/ lunes 17 de junio de 2019

TIEMPOS DE DEMOCRACIA

Los porqués de la incertidumbre

  • Esa subordinación avasallante la debemos a que, desde 1994, y sin que nadie nos obligara, hemos venido forjando -lenta pero perseverantemente- los eslabones de la cadena que nos esclaviza al cambiante talante de cada distinto habitante que llega a la Casa Blanca. Es el precio que pagamos por desdeñar relacionarnos comercialmente con países con los que también tenemos acuerdos.

Pese a que la colindancia geográfica que México tiene con Estados Unidos nos plantea periódicamente situaciones complicadas, durante 25 años sólo pensamos en las ventajas que representaba su cercanía. Olvidamos que la mejor forma de estar a salvo de los cambiantes humores del todopoderoso vecino era defender los principios esenciales de la Nación… y diversificar nuestros tratos amistosos y comerciales

Para Olimpia Guevara, amiga, escritora y maestra excepcional

A causa de su suceder vertiginoso, los acontecimientos acaecidos los últimos meses -señaladamente los de las últimas semanas- han di-ficultado el trabajo de ponerlos en orden como paso previo para intentar, primero, entenderlos, y luego, ponderar sus consecuencias. En esas circunstancias, todo cálculo se torna incierto y -ya se sabe-, es la incertidumbre el fantasma que más asusta a quienes tienen las cla-ves de los movimientos financieros en el mundo. Ante ese confusa situación está México y, claro, también Tlaxcala. Por ello, y por el ries-go que conlleva enfrentar sus riesgos, es oportuno comentar con usted, amigo lector, los factores que están dando forma a lo que diversos analistas columbran ya como la tormenta perfecta que se cierne sobre la economía de nuestro país. De entre esos factores, enumero cua-tro, los que en principio parecen más relevantes: 1) la aprobación del nuevo Tratado de Libre Comercio (el T-MEC), pendiente en Wa-shington de un delgado hilo del que por un lado tira la líder congresional demócrata Nancy Pelosi, y por el otro el presidente Trump; 2) la Reforma Laboral, cuya aplicación en México se halla inmersa en un raro suspenso y que -no lo olvidemos- modificará sustancialmente las relaciones entre el capital y el trabajo; 3) la suspensión temporal, gestionada por la representación mexicana, de la penalidad arancelaria impuesta por Trump, a cambio de guardar las fronteras estadounidenses de la migración centroamericana, y 4) la nota negativa de la co-losal deuda de Petróleos Mexicanos, emitida por dos agencias calificadoras internacionales. Esos cuatro puntos, más otros que por razón de espacio citaré en otra entrega, van a incidir -aún no sabemos cómo- en el crecimiento de la economía en Tlaxcala observado durante la gestión del gobernador Marco Mena.

Dependencia esclavizante

El T-MEC es sólo una de las herramientas de que dispone Trump para extorsionar a López Obrador, si bien vale recordar que, a semejan-te chantaje, también estuvieron sometidos los negociadores de Peña Nieto, amenazados constantemente de que, en caso de desacuerdo, Estados Unidos abandonara el TLC que estaba y está aún vigente… ¡y no firmara el nuevo! De ese modo fue que el inescrupuloso man-datario norteamericano logró “el tratado comercial más hermoso” jamás firmado en la historia de Estados Unidos. Así, por la fuerza, Trump consiguió revertir las “onerosas” condiciones contenidas en el antiguo tratado trilateral que -según él- perjudicaban a su país, y aprovechó además para imponer a México un cúmulo de restricciones nada fáciles de cumplir en rubros tan importantes como el automotriz que -lo subrayo- da trabajo a más de 16 mil tlaxcaltecas, algo más del 15% de toda la plantilla laboral de la entidad. Vale recordar que Peña Nieto firmó el T-MEC el último día de su sexenio y que, desde entonces, el dicho documento lleva seis meses congelado en Washington, prime-ro a causa de diferencias que Estados Unidos mantenía con Canadá, y luego, debido a las tensiones político-electorales existentes entre Trump y la mayoritaria bancada demócrata de la de que depende su último y definitivo refrendo. No hace falta subrayar que, para México, su entrada en vigor reviste vital importancia, habida cuenta la cuasi total dependencia de nuestro comercio internacional con el mercado de Estados Unidos. Esa subordinación avasallante la debemos a que, desde 1994, y sin que nadie nos obligara, hemos venido forjando -lenta pero perseverantemente- los eslabones de la cadena que nos esclaviza al cambiante talante de cada distinto habitante que llega a la Casa Blanca. Es el precio que pagamos por desdeñar relacionarnos comercialmente con países con los que también tenemos acuerdos. Nos ganó la comodidad de la vecindad.

