/ martes 27 de junio de 2023

Tintero | Sindicatos, el gran negocio

Los sindicatos surgieron con el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Era una forma de presionar a los trabajadores de las empresas para negociar votos a cambio de canonjías, pero ya no funcionan.

Servían a los partidos políticos, a los presidentes de la República y gobernadores. De hecho, el fallecido líder de la Central de Trabajadores de México (CTM), Fidel Velázquez, decidió que su organismo determinó que, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, ese 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Baja California, fuera Ernesto Zedillo Ponce de León, el nuevo candidato del PRI. Claro, por órdenes de Carlos Salinas de Gortari, entonces titular del Ejecutivo de la Nación.

En la campaña de ese tiempo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, examigo del hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, estaba en el zócalo capitalino. Su vocero se acercó a él y le dio una tarjeta que decía: "señor, mataron a Colosio y el Estado Mayor Presidencial, me dice que tiene que irse de este lugar”.

Con el apoyo de personal del Ejército especializado en seguridad, Cárdenas abordó una camioneta y en Santa Elena, Panotla, lo recibió otra escolta por indicaciones de Salinas a quien ahora López llama el “jefe de la mafia” de este país.

El reportero Pedro Morales (+) y quien esto escribe, entrevistamos al entonces candidato del Partido de la Revolución Democrática a la presidencia de la República. Tenía miedo y eso lo expresó.

Se lo llevaron bien escoltado a lo que ahora es la Ciudad de México, antes Distrito Federal.

Reitero, una vez que asesinaron a Colosio, el líder obrero destapó como candidato oficial del PRI a Ernesto Zedillo.

Así funcionaban las cosas. Pero se acabó, los sindicatos ya no representan nada. Solo operan para extorsionar a los empresarios y políticos.

Los líderes son manipuladores. Salvo el dirigente de la CTM en Tlaxcala, Pascual Grande, que se ha ganado el respeto de los obreros, los demás hallaron el “caminito” para sus beneficios personales.

Entiendo que es una regla para ellos, que deciden cuando irse o renunciar a su cargo, pero hay quienes abusan, por ejemplo, Enrique García Peregrina tiene muchos años en el cargo, ya hasta hizo raíces y el líder de la CROC, Justino Hernández Xolocotzi, hizo del sindicato su negocio.

Los líderes operan así: hacen contratos salariales, supuestos aumentos e impulsos laborales, pero solo juegan con la gente.

Los empresarios solo deben ajustarse a la ley. Cada uno de mayo, el Día de Trabajo, es la misma cantaleta con sus marchas y protestas.

Ya molestan con el tema de que luchan por sus derechos. ¿Y quiénes son directivos empresariales a dónde pueden recurrir?

La ley debe cambiar, pero es evidente que es puro negocio.

Los sindicados son un poder que ningún presidente de la República o gobernador han podido combatir.

Ninguna ley los regula. Por ejemplo, si una persona desea construir una propiedad, en lugar de solicitar un permiso oficial, debe tener la autorización de un sindicato.

¿Quién lo permite? Es un abuso.

De hecho tienen autoridad para, según ellos, cancelar una obra.

Por qué el gobierno lo permite. Incluso ofrecen placas de sus entes a cambio de 300 pesos para que los trabajadores puedan estar laborando sin molestarlos. Es un exceso. Al tiempo.


EPÍLOGO

1.-¿Y EL ORDEN? La gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros decretó que ningún negocio debe vender a determinado tiempo bebidas alcohólicas, pero nadie le hizo caso, menos el alcalde de Tlaxcala, Jorge Corichi. Eso sí, la Coeprist solo regula los tendejones, no los bares o antros.

Los sindicatos surgieron con el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Era una forma de presionar a los trabajadores de las empresas para negociar votos a cambio de canonjías, pero ya no funcionan.

Servían a los partidos políticos, a los presidentes de la República y gobernadores. De hecho, el fallecido líder de la Central de Trabajadores de México (CTM), Fidel Velázquez, decidió que su organismo determinó que, tras el asesinato de Luis Donaldo Colosio, ese 23 de marzo de 1994 en Lomas Taurinas, Baja California, fuera Ernesto Zedillo Ponce de León, el nuevo candidato del PRI. Claro, por órdenes de Carlos Salinas de Gortari, entonces titular del Ejecutivo de la Nación.

En la campaña de ese tiempo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, examigo del hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, estaba en el zócalo capitalino. Su vocero se acercó a él y le dio una tarjeta que decía: "señor, mataron a Colosio y el Estado Mayor Presidencial, me dice que tiene que irse de este lugar”.

Con el apoyo de personal del Ejército especializado en seguridad, Cárdenas abordó una camioneta y en Santa Elena, Panotla, lo recibió otra escolta por indicaciones de Salinas a quien ahora López llama el “jefe de la mafia” de este país.

El reportero Pedro Morales (+) y quien esto escribe, entrevistamos al entonces candidato del Partido de la Revolución Democrática a la presidencia de la República. Tenía miedo y eso lo expresó.

Se lo llevaron bien escoltado a lo que ahora es la Ciudad de México, antes Distrito Federal.

Reitero, una vez que asesinaron a Colosio, el líder obrero destapó como candidato oficial del PRI a Ernesto Zedillo.

Así funcionaban las cosas. Pero se acabó, los sindicatos ya no representan nada. Solo operan para extorsionar a los empresarios y políticos.

Los líderes son manipuladores. Salvo el dirigente de la CTM en Tlaxcala, Pascual Grande, que se ha ganado el respeto de los obreros, los demás hallaron el “caminito” para sus beneficios personales.

Entiendo que es una regla para ellos, que deciden cuando irse o renunciar a su cargo, pero hay quienes abusan, por ejemplo, Enrique García Peregrina tiene muchos años en el cargo, ya hasta hizo raíces y el líder de la CROC, Justino Hernández Xolocotzi, hizo del sindicato su negocio.

Los líderes operan así: hacen contratos salariales, supuestos aumentos e impulsos laborales, pero solo juegan con la gente.

Los empresarios solo deben ajustarse a la ley. Cada uno de mayo, el Día de Trabajo, es la misma cantaleta con sus marchas y protestas.

Ya molestan con el tema de que luchan por sus derechos. ¿Y quiénes son directivos empresariales a dónde pueden recurrir?

La ley debe cambiar, pero es evidente que es puro negocio.

Los sindicados son un poder que ningún presidente de la República o gobernador han podido combatir.

Ninguna ley los regula. Por ejemplo, si una persona desea construir una propiedad, en lugar de solicitar un permiso oficial, debe tener la autorización de un sindicato.

¿Quién lo permite? Es un abuso.

De hecho tienen autoridad para, según ellos, cancelar una obra.

Por qué el gobierno lo permite. Incluso ofrecen placas de sus entes a cambio de 300 pesos para que los trabajadores puedan estar laborando sin molestarlos. Es un exceso. Al tiempo.


EPÍLOGO

1.-¿Y EL ORDEN? La gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros decretó que ningún negocio debe vender a determinado tiempo bebidas alcohólicas, pero nadie le hizo caso, menos el alcalde de Tlaxcala, Jorge Corichi. Eso sí, la Coeprist solo regula los tendejones, no los bares o antros.