/ lunes 31 de mayo de 2021

Tiempos de Democracia | Caminamos a ciegas sin conocer el rumbo

De un lado, un hombre solo, gobernando al país conforme a su capricho y voluntad; de otro, un amasijo de retazos partidistas sin un plan comprensible. Y en medio, un pueblo justamente resentido, temeroso de perder su más preciado bien: la esperanza

El presidente no estará en la boleta del 6 de junio como se lo había propuesto inicialmente. No obstante, sigue siendo el gran instigador del más encendido debate político nacional desde aquel vivido en 1988 a raíz del levantamiento cívico electoral de Cárdenas y Muñoz Ledo al que poco le faltó para convertirse en sublevación popular. A treinta y tres años de distancia de esa rebelión que cimbró al país en demanda de democracia, México está otra vez dividido y enconado, ahora por motivos de muy otra naturaleza. Aunque en principio pudiera parecer una simpleza, a los ciudadanos se les está conminando a definir, o bien su abierta aversión al régimen de López Obrador o bien su ciega e incondicional lealtad. No hay matices ni medias tintas; no se admiten posturas intermedias: en la república de la 4T, o se es conservador o liberal; o se es fifí o chairo; o se está con el pueblo bueno o en su contra. Y punto.

La estrategia amloísta de largo plazo

Esa polarización obedece más a razones sociales que políticas y por eso caló tan hondo en los sectores marginados. Diferencias y resentimientos se alimentan a diario desde Palacio a fin de entronizarlos en el ánimo popular, ya a través de la figura carismática del propio presidente que eventualmente pudiera prolongar su mandato, ya por medio de un sistema sexenalmente renovable que siga una pauta similar a la del PRI del siglo pasado. El proyecto de esa posible segunda vía de perpetuación en el poder no se conoce ni en sus trazos más gruesos y, en el supuesto de que alguien en el círculo presidencial tuviera el encargo de redactarlo, hasta ahora no se ha hecho explícito ni siquiera en borrador.

Elección plebiscitaria

Si la Cuarta Transformación logra plasmar en el texto constitucional sus principios más caros les dará larga vida y evitará que en lo futuro gobernantes con ideologías diferentes desvirtúen su aplicación o, peor aún, la reviertan. Esa es la idea central que ocupa la mente de López Obrador. A su servicio están todas las instituciones del estado con un principalísimo objetivo: conquistar dos tercios de la Cámara de Diputados federal y diecisiete de las treinta y dos estatales que están por renovarse. Antes, y gracias a la ingenuidad de una oposición disminuida y sin liderazgos, el presidente ya había obtenido una victoria estratégica trascendental: que la convocatoria tuviera un clarísimo sesgo plebiscitario. Así, el votante elegirá entre candidatos de una frágil argamasa de fragmentos de partidos de ideologías disímbolas, o a los postulados por un lopezobradorismo hecho en su mayoría de desertores y oportunistas. En esos términos, la mayoría de los sufragios serán a favor o contra esa causa borrosa que es la 4T. Nombres y personalidades de candidatos pasan a un segundo plano y solo contarán en la elección de gobernadores y presidentes municipales.

Movimiento Ciudadano, alternativa de futuro

Entre esas dos excluyentes opciones de las mentadas coaliciones solo queda un estrecho sitio: el que busca ocupar Movimiento Ciudadano, una esperanza en construcción que está en proceso de tirar todo el lastre que arrastra a fin de seguirse renovando mediante la inclusión de rostros, conocidos unos y los más por conocer, sin apartarse de su recién estrenado patrón organizativo y manteniendo siempre vigente la inspiración socialdemócrata que alentó desde su nacimiento, desdibujada en pasadas campañas por haberse sumado electoralmente a otras formaciones políticas con diferentes principios. Hoy por hoy, MC es la alternativa distinta que tiene el ciudadano que jamás volverá a darle un voto al PRI, al PAN o al PRD, o del que nunca comulgó con el ideal lopezobradorista, o del que pese a haberlo apoyado en el 2018, ahora se siente desilusionado y hasta atemorizado ante la conducta autoritaria del presidente.

Que se respete la ley… y que se reconozcan triunfos y derrotas

El inmediato porvenir es incierto. El morenismo, e incluso el presidente en sus conferencias matutinas, amenazan constantemente con exterminar al Instituto Nacional de Elecciones. Aunque no lo dicen expresamente, la advertencia implícita en sus pronunciamientos es desconocer el resultado de las urnas ahí donde no favorezcan a su partido. En esa tensa atmósfera deliberadamente prefabricada, tenga usted por seguro, estimado lector, que donde quiera que se registre un descalabro imprevisto para sus colores, habrá conflictos de distintas intensidades según la importancia que concedan a la plaza donde encajen la derrota y, sobre todo, si los sondeos previos les habían atribuido la ventaja.

ANTENA ESTATAL

Votar, responsabilidad ciudadana

Las encuestas levantadas en Tlaxcala, incluidas las reputadas como serias y profesionales, han contribuido a crear un clima electoral nebuloso y contradictorio. Antecedentes: Alejandro Mercado en El Financiero emparejó a Lorena y a Anabell, separándolas por menos de dos puntos porcentuales; en contraste, Roy Campos en Consulta Mitofsky, concede a la primera una irremontable ventaja de quince puntos. Uno y otro, Mercado y Campos, son reconocidos expertos en su especialidad. Uno se pregunta… ¿cómo es posible llegar a resultados tan dispares si ambos siguen procedimientos validados por la más avanzada técnica demoscópica?, ¿a quien atender? ¿a cuál de los dos creer? ¿es que los consultados engañan a los encuestadores? El caso, amigo lector, es que este domingo iremos a votar sin tener idea de quien va a ganar y ojalá que, esa sana incertidumbre democrática, aliente la participación ciudadana.

