/ martes 22 de agosto de 2023

Tintero | Ideales políticos, basura pura

La forma de gobernar de quienes en su momento lo hicieron con las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre fue cuestionada, esto por su forma impositiva, abusiva y hasta corrupta.

Cierto, no fue la mejor, pero si algo se les debe reconocer a esas personas fue que, bajo cualquier circunstancia, mantuvieron un código de honor y respetaron sus ideales.

Llegada la sucesión presidencial o gubernamental se asumieron como “hombres de partido” y respetaron la decisión de su mando inmediato. Como en el Ejército mexicano, nunca llevaron la contraria a las jerarquías.

Estuvieron o no de acuerdo, aceptaron las reglas. De la historia inmediata, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, los últimos presidentes priistas, se mantuvieron en la raya y contra lo que se dijo y supo de ellos, nunca renunciaron a las filas del tricolor.

El panista Felipe Calderón Hinojosa, firme a sus convicciones, sigue siendo militante del Partido Acción Nacional y Vicente Fox, aunque con sus arranques de ranchero y loqueras ha apoyado a otros militantes opuestos a su partido, no ha renunciado al llamado “instituto del bolillo”.

Pero las cosas cambiaron. En política se perdieron los ideales. ¿Qué es un ideal? Estándar de perfección o excelencia. Conjunto de valores, creencias o ideas, en especial si rigen su comportamiento ético. Una persona que defiende sus principios.

Ahora es basura pura. Tampoco es para sorprenderse. Desde la antigua Roma han existido las traiciones de quienes ejercieron el poder.

No vamos tan lejos. En la entidad, Mariano González Zarur tuvo un conflicto interno al momento de decidir a su sucesor. Había tres nombres y, en ese orden, en quienes en forma de ver las cosas, creía en su lealtad: Ricardo García Portilla, Anabel Ávalos Zempoalteca y Marco Antonio Mena Rodríguez.

Tomó una determinación, según él, la mejor. A García Portilla de entrada lo descartó por rebelde y porque no sería sometido a sus intereses y a Ávalos porque como secretaria de Gobierno e iniciativa propia, trató de resolver el conflicto legal de la Plaza Bicentenario que había heredado del antecesor Héctor Ortiz Ortiz.

Así fue la situación. Ante la cerrazón de González Zarur, el entonces y ahora rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) Serafín Ortiz, tomó el teléfono, llamó con cordialidad a Anabel Ávalos y ofreció ceder la posesión de la obra qué su hermano Héctor le dejó en comodato, a cambio de que el gobierno estatal cumpliera con el compromiso económico oficial con la universidad y dejara en paz a su familiar a quien buscó, pero no pudo llevar a la cárcel por supuestos actos de corrupción.

Solo que González Zarur, como es él, explotó en cólera y despidió a la funcionaria. Inmediatamente después, convocó a su despacho a Mena Rodríguez, el más gris diputado, coordinador de los legisladores priistas y de parapeto secretario de Turismo. Quien esto escribe, tuvo conocimiento de ello.

-“Serás candidato” (al gobierno estatal), le dijo.

-“Gracias señor”, respondió.

Pero debo preguntarte algo. Competirás con tu familiar político, Lorena Cuéllar, ¿Serás leal a mí?

-“Cuente con ello”, señor.

La petición fue porque como diputada y presidenta de Tlaxcala capital, la hoy jefa del Ejecutivo estatal, sostuvo a Fabricio Mena, su familiar político y hermano de Marco, como encargado de las finanzas del Congreso local. Todos los diputados estaban sometidos a sus órdenes. Fue un funcionario con mayores facultades que un congresista

Pero no sólo eso. Este ahora diputado es el gran negociador de la familia Mena en los negocios de gasolineras. El señor, siendo su hermano el gobernador, citó a un empresario del ramo y le ofreció comprar sus acciones. De hecho, puso sobre la mesa una oferta económica.

-“No están en venta”, fue la respuesta.

Entonces, atente a las consecuencias, fue la advertencia.

Y sí, de la noche a la mañana, llegó personal del gobierno estatal buscando supuestas anomalías en los negocios del empresario y no las hallaron. Así operan los Mena.

Ahora Marco fue nombrado director de la Lotería Nacional con el apoyo de Movimiento Regeneración Nacional. Poquitero. Sus antecesores tienen cargos de mayor nivel.

Explico: Beatriz Paredes Rangel es aspirante a presidenta de México; cuando terminó su mandato, José Antonio Álvarez Lima, fue nombrado embajador en Portugal, sede de la diplomacia en el mundo, Héctor Ortiz controla la llamada “casa de estudios” de Tlaxcala y tiene nivel político en la entidad y Alfonso Sánchez Anaya es oficial Mayor de la Guardia Nacional. Mena Rodríguez da pena.

EPÍLOGO...

1.-FUNCIONARIO DE PAPEL. Sergio González, a quienes en Texoloc apodan el “perro negro”, solo sirve para dos cosas como secretario de Gobierno: para nada, y ahora busca ser diputado federal para después alcanzar la candidatura al gobierno estatal. Vive de ilusiones, los que están en el ánimo de la Gobernadora son, en ese orden, Carlos Augusto Pérez y Homero Meneses. Al tiempo.


