/ viernes 22 de junio de 2018

¡VAMOS A VOTAR!

Históricamente, la participación de los ciudadanos para elegir a sus gobernantes ha transitado por eventos y acontecimientos muy significativos, logrando, en el proceso, la participación de las mujeres y los jóvenes para ejercer sus derechos políticos; por ello, este pronunciamiento, presupone la concientización de estos grupos en la consolidación de esa pretendida democracia, en este caso, su papel -de las mujeres y los jóvenes- será fundamental en la modificación de las condiciones en que se encuentra actualmente la sociedad. Desde luego, si esa participación es debidamente razonada se posibilitará la constitución de un gobierno al que todos aspiramos y merecemos.

Para ilustrar, sucintamente y sin pragmatismos, las conquistas ciudadanas en relación al voto, es importante recordar que, por ejemplo, a finales del siglo XIX, se inició la lucha de las mujeres en su exigencia para ser consideradas ciudadanas y tener el derecho a votar. Se dice que estas ideas de autonomía de las mujeres se dan a partir del auge de algunas publicaciones de la época y gracias a un artículo publicado en la revista “Las violetas del Anáhuac”, en cuyo contenido se reclamaba ese derecho; a partir de ese momento se esparció la idea del sufragio femenino, de igual manera se empezaron a formar agrupaciones de mujeres en pro de ese derecho, siendo una de las pioneras “las hijas de Cuauhtémoc”.

En el año de 1923, se convoca al Primer Congreso Nacional Feminista por la Sección Mexicana de la Liga Panamericana de Mujeres, donde se demandaba, entre otros asuntos, la igualdad civil para que la mujer pudiera ser candidata a cargos administrativos al igual que a emitir el sufragio.

Dentro del periodo de gobierno de Lázaro Cárdenas, en 1937, el presidente envía una iniciativa a la cámara de Senadores para que las mujeres pudieran obtener la ciudadanía y así mismo el voto. Cárdenas afirmaba que “En México el hombre y la mujer adolecen paralelamente de la misma deficiencia de preparación de educación y de cultura”. Sin embargo, al presuponerse una postura conservadurista y de influencia por parte de la postura conservadurista influenciada por la religión, el voto femenino fue retrasado.

Siendo presidente Miguel Alemán, en 1946, aprobó una iniciativa para que el artículo 115 constitucional estableciera la participación de las mujeres en las elecciones municipales en igualdad de condiciones que los hombres, aunado a ello se pretendía lograr el voto en las elecciones federales.

Es hasta el 17 de octubre de 1953 que se publicó la adición al artículo 34 constitucional donde se estableció “Son ciudadanos de la República los varones y mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: Haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no los son, y tener un modo honesto de vivir”. Desde luego que esta conquista debe atribuírsele, en una primera instancia, al llamado de la ONU a sus países miembros para reconocer los derechos políticos de las mujeres; fue así que la mujer obtuvo su derecho a votar y a ser reconocida como ciudadana; aunque nuestro país fue el último en Latinoamérica para consolidar este derecho. Finalmente, el 3 de julio de 1955, siendo presidente Adolfo Ruiz Cortines, las mujeres acudieron por primera vez a las urnas para elegir a diputados federales.

Con estos antecedentes, la figura de los jóvenes, recibía también los beneficios conseguidos para el ejercicio de los derechos políticos; estableciéndose, por decreto del 22 de diciembre de 1969, la ciudadanía a los 18 años, ya no a los 21; hecho ocurrido durante el periodo de gobierno de Gustavo Diaz Ordaz; quedando el texto del artículo 34 constitucional de la siguiente manera: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que teniendo la calidad de mexicanos reúnan además, los siguientes requisitos: I.- Haber cumplido los 18 años y II.- Tener un modo honesto de vivir.

Este reconocimiento, se dice, fue una consecuencia de lo ocurrido en el año precedente, al considerarse que sería bien vista por los jóvenes de entonces, aunque esto no fuera parte de sus demandas. Asimismo, esta reducción, obligó a disminuir la edad requerida para aspirar a un cargo de elección popular, diputados 21 años y senadores 30 años.

