/ miércoles 18 de agosto de 2021

Visión Empresarial | Los retos de un México en pandemia

De acuerdo con la última medición de la pobreza de CONEVAL, en nuestro país, del 2018 al 2020, la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 por ciento a 43.9 por ciento; es decir, el número de personas en pobreza pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas. En cuanto a la pobreza extrema, ésta aumentó de 7.0 por ciento a 8.5 por ciento, pasando de 8.7 a 10.8 millones de personas en esta situación.

Hay dos datos que no están convergiendo; por un lado, las cifras del INEGI y los análisis del CONEVAL confirman que el número de personas en condición de pobreza aumentó; y por otra parte, el gasto público del Gobierno federal destinado a programas sociales ha alcanzado niveles récord.

Con respecto a las carencias sociales, el mayor cambio es un aumento de 12 por ciento en la carencia de servicios de salud, que pasó de 16.2 por ciento a 28.2 por ciento. Y la carencia por acceso a la seguridad social, si bien, mostró una disminución, es la carencia social que presenta la incidencia más alta en 2020 con el 52 por ciento de la población.

La principal razón de estos hechos es la disminución en los ingresos. Por lo que nos indica la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), se sabe que la caída en los ingresos totales de los hogares se debe a una contracción en los ingresos laborales. Adicionalmente, el Índice de Precios de la Canasta de Consumo Mínimo (Canasta Básica), se incrementó 6.8 por ciento en el último año. La creciente inflación significa que el salario de las personas alcanza para menos bienes y servicios.

De igual manera, se debe considerar que, según la ENIGH, durante 2020 sólo el 30 por ciento de los hogares en el país fueron beneficiarios de algún programa social, no el 70 por ciento como lo han advertido las autoridades federales. Es importante recalcar que el máximo histórico se registró en 2016 con 31por ciento.

En 2020, sólo 37 por ciento de los hogares más pobres (del primer decil) eran beneficiarios de programas sociales, a pesar de ser el decil con mayor porcentaje de hogares beneficiados, la diferencia con el decil 10 es de tan sólo 15 puntos porcentuales (en el decil 10 el 22 por ciento de los hogares son beneficiarios de algún programa social). Esto habla de la necesidad de que la política social se focalice, no se universalice; para que los programas resulten eficaces deben recibirlos quienes realmente los necesitan.

En 2018, Prospera llegaba al 18 por ciento de los hogares, en 2020 ningún programa lo ha superado. La Pensión a Adultos Mayores alcanza el 15 por ciento, la Beca Benito Juárez para Educación Media Superior y Educación Básica llega al 6 por ciento de los hogares y Jóvenes Construyendo el Futuro al 1 por ciento.

La pandemia por Covid-19 ha significado una doble amenaza: para la salud y la economía de los mexicanos. Uno de los efectos más visibles es el desempleo y la consecuente pérdida de ingresos.

Actualmente, se destinan 273 mil millones de pesos para nueve programas sociales considerados prioritarios a nivel federal, pero es insostenible que se haga este esfuerzo económico y el resultado sea el incremento en el número de personas en pobreza.

Es fundamental y prioritario que exista transparencia en la operación de los programas sociales. Por ello, insistimos en la creación de un padrón único de beneficiarios, que aglutine los programas sociales de los tres órdenes de gobierno. Con esta herramienta se evitaría la duplicidad de programas, se identificaría a quienes realmente necesitan el apoyo y se evitaría el clientelismo.

La política social debe dar un viraje para poner en el centro -no el reparto de transferencias- sino a las personas y sus necesidades. No habrá presupuesto que alcance si la apuesta es por la universalización y no por la focalización de apoyos.

La política social es la vacuna contra la pobreza, en el sector patronal queremos que no haya un sólo hogar en el que falte alimento en su mesa; de nuestro lado trabajamos para que quien perdió su empleo pueda recuperarlo. También impulsamos una Nueva Cultura Salarial para que el salario mínimo se incremente más que la inflación y alcance para cubrir satisfactoriamente las necesidades de los hogares. Creemos en una economía social que se base en la justicia, la equidad y la igualdad de oportunidades.

