/ lunes 2 de diciembre de 2019

Tiempos de Democracia | Un frente “antipejista” para el 2021… ¿simple quimera o posibilidad real?

El cálculo de los partidos minoritarios parte de admitir que, si no se unen, serán otra vez vencidos por un lopezobradorismo que mantiene intacta la fidelidad de sus bases populares. Por eso iniciaron ya contactos para construir una alianza electoral amplia.


Los partidos a los que les pasó por encima la ola lopezobradorista en la pasada elección tienen bien claro que, si no se unen en la siguiente, volverán a ser arrollados, particularmente aquí en Tlaxcala, estado donde la formación morenista ganó todos los cargos de representación que estuvieron en juego… salvo uno, que el PRI logró rescatar en tribunales. Ese convencimiento llevó a representantes -oficiosos y no oficiosos- de distintas corrientes ideológicas a reunirse para escuchar ideas, analizar perspectivas, detectar coincidencias y, en la medida de lo posible, tratar de aparcar las diferencias que tienen entre sí con el objeto de evitar ser barridos de nueva cuenta. Los hermana el pánico a verse apartados de los presupuestos públicos y a enfrentar el riesgo siempre presente de que sus partidos pierdan el registro. Cerrada Morena a recibir más desertores de otros institutos, la única otra alternativa que tienen los políticos que se congregaron en el Auditorio de la UAT -sede de ese primer encuentro- es sumar sus diezmados contingentes en una alianza electoral capaz de dar la batalla en el 2021.

Tlaxcala, bastión morenista

Quienes acudieron a esa suerte de convención de desesperados saben que la prédica social y cuasi religiosa del presidente ha calado en la conciencia de las mayorías desposeidas y que, por lo menos en el corto plazo, no dejarán de creer en ella por grandes que sean los errores, desmanes y desfiguros que cometan los lopezobradoristas tlaxcaltecas, incapaces -a año y medio de su triunfo electoral- de formar una organización partidista sólida que controle a sus diputados locales y ponga coto a sus desmedidas ambiciones. Pese a ello, lo probable es que esas evidencias serán ignoradas por el numeroso ejército de personas que viven en pobreza y que seguirán apoyando con sus votos a los candidatos que Morena inscriba en las boletas, máxime si las ayudas directas previstas en los programas federales llegan puntualmente a sus bolsillos. Abrumados ante esa perspectiva, los opositores a la 4T han terminado por aceptar que sólo construyendo un amplio frente “antipejista” podrán atajar una cruzada eminentemente popular que amenaza con dejarlos fuera del juego político por una larga temporada.

Minorías unidas, alternativa posible

La posibilidad aritmética existe; otra cosa es que los convencionistas -por llamarles de alguna forma- tengan la capacidad negociadora que se precisa para materializar, con partidos concurrentes tan diversos, una coalición suficientemente extensa y coherente como para hacerla competitiva. Dificil compatibilizar tantas visiones de la política, sí, mas no imposible. Vale preguntarse: ¿no es Morena una mezcla de gentes del más disimbolo origen? Sólo hay una diferencia que, esa sí, no podrán superar: el amasijo social y político con que se construyó el Movimientio de Regeneración Nacional sí tenía -y tiene- un guía carismático indiscutido como Andrés Manuel; un activo de ese valor aquí no lo hallarán ni buscándolo con lupa. Mas volvamos a la numeralia: revisando las cifras del 2018 en Tlaxcala se comprueba que los sufragios a favor del hoy presidente más que duplicaron los de otros candidatos de su partido, tanto a senadores como a diputados. De esa observación deriva una obviedad: la respuesta del votante no es la misma cuando en la boleta electoral no aparece el nombre del tabasqueño.

  • Cerrada Morena a recibir más desertores de otros institutos, la única otra alternativa que tienen los políticos que se congregaron en el Auditorio de la UAT -sede de ese primer encuentro- es sumar sus diezmados contingentes en una alianza electoral capaz de dar la batalla en el 2021.