Sirva esta limitada cronología, justamente, para reavivar, este proceso de conquista, se reitera, en el ánimo de inspirar y alentar la participación de todos aquellos, en independencia de su género y edad, a participar en la próxima jornada electoral; la lucha anticipada no debe ser estéril, por el contrario, debe estimular a ser parte del cambio, para seguir en ese proceso de democratización, es decir, el voto, significa, ser parte constitutiva de un cambio radical para beneficio del pueblo y de todos aquellos que son parte de él.

Sin duda, para quienes aseguran que la culminación de todo este proceso electoral, también tendrá su adjetivo de histórico, no habrán de equivocarse; la elección de los futuros gobernantes, tendrá una gran diversidad de expresiones; pero dentro de lo importante, será la convocatoria y participación de las mujeres y los jóvenes; pues en ellos radica el futuro de bienestar particular y colectivo, el cambio, en este sentido, así parece evidenciarse, sería lo bueno que habrá de venir como consecuencia del involucramiento de los ciudadanos.

Sin dejar de ser plenamente importante la participación de la gente en las elecciones del día uno de julio; deben agregarse algunos otros criterios respecto de la elección de los aspirantes; verbigracia, la consideración de los perfiles indicados para ello: preparación, vocación de servicio, trayectoria, interés por la resolución de problemas, propuestas para el beneficio colectivo, siendo base, estos principios, para lograr una permanente justicia social.

Tampoco se puede omitir la concepción que deben tener los candidatos respecto de ese arte de gobernar, la disposición de hacerlo, implica el constante acercamiento con las personas, escuchar sus demandas y darle respuesta para resolverlos; esa es una forma de comprender a quienes serán encargados de hacer buena política; de igual manera, será como el aseguramiento de construir las mejores formas para edificar el nuevo rumbo de la sociedad; por lo tanto, sin temor, con buena voluntad y con decisión se debe entender, en este proceso, más que un derecho será una obligación el acudir a las urnas; así es que, todos juntos ¡vamos a votar!




Históricamente, la participación de los ciudadanos para elegir a sus gobernantes ha transitado por eventos y acontecimientos muy significativos, logrando, en el proceso, la participación de las mujeres y los jóvenes para ejercer sus derechos políticos; por ello, este pronunciamiento, presupone la concientización de estos grupos en la consolidación de esa pretendida democracia, en este caso, su papel -de las mujeres y los jóvenes- será fundamental en la modificación de las condiciones en que se encuentra actualmente la sociedad. Desde luego, si esa participación es debidamente razonada se posibilitará la constitución de un gobierno al que todos aspiramos y merecemos.

Para ilustrar, sucintamente y sin pragmatismos, las conquistas ciudadanas en relación al voto, es importante recordar que, por ejemplo, a finales del siglo XIX, se inició la lucha de las mujeres en su exigencia para ser consideradas ciudadanas y tener el derecho a votar. Se dice que estas ideas de autonomía de las mujeres se dan a partir del auge de algunas publicaciones de la época y gracias a un artículo publicado en la revista “Las violetas del Anáhuac”, en cuyo contenido se reclamaba ese derecho; a partir de ese momento se esparció la idea del sufragio femenino, de igual manera se empezaron a formar agrupaciones de mujeres en pro de ese derecho, siendo una de las pioneras “las hijas de Cuauhtémoc”.

En el año de 1923, se convoca al Primer Congreso Nacional Feminista por la Sección Mexicana de la Liga Panamericana de Mujeres, donde se demandaba, entre otros asuntos, la igualdad civil para que la mujer pudiera ser candidata a cargos administrativos al igual que a emitir el sufragio.

Dentro del periodo de gobierno de Lázaro Cárdenas, en 1937, el presidente envía una iniciativa a la cámara de Senadores para que las mujeres pudieran obtener la ciudadanía y así mismo el voto. Cárdenas afirmaba que “En México el hombre y la mujer adolecen paralelamente de la misma deficiencia de preparación de educación y de cultura”. Sin embargo, al presuponerse una postura conservadurista y de influencia por parte de la postura conservadurista influenciada por la religión, el voto femenino fue retrasado.

