/ jueves 30 de septiembre de 2021

Espacio INE | Las reformas electorales

  • Mirna Eugenia Garduño Ruiz*

Las elecciones en nuestro país se han realizado durante más de 200 años y las reglas electorales han ido cambiando a través de la historia, por ejemplo: La Constitución de Cádiz de 1812 creó las Diputaciones Parroquiales, en donde los habitantes de cada parroquia en la ciudad escogerían electores, éstos después nombrarían a los regidores alcaldes y síndicos.

Esas primeras reglas electorales han sufrido múltiples modificaciones a lo largo de nuestra historia electoral, no pretendemos hacer un recorrido histórico, el propósito de este texto, es referirnos al moderno sistema de reglas electorales que tenemos en nuestro país, sobre todo porque en los últimos meses se escuchan voces que consideran necesaria una gran reforma electoral.

Podemos decir que el sistema electoral mexicano moderno inició en los años sesenta del siglo pasado, pues para nadie es un secreto que existía el dominio de una sola fuerza política nacional que era capaz por sí misma de ganar prácticamente todas las elecciones sin importar el cargo a elegir o el lugar en el que se llevará a cabo dicha elección.

La introducción de las diputaciones de partido, en 1963, no vinieron a modificar sustancialmente la fuerza de la aplanadora priista que ganaba cualquier elección sin necesidad de llevar a cabo actos considerados como fraudulentos, que hoy se conocen como delitos electorales; pero sí fue uno de los primeros pasos para lograr la consolidación de la actual democracia mexicana y sus reglas.

Después de ésta vinieron modificaciones en los derechos políticos de la ciudadanía como fue el establecimiento de la edad para ejercer el voto en 18 años; las modificaciones de las circunscripciones plurinominales; los ajustes en el número de diputaciones y senadurías que integran el Congreso de la Unión. Todas estas llevadas a cabo en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado.

A partir de 1989 nuestro país ha vivido una serie de reformas electorales que han tenido relación más con las reglas, es decir, con la democracia instrumental; así, tenemos la creación del Instituto Federal Electoral que a partir de 2014 se convirtió en el Instituto nacional Electoral, la integración de Consejos Distritales y Locales, la doble insaculación para seleccionar al funcionariado de mesas directivas de casilla, entre otras.

Parece que nos acostumbramos a que después de un proceso electoral se llevará a cabo una reforma electoral, a veces de menor escala, pero en algunas ocasiones implicaron modificaciones profundas en las reglas, pero también en la integración de las autoridades electorales incluyendo a las administrativas y las jurisdiccionales.

Quizás esta es la razón por la que ahora se discute la necesidad de llevar a cabo una reforma en esta materia; el funcionariado electoral carece de facultades para presentar iniciativas que terminen en la modificación de las reglas con las que se llevan a cabo las elecciones en nuestro país, y no acostumbran pronunciarse respecto de determinadas modificaciones a las leyes electorales; pero si tuviéramos que elegir solo una modificación a las reglas con las que venimos trabajando en las últimas décadas, esta sería, sin duda, la introducción de sistemas electrónicos de votación que facilitarán tanto el ejercicio de los derechos político-electorales como la emisión de resultados electorales, el mismo día de la jornada electoral.

No es sencillo y probablemente no sea posible su introducción al mismo tiempo a lo largo y ancho del país, pero al menos en las grandes ciudades se puede pensar en una combinación de grandes centros de votación para atender de manera ágil y ordenada personas de un grupo considerable de secciones electorales y este proceso puede ser facilitado con algún sistema electrónico que facilite no solo la votación misma, sino la identificación del electorado a través de medios electrónicos sin necesidad de imprimir millones de cuadernillos que contienen la Lista Nominal de Electores que se utiliza en las casillas.

Pareciera que en la era digital en la que vivimos esto es sencillo, pero en materia electoral para que esto sea posible es necesario establecerlo en la ley.

