambiando su enfoque hacia una mayor capacitación. Afirmó, además, que la evaluación docente tendrá continuidad pero sin consideración de la permanencia de los maestros en su trabajo.

En este planteamiento, vertido en una entrevista, también se aseguró que “negociarán” con los sindicatos para enfocarse en el aprendizaje de los niños; respecto de las ausencias de los maestros a sus labores, tendrán las sanciones correspondientes en cuanto al incumplimiento de sus obligaciones; también se mencionó que las plazas no se podrán heredar ni vender. En lo que respecta a la educación superior, refiere que ya se está negociando para que no haya rechazados, ajustándose a los criterios de admisión de las universidades. Entre líneas se puede entender, u observar, el cuidado de no generar otros compromisos a los pactados.

Hasta aquí todo parece indicar que las intenciones siguen siendo buenas, aunque aplicables hasta el inicio y posesión de los poderes Ejecutivo y Legislativo; mientras eso ocurre, algunos representantes de la actualidad y miembros del Congreso, en un mero acto de interés personal, carentes de toda ética, solicitaron su reincorporación una vez terminado el proceso electoral, con toda la intención de no perderse los dos meses de dieta pendientes, prestaciones y parte proporcional de aguinaldo, así como su fondo de ahorro, estimado en cerca de 900 mil pesos, más otros ingresos adicionales repartidos por la bancadas a las que pertenecen, incluidos algunos integrantes del partido a detentar oficialmente el poder.

Y bueno, como ocurre siempre que alguien va a estrenar un puesto o cargo, la emoción se desborda de diferentes maneras, unos festejan con grandes fiestas, otros se dedican a preparase para atender sus obligaciones, y otros buscan el refugio en quienes le pueden asesorar en su próximas tareas, haciendo con ello la evidencia de su ignorancia; esa es una parte de las que preocupan, el haber quedado en manos de personas inexpertas que tuvieron la fortuna de adherirse a un proyecto que los llevó a ganar sin merecerlo, pero sobre todo la incertidumbre de saber qué va a pasar cuando se requiera defender los intereses de los ciudadanos. En la espera, todo lo visto y lo dicho hasta ahora solo pueden entenderse como meras propuestas.


Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

François de la Rochefoucauld

Condicionado quizá por los enormes compromisos adquiridos en campaña, el virtual presidente electo ocupa, desde el resultado de las elecciones, los principales espacios en los medios de comunicación, evidenciando, hasta ahorita, en sus actividades, el interés por demostrar la autenticidad de sus palabras, partiendo con la designación de quienes lo acompañarán durante su periodo de gobierno; de igual manera ha hecho anuncios para desconcentrar las instituciones gubernamentales, llevándolas a diferentes lugares de la República. En este sentido, pareciera no existe nada nuevo, sus predecesores también hicieron muchos cambios, desde nomenclaturas -como la del IFE a INE- hasta la mutilación del escudo nacional; luego entonces, no son los cambios en sí mismos lo mejor, mejor será la consecución de los objetivos esperados.

Como una forma de continuar con el proceso de apropiación del Poder Ejecutivo, se han expresado una serie de propuestas, doce, según se dice, en cuyo contenido se factorizan las propuestas para lograr la tan anhelada transformación nacional, desde luego con la convocatoria y participación de los futuros diputados y senadores, responsables de cumplir, desde sus espacios legislativos, con la aprobación de las leyes respectivas.

En un superficial análisis de las propuestas, la interpretación, aunque subjetiva, sugiere la satisfacción del pueblo, señalándose expresamente el persistente empeño de acabar con la corrupción, derroche de los recursos públicos y el abuso del poder. En este sentido, se hizo referencia a la cancelación de las pensiones a los expresidentes, contrastándose con las raquíticas pensiones y los casi nulos beneficios asistenciales a los adultos mayores. Más allá de las palabras, con los hechos podrá afirmarse hasta entonces no ocurra lo contrario de compromisos cumplidos.

Sin la intención de parecer contradictorio, una vez lograda la mayoría en ambas cámaras por el partido ganador, tampoco puede soslayarse la posibilidad de caer en una tendencia presidencialista, y sobre todo detentando un poder absoluto; sería, una vez más, atentar con la verdadera democracia, dicho de otra manera, si bien es cierto que el poder puede acabar con el estado actual de las cosas, también las puede empeorar, cayendo en los excesos y las arbitrariedades. Ojalá no se tenga que atravesar por tales circunstancias.