La forma de gobernar de quienes en su momento lo hicieron con las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) siempre fue cuestionada, esto por su forma impositiva, abusiva y hasta corrupta.

Cierto, no fue la mejor, pero si algo se les debe reconocer a esas personas fue que, bajo cualquier circunstancia, mantuvieron un código de honor y respetaron sus ideales.

Llegada la sucesión presidencial o gubernamental se asumieron como “hombres de partido” y respetaron la decisión de su mando inmediato. Como en el Ejército mexicano, nunca llevaron la contraria a las jerarquías.

Estuvieron o no de acuerdo, aceptaron las reglas. De la historia inmediata, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, José López Portillo, Miguel de la Madrid Hurtado, Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo Ponce de León, los últimos presidentes priistas, se mantuvieron en la raya y contra lo que se dijo y supo de ellos, nunca renunciaron a las filas del tricolor.

El panista Felipe Calderón Hinojosa, firme a sus convicciones, sigue siendo militante del Partido Acción Nacional y Vicente Fox, aunque con sus arranques de ranchero y loqueras ha apoyado a otros militantes opuestos a su partido, no ha renunciado al llamado “instituto del bolillo”.

Pero las cosas cambiaron. En política se perdieron los ideales. ¿Qué es un ideal? Estándar de perfección o excelencia. Conjunto de valores, creencias o ideas, en especial si rigen su comportamiento ético. Una persona que defiende sus principios.

Ahora es basura pura. Tampoco es para sorprenderse. Desde la antigua Roma han existido las traiciones de quienes ejercieron el poder.

No vamos tan lejos. En la entidad, Mariano González Zarur tuvo un conflicto interno al momento de decidir a su sucesor. Había tres nombres y, en ese orden, en quienes en forma de ver las cosas, creía en su lealtad: Ricardo García Portilla, Anabel Ávalos Zempoalteca y Marco Antonio Mena Rodríguez.

Tomó una determinación, según él, la mejor. A García Portilla de entrada lo descartó por rebelde y porque no sería sometido a sus intereses y a Ávalos porque como secretaria de Gobierno e iniciativa propia, trató de resolver el conflicto legal de la Plaza Bicentenario que había heredado del antecesor Héctor Ortiz Ortiz.

Así fue la situación. Ante la cerrazón de González Zarur, el entonces y ahora rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) Serafín Ortiz, tomó el teléfono, llamó con cordialidad a Anabel Ávalos y ofreció ceder la posesión de la obra qué su hermano Héctor le dejó en comodato, a cambio de que el gobierno estatal cumpliera con el compromiso económico oficial con la universidad y dejara en paz a su familiar a quien buscó, pero no pudo llevar a la cárcel por supuestos actos de corrupción.

Solo que González Zarur, como es él, explotó en cólera y despidió a la funcionaria. Inmediatamente después, convocó a su despacho a Mena Rodríguez, el más gris diputado, coordinador de los legisladores priistas y de parapeto secretario de Turismo. Quien esto escribe, tuvo conocimiento de ello.

-“Serás candidato” (al gobierno estatal), le dijo.

-“Gracias señor”, respondió.

Pero debo preguntarte algo. Competirás con tu familiar político, Lorena Cuéllar, ¿Serás leal a mí?

-“Cuente con ello”, señor.

La petición fue porque como diputada y presidenta de Tlaxcala capital, la hoy jefa del Ejecutivo estatal, sostuvo a Fabricio Mena, su familiar político y hermano de Marco, como encargado de las finanzas del Congreso local. Todos los diputados estaban sometidos a sus órdenes. Fue un funcionario con mayores facultades que un congresista

Pero no sólo eso. Este ahora diputado es el gran negociador de la familia Mena en los negocios de gasolineras. El señor, siendo su hermano el gobernador, citó a un empresario del ramo y le ofreció comprar sus acciones. De hecho, puso sobre la mesa una oferta económica.

-“No están en venta”, fue la respuesta.

Entonces, atente a las consecuencias, fue la advertencia.

Y sí, de la noche a la mañana, llegó personal del gobierno estatal buscando supuestas anomalías en los negocios del empresario y no las hallaron. Así operan los Mena.

Ahora Marco fue nombrado director de la Lotería Nacional con el apoyo de Movimiento Regeneración Nacional. Poquitero. Sus antecesores tienen cargos de mayor nivel.

Explico: Beatriz Paredes Rangel es aspirante a presidenta de México; cuando terminó su mandato, José Antonio Álvarez Lima, fue nombrado embajador en Portugal, sede de la diplomacia en el mundo, Héctor Ortiz controla la llamada “casa de estudios” de Tlaxcala y tiene nivel político en la entidad y Alfonso Sánchez Anaya es oficial Mayor de la Guardia Nacional. Mena Rodríguez da pena.

EPÍLOGO...

1.-FUNCIONARIO DE PAPEL. Sergio González, a quienes en Texoloc apodan el “perro negro”, solo sirve para dos cosas como secretario de Gobierno: para nada, y ahora busca ser diputado federal para después alcanzar la candidatura al gobierno estatal. Vive de ilusiones, los que están en el ánimo de la Gobernadora son, en ese orden, Carlos Augusto Pérez y Homero Meneses. Al tiempo.