  • Mirna Eugenia Garduño Ruiz*

Las elecciones en nuestro país se han realizado durante más de 200 años y las reglas electorales han ido cambiando a través de la historia, por ejemplo: La Constitución de Cádiz de 1812 creó las Diputaciones Parroquiales, en donde los habitantes de cada parroquia en la ciudad escogerían electores, éstos después nombrarían a los regidores alcaldes y síndicos.

Esas primeras reglas electorales han sufrido múltiples modificaciones a lo largo de nuestra historia electoral, no pretendemos hacer un recorrido histórico, el propósito de este texto, es referirnos al moderno sistema de reglas electorales que tenemos en nuestro país, sobre todo porque en los últimos meses se escuchan voces que consideran necesaria una gran reforma electoral.

Podemos decir que el sistema electoral mexicano moderno inició en los años sesenta del siglo pasado, pues para nadie es un secreto que existía el dominio de una sola fuerza política nacional que era capaz por sí misma de ganar prácticamente todas las elecciones sin importar el cargo a elegir o el lugar en el que se llevará a cabo dicha elección.

La introducción de las diputaciones de partido, en 1963, no vinieron a modificar sustancialmente la fuerza de la aplanadora priista que ganaba cualquier elección sin necesidad de llevar a cabo actos considerados como fraudulentos, que hoy se conocen como delitos electorales; pero sí fue uno de los primeros pasos para lograr la consolidación de la actual democracia mexicana y sus reglas.

Después de ésta vinieron modificaciones en los derechos políticos de la ciudadanía como fue el establecimiento de la edad para ejercer el voto en 18 años; las modificaciones de las circunscripciones plurinominales; los ajustes en el número de diputaciones y senadurías que integran el Congreso de la Unión. Todas estas llevadas a cabo en las décadas de los 70 y los 80 del siglo pasado.

A partir de 1989 nuestro país ha vivido una serie de reformas electorales que han tenido relación más con las reglas, es decir, con la democracia instrumental; así, tenemos la creación del Instituto Federal Electoral que a partir de 2014 se convirtió en el Instituto nacional Electoral, la integración de Consejos Distritales y Locales, la doble insaculación para seleccionar al funcionariado de mesas directivas de casilla, entre otras.

Parece que nos acostumbramos a que después de un proceso electoral se llevará a cabo una reforma electoral, a veces de menor escala, pero en algunas ocasiones implicaron modificaciones profundas en las reglas, pero también en la integración de las autoridades electorales incluyendo a las administrativas y las jurisdiccionales.

Quizás esta es la razón por la que ahora se discute la necesidad de llevar a cabo una reforma en esta materia; el funcionariado electoral carece de facultades para presentar iniciativas que terminen en la modificación de las reglas con las que se llevan a cabo las elecciones en nuestro país, y no acostumbran pronunciarse respecto de determinadas modificaciones a las leyes electorales; pero si tuviéramos que elegir solo una modificación a las reglas con las que venimos trabajando en las últimas décadas, esta sería, sin duda, la introducción de sistemas electrónicos de votación que facilitarán tanto el ejercicio de los derechos político-electorales como la emisión de resultados electorales, el mismo día de la jornada electoral.

No es sencillo y probablemente no sea posible su introducción al mismo tiempo a lo largo y ancho del país, pero al menos en las grandes ciudades se puede pensar en una combinación de grandes centros de votación para atender de manera ágil y ordenada personas de un grupo considerable de secciones electorales y este proceso puede ser facilitado con algún sistema electrónico que facilite no solo la votación misma, sino la identificación del electorado a través de medios electrónicos sin necesidad de imprimir millones de cuadernillos que contienen la Lista Nominal de Electores que se utiliza en las casillas.

Pareciera que en la era digital en la que vivimos esto es sencillo, pero en materia electoral para que esto sea posible es necesario establecerlo en la ley.