Siendo presidente Miguel Alemán, en 1946, aprobó una iniciativa para que el artículo 115 constitucional estableciera la participación de las mujeres en las elecciones municipales en igualdad de condiciones que los hombres, aunado a ello se pretendía lograr el voto en las elecciones federales.

Es hasta el 17 de octubre de 1953 que se publicó la adición al artículo 34 constitucional donde se estableció “Son ciudadanos de la República los varones y mujeres que, teniendo la calidad de mexicanos, reúnan, además, los siguientes requisitos: Haber cumplido 18 años, siendo casados, o 21 si no los son, y tener un modo honesto de vivir”. Desde luego que esta conquista debe atribuírsele, en una primera instancia, al llamado de la ONU a sus países miembros para reconocer los derechos políticos de las mujeres; fue así que la mujer obtuvo su derecho a votar y a ser reconocida como ciudadana; aunque nuestro país fue el último en Latinoamérica para consolidar este derecho. Finalmente, el 3 de julio de 1955, siendo presidente Adolfo Ruiz Cortines, las mujeres acudieron por primera vez a las urnas para elegir a diputados federales.

Con estos antecedentes, la figura de los jóvenes, recibía también los beneficios conseguidos para el ejercicio de los derechos políticos; estableciéndose, por decreto del 22 de diciembre de 1969, la ciudadanía a los 18 años, ya no a los 21; hecho ocurrido durante el periodo de gobierno de Gustavo Diaz Ordaz; quedando el texto del artículo 34 constitucional de la siguiente manera: “Son ciudadanos de la República los varones y las mujeres que teniendo la calidad de mexicanos reúnan además, los siguientes requisitos: I.- Haber cumplido los 18 años y II.- Tener un modo honesto de vivir.

Este reconocimiento, se dice, fue una consecuencia de lo ocurrido en el año precedente, al considerarse que sería bien vista por los jóvenes de entonces, aunque esto no fuera parte de sus demandas. Asimismo, esta reducción, obligó a disminuir la edad requerida para aspirar a un cargo de elección popular, diputados 21 años y senadores 30 años.

Sirva esta limitada cronología, justamente, para reavivar, este proceso de conquista, se reitera, en el ánimo de inspirar y alentar la participación de todos aquellos, en independencia de su género y edad, a participar en la próxima jornada electoral; la lucha anticipada no debe ser estéril, por el contrario, debe estimular a ser parte del cambio, para seguir en ese proceso de democratización, es decir, el voto, significa, ser parte constitutiva de un cambio radical para beneficio del pueblo y de todos aquellos que son parte de él.

Sin duda, para quienes aseguran que la culminación de todo este proceso electoral, también tendrá su adjetivo de histórico, no habrán de equivocarse; la elección de los futuros gobernantes, tendrá una gran diversidad de expresiones; pero dentro de lo importante, será la convocatoria y participación de las mujeres y los jóvenes; pues en ellos radica el futuro de bienestar particular y colectivo, el cambio, en este sentido, así parece evidenciarse, sería lo bueno que habrá de venir como consecuencia del involucramiento de los ciudadanos.

Sin dejar de ser plenamente importante la participación de la gente en las elecciones del día uno de julio; deben agregarse algunos otros criterios respecto de la elección de los aspirantes; verbigracia, la consideración de los perfiles indicados para ello: preparación, vocación de servicio, trayectoria, interés por la resolución de problemas, propuestas para el beneficio colectivo, siendo base, estos principios, para lograr una permanente justicia social.

Tampoco se puede omitir la concepción que deben tener los candidatos respecto de ese arte de gobernar, la disposición de hacerlo, implica el constante acercamiento con las personas, escuchar sus demandas y darle respuesta para resolverlos; esa es una forma de comprender a quienes serán encargados de hacer buena política; de igual manera, será como el aseguramiento de construir las mejores formas para edificar el nuevo rumbo de la sociedad; por lo tanto, sin temor, con buena voluntad y con decisión se debe entender, en este proceso, más que un derecho será una obligación el acudir a las urnas; así es que, todos juntos ¡vamos a votar!