En contrasentido, tampoco se puede evitar comentar sobre la posibilidad de fracturar internamente al grupo en el poder, atribuible a la envidia política de aquellos que no lograron alcanzar el lugar pretendido, considerándose por ello la posibilidad de actuar en contra de las decisiones de su jefe inmediato superior, es decir, del presidente; desde esta perspectiva puede decirse que mucho se ha visto sobre el incumplimiento y de la simulación por la envidia hacia los otros.

De lo sobresaliente en las propuestas se destaca, presumiblemente, la reducción de los salarios al cincuenta por ciento, en una acción de inicio en las percepciones de los legisladores, bajo el argumento usado en la plataforma política y en los discursos de campaña: nadie habrá ganar más que el presidente; por lo tanto, puede decirse que la austeridad puede ser cumplible. Se espera que esta acotación de los ingresos también alcance a los magistrados de la Suprema Corte de Justicia, abonando, con tamañas reducciones, al incremento a los salarios mínimos sin las posibilidades de provocar una inflación, como lo aseguran algunos de los que ya no tendrán más los privilegios del poder.

Para darle mayor sustento a este cambio -dígase reforma- los futuros legisladores han propuesto la reducción de las 92 comisiones que actualmente existen y a las que se les destinan ocho mil 600 millones de pesos anuales; esto implica, además, la revisión y modificación de la Ley Orgánica del Congreso; para darle sustento a todos los cambios ofrecidos en particular a este asunto de los salarios.

Cambiando el sentido de las ideas, también es importante considerar la propuesta relacionada a la educación a partir de la designación del futuro titular de la Secretaría de Educación Pública, quien en una primera declaración anunció la modificación a la reforma educativa, en particular a la Ley del Servicio Profesional Docente porque castiga a los maestros, así lo dijo, cambiando su enfoque hacia una mayor capacitación. Afirmó, además, que la evaluación docente tendrá continuidad pero sin consideración de la permanencia de los maestros en su trabajo.

En este planteamiento, vertido en una entrevista, también se aseguró que “negociarán” con los sindicatos para enfocarse en el aprendizaje de los niños; respecto de las ausencias de los maestros a sus labores, tendrán las sanciones correspondientes en cuanto al incumplimiento de sus obligaciones; también se mencionó que las plazas no se podrán heredar ni vender. En lo que respecta a la educación superior, refiere que ya se está negociando para que no haya rechazados, ajustándose a los criterios de admisión de las universidades. Entre líneas se puede entender, u observar, el cuidado de no generar otros compromisos a los pactados.

Hasta aquí todo parece indicar que las intenciones siguen siendo buenas, aunque aplicables hasta el inicio y posesión de los poderes Ejecutivo y Legislativo; mientras eso ocurre, algunos representantes de la actualidad y miembros del Congreso, en un mero acto de interés personal, carentes de toda ética, solicitaron su reincorporación una vez terminado el proceso electoral, con toda la intención de no perderse los dos meses de dieta pendientes, prestaciones y parte proporcional de aguinaldo, así como su fondo de ahorro, estimado en cerca de 900 mil pesos, más otros ingresos adicionales repartidos por la bancadas a las que pertenecen, incluidos algunos integrantes del partido a detentar oficialmente el poder.

Y bueno, como ocurre siempre que alguien va a estrenar un puesto o cargo, la emoción se desborda de diferentes maneras, unos festejan con grandes fiestas, otros se dedican a preparase para atender sus obligaciones, y otros buscan el refugio en quienes le pueden asesorar en su próximas tareas, haciendo con ello la evidencia de su ignorancia; esa es una parte de las que preocupan, el haber quedado en manos de personas inexpertas que tuvieron la fortuna de adherirse a un proyecto que los llevó a ganar sin merecerlo, pero sobre todo la incertidumbre de saber qué va a pasar cuando se requiera defender los intereses de los ciudadanos. En la espera, todo lo visto y lo dicho hasta ahora solo pueden entenderse como meras propuestas.