/ jueves 22 de septiembre de 2022

Responsabilidad ciudadana

En la entrega pasada comentamos el papel fundamental para el ser humano de vivir en un grupo social con todo lo que implica esto, el rol de cada ser humano dentro de ese grupo dependerá del desarrollo y bienestar de la sociedad a la que pertenece; también hemos escrito muchas líneas sobre la gama de derechos que la ciudadanía tiene, cómo hacerlos efectivos y los alcances que tiene este ejercicio dentro de esa misma sociedad.

Hemos hablado de los derechos humanos, particularmente de los derechos políticos y electorales, su ámbito de aplicación y ante qué autoridades podemos hacerlos valer; se ha escrito también de los delitos electorales, cuáles son, sus elementos y las sanciones para quienes se acredite la conducta delictiva, así como las posibles consecuencias dentro y fuera de los procesos electorales.

La historia de la humanidad nos refiere que las personas han tenido que organizarse social y políticamente para su progreso y supervivencia; para ello, ha visto la necesidad de contar con reglas o normas para que coadyuven en una convivencia pacífica que debe imperar en una sociedad; por lo anterior, no podemos hablar de derechos sin mencionar las obligaciones que la ciudadanía también tiene, reitero, dentro del grupo social al que pertenece.

Como ejemplo de lo anterior, la Constitución Federal señala como derecho y obligación el acudir a votar el día de la jornada electoral; incluso, fue tema de debate académico y en las redes sociales, la posible sanción para quien no acudiera a votar en el proceso electoral de 2021, debate que ya analizaremos en una entrega posterior pero que nos sirve como ejemplo de que a un derecho le corresponde una obligación.

Generalmente, cuando hablamos de delitos o conductas contrarias a la norma, lo vemos lejano o impropio de cada uno; pero debemos parar y analizar si estamos haciendo lo que nos corresponde, incluido acatar las leyes; dice una vieja frase que “las reglas están para romperse” y la utiliza quien, de alguna manera, quiere justificar su conducta; sin embargo, nada más lejano de la realidad, las leyes fueron creadas para acatarse, si no nos gustan o creemos que no son apropiadas, existen los canales jurídicos para poder cambiarlas, ¿cómo? Por ejemplo, saber quién y cómo elabora y aprueba las leyes sería un buen comienzo.

Lo anterior es una responsabilidad ciudadana, recordemos que la participación de la ciudadanía no inicia ni termina cuando acudimos a votar, esta participación se extiende a todo lo que sea público porque le atañe a todos los integrantes de una sociedad que vivirá las consecuencias -buenas o malas- por las decisiones del grupo social. No votamos para beneficio personal, votamos para el beneficio colectivo.

La responsabilidad ciudadana también implica coadyuvar con las autoridades a lograr sus objetivos y metas; una conducta cotidiana para ejemplificar esto son las calles inundadas en temporada de lluvia, las autoridades tienen la obligación de mantener los servicios de limpieza, pero la ciudadanía tiene la obligación de no tirar basura en las calles.

Somos corresponsables de nuestro entorno, usted y yo, su familia, sus vecinos, sus compañeros de trabajo; recordemos que las reglas son necesarias y si no lo cree, observe el caos que se ocasiona cuando un semáforo no funciona, el caos vial generado es notable y más si las y los conductores desconocen las reglas viales, como quién tiene preferencia sobre quién; entre mayor sea la ignorancia mayor el caos generado y esto aplica a todas las actividades humanas, debemos cambiar en el “chip”, que la ciudadanía solo debe recibir y no dar. Inténtelo. Eso será la diferencia.

No votamos para beneficio personal, votamos para el beneficio colectivo.


En la entrega pasada comentamos el papel fundamental para el ser humano de vivir en un grupo social con todo lo que implica esto, el rol de cada ser humano dentro de ese grupo dependerá del desarrollo y bienestar de la sociedad a la que pertenece; también hemos escrito muchas líneas sobre la gama de derechos que la ciudadanía tiene, cómo hacerlos efectivos y los alcances que tiene este ejercicio dentro de esa misma sociedad.

Hemos hablado de los derechos humanos, particularmente de los derechos políticos y electorales, su ámbito de aplicación y ante qué autoridades podemos hacerlos valer; se ha escrito también de los delitos electorales, cuáles son, sus elementos y las sanciones para quienes se acredite la conducta delictiva, así como las posibles consecuencias dentro y fuera de los procesos electorales.

La historia de la humanidad nos refiere que las personas han tenido que organizarse social y políticamente para su progreso y supervivencia; para ello, ha visto la necesidad de contar con reglas o normas para que coadyuven en una convivencia pacífica que debe imperar en una sociedad; por lo anterior, no podemos hablar de derechos sin mencionar las obligaciones que la ciudadanía también tiene, reitero, dentro del grupo social al que pertenece.

Como ejemplo de lo anterior, la Constitución Federal señala como derecho y obligación el acudir a votar el día de la jornada electoral; incluso, fue tema de debate académico y en las redes sociales, la posible sanción para quien no acudiera a votar en el proceso electoral de 2021, debate que ya analizaremos en una entrega posterior pero que nos sirve como ejemplo de que a un derecho le corresponde una obligación.

Generalmente, cuando hablamos de delitos o conductas contrarias a la norma, lo vemos lejano o impropio de cada uno; pero debemos parar y analizar si estamos haciendo lo que nos corresponde, incluido acatar las leyes; dice una vieja frase que “las reglas están para romperse” y la utiliza quien, de alguna manera, quiere justificar su conducta; sin embargo, nada más lejano de la realidad, las leyes fueron creadas para acatarse, si no nos gustan o creemos que no son apropiadas, existen los canales jurídicos para poder cambiarlas, ¿cómo? Por ejemplo, saber quién y cómo elabora y aprueba las leyes sería un buen comienzo.

Lo anterior es una responsabilidad ciudadana, recordemos que la participación de la ciudadanía no inicia ni termina cuando acudimos a votar, esta participación se extiende a todo lo que sea público porque le atañe a todos los integrantes de una sociedad que vivirá las consecuencias -buenas o malas- por las decisiones del grupo social. No votamos para beneficio personal, votamos para el beneficio colectivo.

La responsabilidad ciudadana también implica coadyuvar con las autoridades a lograr sus objetivos y metas; una conducta cotidiana para ejemplificar esto son las calles inundadas en temporada de lluvia, las autoridades tienen la obligación de mantener los servicios de limpieza, pero la ciudadanía tiene la obligación de no tirar basura en las calles.

Somos corresponsables de nuestro entorno, usted y yo, su familia, sus vecinos, sus compañeros de trabajo; recordemos que las reglas son necesarias y si no lo cree, observe el caos que se ocasiona cuando un semáforo no funciona, el caos vial generado es notable y más si las y los conductores desconocen las reglas viales, como quién tiene preferencia sobre quién; entre mayor sea la ignorancia mayor el caos generado y esto aplica a todas las actividades humanas, debemos cambiar en el “chip”, que la ciudadanía solo debe recibir y no dar. Inténtelo. Eso será la diferencia.

No votamos para beneficio personal, votamos para el beneficio colectivo.