De un lado, un hombre solo, gobernando al país conforme a su capricho y voluntad; de otro, un amasijo de retazos partidistas sin un plan comprensible. Y en medio, un pueblo justamente resentido, temeroso de perder su más preciado bien: la esperanza

El presidente no estará en la boleta del 6 de junio como se lo había propuesto inicialmente. No obstante, sigue siendo el gran instigador del más encendido debate político nacional desde aquel vivido en 1988 a raíz del levantamiento cívico electoral de Cárdenas y Muñoz Ledo al que poco le faltó para convertirse en sublevación popular. A treinta y tres años de distancia de esa rebelión que cimbró al país en demanda de democracia, México está otra vez dividido y enconado, ahora por motivos de muy otra naturaleza. Aunque en principio pudiera parecer una simpleza, a los ciudadanos se les está conminando a definir, o bien su abierta aversión al régimen de López Obrador o bien su ciega e incondicional lealtad. No hay matices ni medias tintas; no se admiten posturas intermedias: en la república de la 4T, o se es conservador o liberal; o se es fifí o chairo; o se está con el pueblo bueno o en su contra. Y punto.

La estrategia amloísta de largo plazo

Esa polarización obedece más a razones sociales que políticas y por eso caló tan hondo en los sectores marginados. Diferencias y resentimientos se alimentan a diario desde Palacio a fin de entronizarlos en el ánimo popular, ya a través de la figura carismática del propio presidente que eventualmente pudiera prolongar su mandato, ya por medio de un sistema sexenalmente renovable que siga una pauta similar a la del PRI del siglo pasado. El proyecto de esa posible segunda vía de perpetuación en el poder no se conoce ni en sus trazos más gruesos y, en el supuesto de que alguien en el círculo presidencial tuviera el encargo de redactarlo, hasta ahora no se ha hecho explícito ni siquiera en borrador.

Elección plebiscitaria

Si la Cuarta Transformación logra plasmar en el texto constitucional sus principios más caros les dará larga vida y evitará que en lo futuro gobernantes con ideologías diferentes desvirtúen su aplicación o, peor aún, la reviertan. Esa es la idea central que ocupa la mente de López Obrador. A su servicio están todas las instituciones del estado con un principalísimo objetivo: conquistar dos tercios de la Cámara de Diputados federal y diecisiete de las treinta y dos estatales que están por renovarse. Antes, y gracias a la ingenuidad de una oposición disminuida y sin liderazgos, el presidente ya había obtenido una victoria estratégica trascendental: que la convocatoria tuviera un clarísimo sesgo plebiscitario. Así, el votante elegirá entre candidatos de una frágil argamasa de fragmentos de partidos de ideologías disímbolas, o a los postulados por un lopezobradorismo hecho en su mayoría de desertores y oportunistas. En esos términos, la mayoría de los sufragios serán a favor o contra esa causa borrosa que es la 4T. Nombres y personalidades de candidatos pasan a un segundo plano y solo contarán en la elección de gobernadores y presidentes municipales.

Movimiento Ciudadano, alternativa de futuro

Entre esas dos excluyentes opciones de las mentadas coaliciones solo queda un estrecho sitio: el que busca ocupar Movimiento Ciudadano, una esperanza en construcción que está en proceso de tirar todo el lastre que arrastra a fin de seguirse renovando mediante la inclusión de rostros, conocidos unos y los más por conocer, sin apartarse de su recién estrenado patrón organizativo y manteniendo siempre vigente la inspiración socialdemócrata que alentó desde su nacimiento, desdibujada en pasadas campañas por haberse sumado electoralmente a otras formaciones políticas con diferentes principios. Hoy por hoy, MC es la alternativa distinta que tiene el ciudadano que jamás volverá a darle un voto al PRI, al PAN o al PRD, o del que nunca comulgó con el ideal lopezobradorista, o del que pese a haberlo apoyado en el 2018, ahora se siente desilusionado y hasta atemorizado ante la conducta autoritaria del presidente.

Que se respete la ley… y que se reconozcan triunfos y derrotas

El inmediato porvenir es incierto. El morenismo, e incluso el presidente en sus conferencias matutinas, amenazan constantemente con exterminar al Instituto Nacional de Elecciones. Aunque no lo dicen expresamente, la advertencia implícita en sus pronunciamientos es desconocer el resultado de las urnas ahí donde no favorezcan a su partido. En esa tensa atmósfera deliberadamente prefabricada, tenga usted por seguro, estimado lector, que donde quiera que se registre un descalabro imprevisto para sus colores, habrá conflictos de distintas intensidades según la importancia que concedan a la plaza donde encajen la derrota y, sobre todo, si los sondeos previos les habían atribuido la ventaja.

ANTENA ESTATAL

Votar, responsabilidad ciudadana

Las encuestas levantadas en Tlaxcala, incluidas las reputadas como serias y profesionales, han contribuido a crear un clima electoral nebuloso y contradictorio. Antecedentes: Alejandro Mercado en El Financiero emparejó a Lorena y a Anabell, separándolas por menos de dos puntos porcentuales; en contraste, Roy Campos en Consulta Mitofsky, concede a la primera una irremontable ventaja de quince puntos. Uno y otro, Mercado y Campos, son reconocidos expertos en su especialidad. Uno se pregunta… ¿cómo es posible llegar a resultados tan dispares si ambos siguen procedimientos validados por la más avanzada técnica demoscópica?, ¿a quien atender? ¿a cuál de los dos creer? ¿es que los consultados engañan a los encuestadores? El caso, amigo lector, es que este domingo iremos a votar sin tener idea de quien va a ganar y ojalá que, esa sana incertidumbre democrática, aliente la participación ciudadana.