Condiciones sine qua nom

No están pues desencaminados quienes piensan que esa sumatoria de voluntades políticas es la única ruta para presentarse ante el electorado como opción alterna al amloísmo. El plan, teóricamente viable en el papel, se tornará irrealizable si no concilian las aspiraciones de aquellos y aquellas que se sienten con merecimientos para encabezarlo. En ausencia de una figura preponderante que al influjo de su empatía los congregue a su alrededor, esa piña de heterogéneos intereses electorales sólo funcionaría sí los dispuestos a integrarla ponen sobre la mesa su renuncia a liderarla. Quizá no lo hayan visualizado, pero la salida a ese aparente callejón de salida serían unas elecciones primarias a que los propios partidos coaligados convocaran con tres objetivos definidos: 1) visibilizar ante la sociedad los objetivos del frente; 2) dar credibilidad al proceso electivo y, 3) promocionar al triunfador de la consulta. De esa manera se solventaría el principal, aunque no el único, impedimento para que tuviera alguna perspectiva de éxito ese apenas incipìente proyecto de “Todos unidos contra Morena”.

Sin programa ni liderazgos…

Sin embargo, para hacer realidad un esquema como el esbozado líneas arriba se precisa de políticos con características que, a fuer de ser sincero, no veo en las personalidades que acudieron a la multimencionada reunión. No está claro, tampoco, qué propondrán a la ciudadanía en lugar de los criticados programas de Andrés Manuel que, como se sabe, tienen como premisa luchar contra la corrupción y la desigualdad. Que se sepa, en sus biografías no consta que esas metas hayan sido inquietudes centrales de sus carreras políticas. Para concluir enumero tres requisitos que tendrían que cumplirse para concretar la alianza: 1) que las direcciones nacionales de los partidos participantes en la alianza estatal concedan su venia para las negociaciones; 2) que haya disposición para deponer principios propios en aras de un programa común y, 3) que tras acordar el nombre del candidato al gobierno de Tlaxcala, pacten sin arrebatos las postulaciones a los demás cargos de representación popular en juego, a saber: tres diputaciones federales, quinces locales y cuarenta presidencias municipales. Nada fácil.

La alianza de 1998

En Tlaxcala ya se vivió la experiencia de coaligar partidos subyugados para derrotar a uno dominante. En la última parte del siglo XX existía un pensamiento que compartía -como luego se vió- una mayoría de tlaxcaltecas: desplazar al aborrecido PRI de un poder que había ejercido por largas décadas. El planteamiento hoy es otro: se trata de vencer a un movimiento a cuyo frente está el líder político más popular que ha conocido México desde el general Cárdenas y que está respondiendo a la esperanza revindicativa de decenas de millones de pobres. En aquella etapa final del gobierno del priísta Álvarez Lima, la sociedad deseaba ver a otra formación en el gobierno estatal y, para hacer realidad ese propósito, bastó una iniciativa ciudadana y mucha paciencia negociadora para organizar a las fragmentadas fuerzas opositoras. Aquella alianza triunfó porqué supo interpretar el rechazo existente hacia el partido que hegemonizó toda una época. En la actualidad, sin embargo, la situación es diferente; la gestión de AMLO apenas empieza y las encuestas demuestran que sigue teniendo un enorme respaldo.

ANTENA ESTATAL

Avance modernizador

Impresionante es el calificativo aplicable a la Planta Solar Magdalena II que se construyó en Hueyotlipan. El reportaje publicado por El Sol de Tlaxcala el pasado jueves da cuenta de su enorme dimensión y de la cuantiosa inversión que su construcción supuso. Ese gran proyecto de generación de energía renovable, inaugurado y puesto en marcha un día antes por el gobernador Marco Mena, representa otro paso importantísimo hacia la modernización de Tlaxcala que -hay que saber reconocerlo- ni siquiera avizorábamos apenas hace dos años.