La Reforma Laboral… y las estipulaciones del T-MEC en el capítulo automotriz

Hace dos meses recordé en este espacio que, desde febrero de 2017, se había promulgado una nueva Reforma Laboral. En ella queda-ron consignados los lineamientos que deberán regir las relaciones obrero-patronales, ajustadas ya al compromiso asumido por México cuando se adhirió a la Declaración de 1998 de la Organización Internacional del Trabajo. Empero, para su aplicación, había que revisar la Ley Federal del Trabajo -la LFT-, a fin de que en ella se postulara el derecho del trabajador mexicano a: 1) elegir a sus líderes sindicales mediante el voto personal, libre y secreto, 2) participar directamente en la negociación colectiva de sus contratos laborales y, 3) organizar, formar y unirse al sindicato de su elección sin interferencia de los patrones. Además, creaba un órgano autónomo encargado del registro de los contratos colectivos y de la conciliación de las diferencias. Pero, amigo lector, México es México; se vivía el tramo final de la admi-nistración de Peña Nieto y el vetusto sistema decidió… ¡congelar las modificaciones comprometidas! Dos años después, atendiendo a re-clamos canadienses y estadounidenses, López Obrador puso en marcha su mayoría congresional para pasar fast-track la nueva LFT, eli-minando así el que creyó era último obstáculo para la aprobación del T-MEC. La suposición, claro, no contó con la inacabable inventiva de Trump. No obstante ello, y más allá del eventual surgimiento de nuevos desencuentros, si finalmente se acuerda el pacto comercial, Ca-nadá y Estados Unidos vigilarán con lupa, tanto el cumplimiento general de la Reforma Laboral como muy particularmente la aplicación de los salarios equiparados de los trabajadores de la industria automotriz en nuestro territorio. ¿Cuál será la repercusión de esas disposi-ciones? La lógica indica que, si se eleva el costo de la mano de obra sin aumentar la productividad, al inversionista no le quedará más camino que reducir su utilidad. ¿Tendrá margen para ello? ¿actuarán los factores de la producción con la sensatez necesaria para evitar cierres de empresas por incosteabilidad? La respuesta a estas interrogantes es un enigma que abona aún más a la incertidumbre con la que ya se otea el futuro de la economía de México. Aquí, en Tlaxcala, se requerirá de la mediación y buena mano del gobierno de Marco Mena, un académico con experiencia en el tema de gestión de crisis.

La migración centroamericana… y la deuda de Pemex

En los próximos días veremos -con los nervios en tensión- cómo se van cumpliendo los plazos convenidos en el Acuerdo de Washing-ton… ante el fundado temor de que nos caiga la guillotina de los aranceles. Habremos de ir constatando si los 6 mil efectivos de la Guar-dia Nacional prometidos por Ebrard a Pompeo dejaron de ser una entelequia, y de verdad marcharon en ese número a los fronterizos municipios chiapanecos para interceptar… ¿humanitariamente?... a los inmigrantes centroamericanos, registrarlos, hacer una selección de los mismos, y devolver a los sobrantes a sus países de origen. Hasta entonces sabremos si esas acciones le parecieron suficientes a Trump, o si nos obliga a cometer más barbaridades para satisfacer su teatral ira. Ya lo iremos viendo; si le sirven para mejorar sus expec-tativas reeleccionistas, tal vez nos deje en paz por algún tiempo; si no, volverá una y otra vez a la carga. Lo seguro es que no nos librare-mos de seguir aguantando los acostumbrados denuestos contra México que pronunciará en sus discursos de campaña. Termino, amable lector: a la vista de tan humillante situación, cobran fuerza las corrientes de opinión que creyeron posible la adopción de alternativas me-nos lesivas para la dignidad nacional. Cierro con una última preocupación: crucemos los dedos para que la mayor agencia calificadora del mundo no arroje la tercera y última paletada a la fosa en la que quieren enterrar a Pemex. Sería ese el primer relámpago de la anun-ciada tormenta perfecta.


