/ lunes 1 de junio de 2020

Nada Personal | Gandallas

Si Pitágoras viviera, seguramente se volvería a morir al ver cómo funcionan las matemáticas en el Congreso de Tlaxcala.

Y es que las cuentas para remover a titulares de dos Comisiones -en su más reciente sesión- nomás no cuadran.

Una de las frases más “choteadas” en la grilla política, pero vigente al fin, es que en ese mundo maravilloso “no hay sorpresas, sino sorprendidos”, y así ocurrió aquel jueves 28 de mayo que queda para la historia negra del Poder Legislativo.

Aunque muchas voces, incluidas las de diputadas y organizaciones feministas, han acusado que lo ocurrido ese día es un claro ataque a la lucha histórica para lograr el reconocimiento pleno de los derechos políticos de las mujeres, lo cierto es que detrás hay acuerdos políticos que no ven géneros ni colores partidistas, sino solo intereses humanos.

Quienes conocen de cerca el tema afirman que la destitución de Irma Yordana Garay Loredo como presidenta de la Junta de Coordinación y Concertación Política, a casi nueve meses de asumir ese cargo, no tiene que ver con un ataque por cuestiones de género, sino se trata de un golpe político al grupo que encabeza su padre, el diputado federal Silvano Garay Ulloa y dueño… ¡perdón! Comisionado político del PT en Tlaxcala.

No me crean, pero se dice que al “grupo de los 13” diputados que apoyó esa destitución les hablaron al oído desde la oficina de la Coordinación de Programas Federales en Tlaxcala, con la promesa de candidaturas o un cargo público en la próxima administración estatal.

Lo que el “grupo de los 13” no tomó en cuenta para separar de las comisiones de Finanzas y Puntos Constitucionales a los diputados María del Rayo Netzahuatl y Rolando Pérez Saavedra, fue leer el artículo 79 de la Ley Orgánica que explícitamente dice que solo podrán ser removidos “por las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión del Pleno de que se trate”.

Es decir, si en la sesión estaban presentes 23 diputados y las dos terceras partes son 15, cómo es que ese acuerdo prosperó con solo 13 votos.

Ahora bien, el hecho de no permitir que mujeres encabecen las listas de candidaturas plurinominales en las próximas elecciones, no tiene que ver con cuestiones machistas o feministas, sino con otro acuerdo político en el que la más favorecida es, irónicamente, una mujer que desde hace muchos años trabaja para ser la próxima gobernadora de Tlaxcala.

En el ajedrez político del Congreso local se avizora una jugada más, quitar al diputado José María Méndez (“Chema” para los cuates), como coordinador de la bancada de Morena, con el voto de Rafael Ortega Blancas, pero si éste se resiste, entonces está en juego su titularidad como presidente del Comité de Administración, pero esa es otra historia.

Si Pitágoras viviera, seguramente se volvería a morir al ver cómo funcionan las matemáticas en el Congreso de Tlaxcala.

Y es que las cuentas para remover a titulares de dos Comisiones -en su más reciente sesión- nomás no cuadran.

Una de las frases más “choteadas” en la grilla política, pero vigente al fin, es que en ese mundo maravilloso “no hay sorpresas, sino sorprendidos”, y así ocurrió aquel jueves 28 de mayo que queda para la historia negra del Poder Legislativo.

Aunque muchas voces, incluidas las de diputadas y organizaciones feministas, han acusado que lo ocurrido ese día es un claro ataque a la lucha histórica para lograr el reconocimiento pleno de los derechos políticos de las mujeres, lo cierto es que detrás hay acuerdos políticos que no ven géneros ni colores partidistas, sino solo intereses humanos.

Quienes conocen de cerca el tema afirman que la destitución de Irma Yordana Garay Loredo como presidenta de la Junta de Coordinación y Concertación Política, a casi nueve meses de asumir ese cargo, no tiene que ver con un ataque por cuestiones de género, sino se trata de un golpe político al grupo que encabeza su padre, el diputado federal Silvano Garay Ulloa y dueño… ¡perdón! Comisionado político del PT en Tlaxcala.

No me crean, pero se dice que al “grupo de los 13” diputados que apoyó esa destitución les hablaron al oído desde la oficina de la Coordinación de Programas Federales en Tlaxcala, con la promesa de candidaturas o un cargo público en la próxima administración estatal.

Lo que el “grupo de los 13” no tomó en cuenta para separar de las comisiones de Finanzas y Puntos Constitucionales a los diputados María del Rayo Netzahuatl y Rolando Pérez Saavedra, fue leer el artículo 79 de la Ley Orgánica que explícitamente dice que solo podrán ser removidos “por las dos terceras partes de los diputados presentes en la sesión del Pleno de que se trate”.

Es decir, si en la sesión estaban presentes 23 diputados y las dos terceras partes son 15, cómo es que ese acuerdo prosperó con solo 13 votos.

Ahora bien, el hecho de no permitir que mujeres encabecen las listas de candidaturas plurinominales en las próximas elecciones, no tiene que ver con cuestiones machistas o feministas, sino con otro acuerdo político en el que la más favorecida es, irónicamente, una mujer que desde hace muchos años trabaja para ser la próxima gobernadora de Tlaxcala.

En el ajedrez político del Congreso local se avizora una jugada más, quitar al diputado José María Méndez (“Chema” para los cuates), como coordinador de la bancada de Morena, con el voto de Rafael Ortega Blancas, pero si éste se resiste, entonces está en juego su titularidad como presidente del Comité de Administración, pero esa es otra historia.