El cálculo de los partidos minoritarios parte de admitir que, si no se unen, serán otra vez vencidos por un lopezobradorismo que mantiene intacta la fidelidad de sus bases populares. Por eso iniciaron ya contactos para construir una alianza electoral amplia.


Los partidos a los que les pasó por encima la ola lopezobradorista en la pasada elección tienen bien claro que, si no se unen en la siguiente, volverán a ser arrollados, particularmente aquí en Tlaxcala, estado donde la formación morenista ganó todos los cargos de representación que estuvieron en juego… salvo uno, que el PRI logró rescatar en tribunales. Ese convencimiento llevó a representantes -oficiosos y no oficiosos- de distintas corrientes ideológicas a reunirse para escuchar ideas, analizar perspectivas, detectar coincidencias y, en la medida de lo posible, tratar de aparcar las diferencias que tienen entre sí con el objeto de evitar ser barridos de nueva cuenta. Los hermana el pánico a verse apartados de los presupuestos públicos y a enfrentar el riesgo siempre presente de que sus partidos pierdan el registro. Cerrada Morena a recibir más desertores de otros institutos, la única otra alternativa que tienen los políticos que se congregaron en el Auditorio de la UAT -sede de ese primer encuentro- es sumar sus diezmados contingentes en una alianza electoral capaz de dar la batalla en el 2021.

Tlaxcala, bastión morenista

Quienes acudieron a esa suerte de convención de desesperados saben que la prédica social y cuasi religiosa del presidente ha calado en la conciencia de las mayorías desposeidas y que, por lo menos en el corto plazo, no dejarán de creer en ella por grandes que sean los errores, desmanes y desfiguros que cometan los lopezobradoristas tlaxcaltecas, incapaces -a año y medio de su triunfo electoral- de formar una organización partidista sólida que controle a sus diputados locales y ponga coto a sus desmedidas ambiciones. Pese a ello, lo probable es que esas evidencias serán ignoradas por el numeroso ejército de personas que viven en pobreza y que seguirán apoyando con sus votos a los candidatos que Morena inscriba en las boletas, máxime si las ayudas directas previstas en los programas federales llegan puntualmente a sus bolsillos. Abrumados ante esa perspectiva, los opositores a la 4T han terminado por aceptar que sólo construyendo un amplio frente “antipejista” podrán atajar una cruzada eminentemente popular que amenaza con dejarlos fuera del juego político por una larga temporada.

Minorías unidas, alternativa posible

La posibilidad aritmética existe; otra cosa es que los convencionistas -por llamarles de alguna forma- tengan la capacidad negociadora que se precisa para materializar, con partidos concurrentes tan diversos, una coalición suficientemente extensa y coherente como para hacerla competitiva. Dificil compatibilizar tantas visiones de la política, sí, mas no imposible. Vale preguntarse: ¿no es Morena una mezcla de gentes del más disimbolo origen? Sólo hay una diferencia que, esa sí, no podrán superar: el amasijo social y político con que se construyó el Movimientio de Regeneración Nacional sí tenía -y tiene- un guía carismático indiscutido como Andrés Manuel; un activo de ese valor aquí no lo hallarán ni buscándolo con lupa. Mas volvamos a la numeralia: revisando las cifras del 2018 en Tlaxcala se comprueba que los sufragios a favor del hoy presidente más que duplicaron los de otros candidatos de su partido, tanto a senadores como a diputados. De esa observación deriva una obviedad: la respuesta del votante no es la misma cuando en la boleta electoral no aparece el nombre del tabasqueño.

  • Cerrada Morena a recibir más desertores de otros institutos, la única otra alternativa que tienen los políticos que se congregaron en el Auditorio de la UAT -sede de ese primer encuentro- es sumar sus diezmados contingentes en una alianza electoral capaz de dar la batalla en el 2021.

