/ viernes 5 de agosto de 2022

Anatomía de lo social | Levedad

Produce una inmensa tristeza pensar

que la naturaleza habla mientras

el género humano no escucha.

Víctor Hugo

No se puede negar el desinterés colectivo ante un fenómeno global, manifestado de diferentes formas, sin consideración a las consecuencias futuras, a pesar de las evidencias mostradas, no solo mediáticamente, sino en un comportamiento cotidiano de la naturaleza; sin embargo, con todo y los daños causados por el cambio climático, se han minimizado sus efectos, quedándose en comentarios aislados sin un fundamento racional, además de la desvinculación entre gobierno y sociedad, cuando deberían establecerse sinergias de participación colectiva, cuyo propósito sea cuidar el medio ambiente para beneficio de la vida.

Dicho de otra manera, en las circunstancias actuales, la problemática creciente por esta severa crisis climática requiere de una colaboración efectiva, no solo en los ámbitos institucionales, sino además, de la participación ciudadana, cambiando, en una primera instancia, la indiferencia ante el derroche y desperdicio, de la contaminación del aire que se respira, de concientización para mejorar las formas de distribución de los recursos naturales en aquellas zonas donde, por las mismas circunstancias, carecen de lo elemental, como en el caso del agua.

Desde luego, existen otros factores que inciden en la destrucción paulatina del entorno, y son todos aquellos actos de corrupción que han permitido el saqueo y explotación de los recursos para intereses particulares, por ejemplo, la permisibilidad que se les ha otorgado a grandes industrias, como aquellas que se aprovechan de los combustibles fósiles y las extractivas, para abastecerse de enormes fuentes naturales, logrando amasar grandes fortunas pero que son contribuyentes de la contaminación ambiental y provocadoras del efecto invernadero, causando daños irreparables a la naturaleza.

En contrasentido a los severos daños causados por el mismo hombre, han surgido promotores y acciones cuya pretensión es la de enfrentar, con bases legales, a quienes siguen atentando en contra de la naturaleza y de los seres humanos, para ello, se ha establecido un litigio climático, en aras de la defensa del ambiente, el territorio y los derechos de los pueblos y comunidades, anteponiendo los intereses generales por la vida, en contra de los intereses particulares por el dinero.

En acciones en contra de los excesos cometidos, existen organizaciones, en varias partes del mundo, que reclaman a los gobiernos su atención, el cumplimiento a las leyes, y la participación con los recursos económicos suficientes para atender y resolver los problemas del cambio climático, posibilitando mejorar las condiciones actuales en el planeta en que vivimos; en este contexto, entre otras tantas se creó la Plataforma de Litigio Climático para América Latina y el Caribe; así como la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente. ONG regional que utiliza el derecho para proteger el ambiente y los derechos humanos, apoyando algunos casos regionales; esfuerzos que requieren también, la participación colectiva.

En nuestro país, las instituciones encargadas de atender los problemas causados por el cambio climático, han presentado algunas ideas, sin concretar acciones reales, es decir, no son los discursos los que resuelven, son las acciones concretas, incentivadas con los presupuestos correspondientes, para lograr mejorías en todos los sentidos; por eso, se cuestionan las palabras del secretario de Agricultura, cuando se refiere a la urgencia para que se diseñen instrumentos de política pública y estrategias que permitan la reducción del problema, convocando, además, a los tres niveles de gobierno, sector privado y sociedad a cerrar filas para enfrentar los impactos de los imponderables climatológicos y los cambios geopolíticos y económicos y, de este modo, prevenir una crisis alimentaria que preocupa a todos los gobiernos del mundo.

Razonable el punto de la preocupación y de la necesidad de crear instrumentos para enfrentar la crisis, lo cuestionable, es sobre a quién le corresponde el diseño de los instrumentos y estrategias para reducir los problemas, luego entonces, al parecer, tendrán que surgir, otras instancias para que se dediquen exclusivamente a diseñar instrumentos y estrategias que resuelvan las necesidades futuras.

Más allá de la corresponsabilidad interinstitucional, debe ser, como una obligación, realizar acciones particulares para cuidar, no solo el medio ambiente, sino como consecuencia la salud de todos, así como el lugar donde vivimos.