Los porqués de la incertidumbre

  • Esa subordinación avasallante la debemos a que, desde 1994, y sin que nadie nos obligara, hemos venido forjando -lenta pero perseverantemente- los eslabones de la cadena que nos esclaviza al cambiante talante de cada distinto habitante que llega a la Casa Blanca. Es el precio que pagamos por desdeñar relacionarnos comercialmente con países con los que también tenemos acuerdos.

Pese a que la colindancia geográfica que México tiene con Estados Unidos nos plantea periódicamente situaciones complicadas, durante 25 años sólo pensamos en las ventajas que representaba su cercanía. Olvidamos que la mejor forma de estar a salvo de los cambiantes humores del todopoderoso vecino era defender los principios esenciales de la Nación… y diversificar nuestros tratos amistosos y comerciales

Para Olimpia Guevara, amiga, escritora y maestra excepcional

A causa de su suceder vertiginoso, los acontecimientos acaecidos los últimos meses -señaladamente los de las últimas semanas- han di-ficultado el trabajo de ponerlos en orden como paso previo para intentar, primero, entenderlos, y luego, ponderar sus consecuencias. En esas circunstancias, todo cálculo se torna incierto y -ya se sabe-, es la incertidumbre el fantasma que más asusta a quienes tienen las cla-ves de los movimientos financieros en el mundo. Ante ese confusa situación está México y, claro, también Tlaxcala. Por ello, y por el ries-go que conlleva enfrentar sus riesgos, es oportuno comentar con usted, amigo lector, los factores que están dando forma a lo que diversos analistas columbran ya como la tormenta perfecta que se cierne sobre la economía de nuestro país. De entre esos factores, enumero cua-tro, los que en principio parecen más relevantes: 1) la aprobación del nuevo Tratado de Libre Comercio (el T-MEC), pendiente en Wa-shington de un delgado hilo del que por un lado tira la líder congresional demócrata Nancy Pelosi, y por el otro el presidente Trump; 2) la Reforma Laboral, cuya aplicación en México se halla inmersa en un raro suspenso y que -no lo olvidemos- modificará sustancialmente las relaciones entre el capital y el trabajo; 3) la suspensión temporal, gestionada por la representación mexicana, de la penalidad arancelaria impuesta por Trump, a cambio de guardar las fronteras estadounidenses de la migración centroamericana, y 4) la nota negativa de la co-losal deuda de Petróleos Mexicanos, emitida por dos agencias calificadoras internacionales. Esos cuatro puntos, más otros que por razón de espacio citaré en otra entrega, van a incidir -aún no sabemos cómo- en el crecimiento de la economía en Tlaxcala observado durante la gestión del gobernador Marco Mena.

Dependencia esclavizante

El T-MEC es sólo una de las herramientas de que dispone Trump para extorsionar a López Obrador, si bien vale recordar que, a semejan-te chantaje, también estuvieron sometidos los negociadores de Peña Nieto, amenazados constantemente de que, en caso de desacuerdo, Estados Unidos abandonara el TLC que estaba y está aún vigente… ¡y no firmara el nuevo! De ese modo fue que el inescrupuloso man-datario norteamericano logró “el tratado comercial más hermoso” jamás firmado en la historia de Estados Unidos. Así, por la fuerza, Trump consiguió revertir las “onerosas” condiciones contenidas en el antiguo tratado trilateral que -según él- perjudicaban a su país, y aprovechó además para imponer a México un cúmulo de restricciones nada fáciles de cumplir en rubros tan importantes como el automotriz que -lo subrayo- da trabajo a más de 16 mil tlaxcaltecas, algo más del 15% de toda la plantilla laboral de la entidad. Vale recordar que Peña Nieto firmó el T-MEC el último día de su sexenio y que, desde entonces, el dicho documento lleva seis meses congelado en Washington, prime-ro a causa de diferencias que Estados Unidos mantenía con Canadá, y luego, debido a las tensiones político-electorales existentes entre Trump y la mayoritaria bancada demócrata de la de que depende su último y definitivo refrendo. No hace falta subrayar que, para México, su entrada en vigor reviste vital importancia, habida cuenta la cuasi total dependencia de nuestro comercio internacional con el mercado de Estados Unidos. Esa subordinación avasallante la debemos a que, desde 1994, y sin que nadie nos obligara, hemos venido forjando -lenta pero perseverantemente- los eslabones de la cadena que nos esclaviza al cambiante talante de cada distinto habitante que llega a la Casa Blanca. Es el precio que pagamos por desdeñar relacionarnos comercialmente con países con los que también tenemos acuerdos. Nos ganó la comodidad de la vecindad.

