/ martes 22 de diciembre de 2020

Tintero | 2020, el año de la desolación

El que está a punto de terminar, será el año recordado como el más difícil de la historia contemporánea en México. Ni el “error de diciembre” de 1994 con el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, la presencia del cólera también en los 90 y la temporada de influenza en todos los niveles trajo tanta desolación a la gente como ahora con la Covid-19.

El coronavirus, como le llamaron las autoridades del sector salud, ha dejado a su paso muerte, crisis económica, educación incompleta, enfermedades, angustia, miedo, desesperación, ansiedad y depresión.

A partir de 1989, la presencia del primer caso del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y el cólera, eran enfermedades que parecían imparables, solo que la primera es manejable con un tratamiento seguro y la segunda técnicamente desapareció en México.

Pero Covid-19 no da tregua y no respeta a nadie. Muchas veces no es posible detectarla a tiempo porque una persona, sin saber que padece la cepa, muere en menos de 48 horas antes de recibir el tratamiento.

Grandes empresarios, comerciantes y dueños de “tienditas” han padecido los estragos de este mal porque fueron obligados a cancelar operaciones para evitar contagios. Y muchos políticos –de todos los niveles- tampoco han librado la muerte.

La sociedad, a su vez, ha dejado de hacer su vida normal y está obligada a usar cubrebocas o careta.

La gente que está confinada en su hogar ya vive desesperada con graves problemas de ansiedad y diversas enfermedades que trae consigo el sedentarismo y el consumo de comida chatarra pues en tiempos de la pandemia es más fácil consumirla y conseguirla para el hogar

Es una “jaula de oro” cuando se trabaja en la comodidad del hogar –quienes todavía tienen empleo- y se vive como “león en circo” ya que en muchos de los casos –sobre todo en casas de interés social, el encierro se ha tornado horrible.

El problema es que, de origen, el tema del coronavirus fue manejado en forma irresponsable por las autoridades del gobierno de la República.

Hubo dos factores que es necesario analizar.

1-El subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, responsable del manejo y combate de la enfermedad, no solo ocultó cifras sino que minimizó la enfermedad.

2.-El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ante la pandemia no ha actuado como jefe del Estado. No solo no ha querido usar cubrebocas (solo lo hizo cuando viajó a Estados Unidos de América para reunirse con Donald Trump) sino que en un principio –cuando aparecieron los primeros casos en México, recomendaba a la gente no tener miedo al mal y seguir dando abrazos y besos a las personas.

Él mismo lo hacía en sus giras de trabajo y muchos de sus seguidores que siguen siendo mayoría en la nación, han seguido su ejemplo, lo que ha permitido la prolongación del virus. Luego, aventuradamente dijo que ya estaba “domado”.

La irresponsabilidad de muchas personas –y del propio gobierno- ha obligado a las autoridades federales del sector salud a poner en alerta a varios estados del país ya que Covid-19 no retrocedió, por el contrario avanzó.

Y ahí está el caso de Tlaxcala donde después de mucho tiempo de mantenerse en el semáforo epidemiológico amarillo ahora, a partir de ayer lunes, está en naranja y, con ello, muchas de las actividades sociales y comerciales estarán restringidas.

La desesperación y el enojo es general, pero mientras no haya disposición de la gente por cumplir con las medidas sanitarias establecidas, las cosas seguirán igual.

No le apostemos a otro año confinado y con restricciones. Es tiempo de ser sensibles y solidarios, de apoyarnos todos, de poner fin a este mal y exigir que la autoridad –como ya lo dije una vez- cumpla en el papel que le fue encomendado. Ya es tiempo de ser serios, ¿o no?

El que está a punto de terminar, será el año recordado como el más difícil de la historia contemporánea en México. Ni el “error de diciembre” de 1994 con el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, la presencia del cólera también en los 90 y la temporada de influenza en todos los niveles trajo tanta desolación a la gente como ahora con la Covid-19.

El coronavirus, como le llamaron las autoridades del sector salud, ha dejado a su paso muerte, crisis económica, educación incompleta, enfermedades, angustia, miedo, desesperación, ansiedad y depresión.

A partir de 1989, la presencia del primer caso del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y el cólera, eran enfermedades que parecían imparables, solo que la primera es manejable con un tratamiento seguro y la segunda técnicamente desapareció en México.

Pero Covid-19 no da tregua y no respeta a nadie. Muchas veces no es posible detectarla a tiempo porque una persona, sin saber que padece la cepa, muere en menos de 48 horas antes de recibir el tratamiento.

Grandes empresarios, comerciantes y dueños de “tienditas” han padecido los estragos de este mal porque fueron obligados a cancelar operaciones para evitar contagios. Y muchos políticos –de todos los niveles- tampoco han librado la muerte.

La sociedad, a su vez, ha dejado de hacer su vida normal y está obligada a usar cubrebocas o careta.

La gente que está confinada en su hogar ya vive desesperada con graves problemas de ansiedad y diversas enfermedades que trae consigo el sedentarismo y el consumo de comida chatarra pues en tiempos de la pandemia es más fácil consumirla y conseguirla para el hogar

Es una “jaula de oro” cuando se trabaja en la comodidad del hogar –quienes todavía tienen empleo- y se vive como “león en circo” ya que en muchos de los casos –sobre todo en casas de interés social, el encierro se ha tornado horrible.

El problema es que, de origen, el tema del coronavirus fue manejado en forma irresponsable por las autoridades del gobierno de la República.

Hubo dos factores que es necesario analizar.

1-El subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, responsable del manejo y combate de la enfermedad, no solo ocultó cifras sino que minimizó la enfermedad.

2.-El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ante la pandemia no ha actuado como jefe del Estado. No solo no ha querido usar cubrebocas (solo lo hizo cuando viajó a Estados Unidos de América para reunirse con Donald Trump) sino que en un principio –cuando aparecieron los primeros casos en México, recomendaba a la gente no tener miedo al mal y seguir dando abrazos y besos a las personas.

Él mismo lo hacía en sus giras de trabajo y muchos de sus seguidores que siguen siendo mayoría en la nación, han seguido su ejemplo, lo que ha permitido la prolongación del virus. Luego, aventuradamente dijo que ya estaba “domado”.

La irresponsabilidad de muchas personas –y del propio gobierno- ha obligado a las autoridades federales del sector salud a poner en alerta a varios estados del país ya que Covid-19 no retrocedió, por el contrario avanzó.

Y ahí está el caso de Tlaxcala donde después de mucho tiempo de mantenerse en el semáforo epidemiológico amarillo ahora, a partir de ayer lunes, está en naranja y, con ello, muchas de las actividades sociales y comerciales estarán restringidas.

La desesperación y el enojo es general, pero mientras no haya disposición de la gente por cumplir con las medidas sanitarias establecidas, las cosas seguirán igual.

No le apostemos a otro año confinado y con restricciones. Es tiempo de ser sensibles y solidarios, de apoyarnos todos, de poner fin a este mal y exigir que la autoridad –como ya lo dije una vez- cumpla en el papel que le fue encomendado. Ya es tiempo de ser serios, ¿o no?