Condiciones sine qua nom

No están pues desencaminados quienes piensan que esa sumatoria de voluntades políticas es la única ruta para presentarse ante el electorado como opción alterna al amloísmo. El plan, teóricamente viable en el papel, se tornará irrealizable si no concilian las aspiraciones de aquellos y aquellas que se sienten con merecimientos para encabezarlo. En ausencia de una figura preponderante que al influjo de su empatía los congregue a su alrededor, esa piña de heterogéneos intereses electorales sólo funcionaría sí los dispuestos a integrarla ponen sobre la mesa su renuncia a liderarla. Quizá no lo hayan visualizado, pero la salida a ese aparente callejón de salida serían unas elecciones primarias a que los propios partidos coaligados convocaran con tres objetivos definidos: 1) visibilizar ante la sociedad los objetivos del frente; 2) dar credibilidad al proceso electivo y, 3) promocionar al triunfador de la consulta. De esa manera se solventaría el principal, aunque no el único, impedimento para que tuviera alguna perspectiva de éxito ese apenas incipìente proyecto de “Todos unidos contra Morena”.

Sin programa ni liderazgos…

Sin embargo, para hacer realidad un esquema como el esbozado líneas arriba se precisa de políticos con características que, a fuer de ser sincero, no veo en las personalidades que acudieron a la multimencionada reunión. No está claro, tampoco, qué propondrán a la ciudadanía en lugar de los criticados programas de Andrés Manuel que, como se sabe, tienen como premisa luchar contra la corrupción y la desigualdad. Que se sepa, en sus biografías no consta que esas metas hayan sido inquietudes centrales de sus carreras políticas. Para concluir enumero tres requisitos que tendrían que cumplirse para concretar la alianza: 1) que las direcciones nacionales de los partidos participantes en la alianza estatal concedan su venia para las negociaciones; 2) que haya disposición para deponer principios propios en aras de un programa común y, 3) que tras acordar el nombre del candidato al gobierno de Tlaxcala, pacten sin arrebatos las postulaciones a los demás cargos de representación popular en juego, a saber: tres diputaciones federales, quinces locales y cuarenta presidencias municipales. Nada fácil.

La alianza de 1998

En Tlaxcala ya se vivió la experiencia de coaligar partidos subyugados para derrotar a uno dominante. En la última parte del siglo XX existía un pensamiento que compartía -como luego se vió- una mayoría de tlaxcaltecas: desplazar al aborrecido PRI de un poder que había ejercido por largas décadas. El planteamiento hoy es otro: se trata de vencer a un movimiento a cuyo frente está el líder político más popular que ha conocido México desde el general Cárdenas y que está respondiendo a la esperanza revindicativa de decenas de millones de pobres. En aquella etapa final del gobierno del priísta Álvarez Lima, la sociedad deseaba ver a otra formación en el gobierno estatal y, para hacer realidad ese propósito, bastó una iniciativa ciudadana y mucha paciencia negociadora para organizar a las fragmentadas fuerzas opositoras. Aquella alianza triunfó porqué supo interpretar el rechazo existente hacia el partido que hegemonizó toda una época. En la actualidad, sin embargo, la situación es diferente; la gestión de AMLO apenas empieza y las encuestas demuestran que sigue teniendo un enorme respaldo.

ANTENA ESTATAL

Avance modernizador

Impresionante es el calificativo aplicable a la Planta Solar Magdalena II que se construyó en Hueyotlipan. El reportaje publicado por El Sol de Tlaxcala el pasado jueves da cuenta de su enorme dimensión y de la cuantiosa inversión que su construcción supuso. Ese gran proyecto de generación de energía renovable, inaugurado y puesto en marcha un día antes por el gobernador Marco Mena, representa otro paso importantísimo hacia la modernización de Tlaxcala que -hay que saber reconocerlo- ni siquiera avizorábamos apenas hace dos años.