La Reforma Laboral… y las estipulaciones del T-MEC en el capítulo automotriz

Hace dos meses recordé en este espacio que, desde febrero de 2017, se había promulgado una nueva Reforma Laboral. En ella queda-ron consignados los lineamientos que deberán regir las relaciones obrero-patronales, ajustadas ya al compromiso asumido por México cuando se adhirió a la Declaración de 1998 de la Organización Internacional del Trabajo. Empero, para su aplicación, había que revisar la Ley Federal del Trabajo -la LFT-, a fin de que en ella se postulara el derecho del trabajador mexicano a: 1) elegir a sus líderes sindicales mediante el voto personal, libre y secreto, 2) participar directamente en la negociación colectiva de sus contratos laborales y, 3) organizar, formar y unirse al sindicato de su elección sin interferencia de los patrones. Además, creaba un órgano autónomo encargado del registro de los contratos colectivos y de la conciliación de las diferencias. Pero, amigo lector, México es México; se vivía el tramo final de la admi-nistración de Peña Nieto y el vetusto sistema decidió… ¡congelar las modificaciones comprometidas! Dos años después, atendiendo a re-clamos canadienses y estadounidenses, López Obrador puso en marcha su mayoría congresional para pasar fast-track la nueva LFT, eli-minando así el que creyó era último obstáculo para la aprobación del T-MEC. La suposición, claro, no contó con la inacabable inventiva de Trump. No obstante ello, y más allá del eventual surgimiento de nuevos desencuentros, si finalmente se acuerda el pacto comercial, Ca-nadá y Estados Unidos vigilarán con lupa, tanto el cumplimiento general de la Reforma Laboral como muy particularmente la aplicación de los salarios equiparados de los trabajadores de la industria automotriz en nuestro territorio. ¿Cuál será la repercusión de esas disposi-ciones? La lógica indica que, si se eleva el costo de la mano de obra sin aumentar la productividad, al inversionista no le quedará más camino que reducir su utilidad. ¿Tendrá margen para ello? ¿actuarán los factores de la producción con la sensatez necesaria para evitar cierres de empresas por incosteabilidad? La respuesta a estas interrogantes es un enigma que abona aún más a la incertidumbre con la que ya se otea el futuro de la economía de México. Aquí, en Tlaxcala, se requerirá de la mediación y buena mano del gobierno de Marco Mena, un académico con experiencia en el tema de gestión de crisis.

La migración centroamericana… y la deuda de Pemex

En los próximos días veremos -con los nervios en tensión- cómo se van cumpliendo los plazos convenidos en el Acuerdo de Washing-ton… ante el fundado temor de que nos caiga la guillotina de los aranceles. Habremos de ir constatando si los 6 mil efectivos de la Guar-dia Nacional prometidos por Ebrard a Pompeo dejaron de ser una entelequia, y de verdad marcharon en ese número a los fronterizos municipios chiapanecos para interceptar… ¿humanitariamente?... a los inmigrantes centroamericanos, registrarlos, hacer una selección de los mismos, y devolver a los sobrantes a sus países de origen. Hasta entonces sabremos si esas acciones le parecieron suficientes a Trump, o si nos obliga a cometer más barbaridades para satisfacer su teatral ira. Ya lo iremos viendo; si le sirven para mejorar sus expec-tativas reeleccionistas, tal vez nos deje en paz por algún tiempo; si no, volverá una y otra vez a la carga. Lo seguro es que no nos librare-mos de seguir aguantando los acostumbrados denuestos contra México que pronunciará en sus discursos de campaña. Termino, amable lector: a la vista de tan humillante situación, cobran fuerza las corrientes de opinión que creyeron posible la adopción de alternativas me-nos lesivas para la dignidad nacional. Cierro con una última preocupación: crucemos los dedos para que la mayor agencia calificadora del mundo no arroje la tercera y última paletada a la fosa en la que quieren enterrar a Pemex. Sería ese el primer relámpago de la anun-ciada tormenta perfecta.