Produce una inmensa tristeza pensar

que la naturaleza habla mientras

el género humano no escucha.

Víctor Hugo

No se puede negar el desinterés colectivo ante un fenómeno global, manifestado de diferentes formas, sin consideración a las consecuencias futuras, a pesar de las evidencias mostradas, no solo mediáticamente, sino en un comportamiento cotidiano de la naturaleza; sin embargo, con todo y los daños causados por el cambio climático, se han minimizado sus efectos, quedándose en comentarios aislados sin un fundamento racional, además de la desvinculación entre gobierno y sociedad, cuando deberían establecerse sinergias de participación colectiva, cuyo propósito sea cuidar el medio ambiente para beneficio de la vida.

Dicho de otra manera, en las circunstancias actuales, la problemática creciente por esta severa crisis climática requiere de una colaboración efectiva, no solo en los ámbitos institucionales, sino además, de la participación ciudadana, cambiando, en una primera instancia, la indiferencia ante el derroche y desperdicio, de la contaminación del aire que se respira, de concientización para mejorar las formas de distribución de los recursos naturales en aquellas zonas donde, por las mismas circunstancias, carecen de lo elemental, como en el caso del agua.

Desde luego, existen otros factores que inciden en la destrucción paulatina del entorno, y son todos aquellos actos de corrupción que han permitido el saqueo y explotación de los recursos para intereses particulares, por ejemplo, la permisibilidad que se les ha otorgado a grandes industrias, como aquellas que se aprovechan de los combustibles fósiles y las extractivas, para abastecerse de enormes fuentes naturales, logrando amasar grandes fortunas pero que son contribuyentes de la contaminación ambiental y provocadoras del efecto invernadero, causando daños irreparables a la naturaleza.

En contrasentido a los severos daños causados por el mismo hombre, han surgido promotores y acciones cuya pretensión es la de enfrentar, con bases legales, a quienes siguen atentando en contra de la naturaleza y de los seres humanos, para ello, se ha establecido un litigio climático, en aras de la defensa del ambiente, el territorio y los derechos de los pueblos y comunidades, anteponiendo los intereses generales por la vida, en contra de los intereses particulares por el dinero.

En acciones en contra de los excesos cometidos, existen organizaciones, en varias partes del mundo, que reclaman a los gobiernos su atención, el cumplimiento a las leyes, y la participación con los recursos económicos suficientes para atender y resolver los problemas del cambio climático, posibilitando mejorar las condiciones actuales en el planeta en que vivimos; en este contexto, entre otras tantas se creó la Plataforma de Litigio Climático para América Latina y el Caribe; así como la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente. ONG regional que utiliza el derecho para proteger el ambiente y los derechos humanos, apoyando algunos casos regionales; esfuerzos que requieren también, la participación colectiva.

En nuestro país, las instituciones encargadas de atender los problemas causados por el cambio climático, han presentado algunas ideas, sin concretar acciones reales, es decir, no son los discursos los que resuelven, son las acciones concretas, incentivadas con los presupuestos correspondientes, para lograr mejorías en todos los sentidos; por eso, se cuestionan las palabras del secretario de Agricultura, cuando se refiere a la urgencia para que se diseñen instrumentos de política pública y estrategias que permitan la reducción del problema, convocando, además, a los tres niveles de gobierno, sector privado y sociedad a cerrar filas para enfrentar los impactos de los imponderables climatológicos y los cambios geopolíticos y económicos y, de este modo, prevenir una crisis alimentaria que preocupa a todos los gobiernos del mundo.

Razonable el punto de la preocupación y de la necesidad de crear instrumentos para enfrentar la crisis, lo cuestionable, es sobre a quién le corresponde el diseño de los instrumentos y estrategias para reducir los problemas, luego entonces, al parecer, tendrán que surgir, otras instancias para que se dediquen exclusivamente a diseñar instrumentos y estrategias que resuelvan las necesidades futuras.

Más allá de la corresponsabilidad interinstitucional, debe ser, como una obligación, realizar acciones particulares para cuidar, no solo el medio ambiente, sino como consecuencia la salud de todos, así como el lugar donde vivimos.