  • * Presidente de la COPARMEX Tlaxcala

De acuerdo con la última medición de la pobreza de CONEVAL, en nuestro país, del 2018 al 2020, la población en situación de pobreza aumentó de 41.9 por ciento a 43.9 por ciento; es decir, el número de personas en pobreza pasó de 51.9 a 55.7 millones de personas. En cuanto a la pobreza extrema, ésta aumentó de 7.0 por ciento a 8.5 por ciento, pasando de 8.7 a 10.8 millones de personas en esta situación.

Hay dos datos que no están convergiendo; por un lado, las cifras del INEGI y los análisis del CONEVAL confirman que el número de personas en condición de pobreza aumentó; y por otra parte, el gasto público del Gobierno federal destinado a programas sociales ha alcanzado niveles récord.

Con respecto a las carencias sociales, el mayor cambio es un aumento de 12 por ciento en la carencia de servicios de salud, que pasó de 16.2 por ciento a 28.2 por ciento. Y la carencia por acceso a la seguridad social, si bien, mostró una disminución, es la carencia social que presenta la incidencia más alta en 2020 con el 52 por ciento de la población.

La principal razón de estos hechos es la disminución en los ingresos. Por lo que nos indica la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH), se sabe que la caída en los ingresos totales de los hogares se debe a una contracción en los ingresos laborales. Adicionalmente, el Índice de Precios de la Canasta de Consumo Mínimo (Canasta Básica), se incrementó 6.8 por ciento en el último año. La creciente inflación significa que el salario de las personas alcanza para menos bienes y servicios.

De igual manera, se debe considerar que, según la ENIGH, durante 2020 sólo el 30 por ciento de los hogares en el país fueron beneficiarios de algún programa social, no el 70 por ciento como lo han advertido las autoridades federales. Es importante recalcar que el máximo histórico se registró en 2016 con 31por ciento.

En 2020, sólo 37 por ciento de los hogares más pobres (del primer decil) eran beneficiarios de programas sociales, a pesar de ser el decil con mayor porcentaje de hogares beneficiados, la diferencia con el decil 10 es de tan sólo 15 puntos porcentuales (en el decil 10 el 22 por ciento de los hogares son beneficiarios de algún programa social). Esto habla de la necesidad de que la política social se focalice, no se universalice; para que los programas resulten eficaces deben recibirlos quienes realmente los necesitan.

En 2018, Prospera llegaba al 18 por ciento de los hogares, en 2020 ningún programa lo ha superado. La Pensión a Adultos Mayores alcanza el 15 por ciento, la Beca Benito Juárez para Educación Media Superior y Educación Básica llega al 6 por ciento de los hogares y Jóvenes Construyendo el Futuro al 1 por ciento.

La pandemia por Covid-19 ha significado una doble amenaza: para la salud y la economía de los mexicanos. Uno de los efectos más visibles es el desempleo y la consecuente pérdida de ingresos.

Actualmente, se destinan 273 mil millones de pesos para nueve programas sociales considerados prioritarios a nivel federal, pero es insostenible que se haga este esfuerzo económico y el resultado sea el incremento en el número de personas en pobreza.

Es fundamental y prioritario que exista transparencia en la operación de los programas sociales. Por ello, insistimos en la creación de un padrón único de beneficiarios, que aglutine los programas sociales de los tres órdenes de gobierno. Con esta herramienta se evitaría la duplicidad de programas, se identificaría a quienes realmente necesitan el apoyo y se evitaría el clientelismo.

La política social debe dar un viraje para poner en el centro -no el reparto de transferencias- sino a las personas y sus necesidades. No habrá presupuesto que alcance si la apuesta es por la universalización y no por la focalización de apoyos.

La política social es la vacuna contra la pobreza, en el sector patronal queremos que no haya un sólo hogar en el que falte alimento en su mesa; de nuestro lado trabajamos para que quien perdió su empleo pueda recuperarlo. También impulsamos una Nueva Cultura Salarial para que el salario mínimo se incremente más que la inflación y alcance para cubrir satisfactoriamente las necesidades de los hogares. Creemos en una economía social que se base en la justicia, la equidad y la igualdad de oportunidades.

  • * Presidente de la COPARMEX Tlaxcala