/ martes 13 de agosto de 2019

TINTERO

Pan, sin rumbo y estrategia política

El 14 de noviembre de 2004, el Partido Acción Nacional hizo historia en la política local pues, por primera vez en su vida partidista, ganó la gubernatura del Estado.

De la mano del expriista Héctor Israel Ortiz Ortiz este instituto se proclamó virtual ganador.

De 2005 a 2011, época que gobernó la entidad, los triunfos en las urnas para el PAN fueron inobjetables.

Sin embargo, estos logros no fueron producto de la operación política de los panistas natos. Formaron parte de la inercia partidista y de la habilidad del grupo del cuatro veces rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y exgobernador Héctor Ortiz.

Este clan, al ver truncadas sus esperanzas en el entonces poderoso Partido Revolucionario Institucional, emigró con su líder y se apoderó del blanquiazul para hacerse de triunfos en las urnas.

Después de terminado su mandato constitucional como gobernador, Ortiz se retiró de esta fuerza política y, a partir de ahí, el PAN se desmoronó.

En el proceso electoral de 2018, con su candidato Ricardo Anaya Cortés y su coalición “Por México al Frente”, apenas obtuvo 56 mil 864 votos. No logró ningún triunfo en las urnas, tanto para diputados locales y federales y, a duras penas, rasguñó la senaduría por la vía de primera minoría. Simplemente se confirmó que el PAN, sin operadores políticos externos, es nada. Su destino en el ámbito local es obtener posiciones por la vía plurinominal. Es decir, por el camino de la comodidad.

Así, con este panorama nada halagador, se perfila para arrancar el proceso electoral con la esperanza de hacer un papel digno en 2021. Solo que su gris dirigente, José Gilberto Temoltzin Martínez, ha sostenido que su “caballada” al interior de esa fuerza política es pobre. Este dirigente, de política poco sabe, y más bien intenta administrar a ese partido como una empresa más.

Los aspirantes a candidatos hasta ahora más visibles no tienen el músculo político suficiente para poder entregar buenas cuentas.

Detallo:

*Para Adriana Dávila Fernández sería su tercera incursión en su eterna aspiración a la gubernatura, pero sus cartas credenciales como política (diputada federal y senadora) han sido producto de los amarres en la cúpula partidista nacional; su incursión a los escaños populares los ha realizado por la vía plurinominal. De ahí que cobra fuerza ese adagio de que no existen “gubernaturas plurinominales”, luego entonces, el panorama para esta política no es alentador.

Si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador logró la hazaña en su tercer intento, este horizonte no se puede vislumbrar en el ámbito local. Recordemos que López Obrador no dejó de hacer “talacha” a pie, mientras Dávila es una política de escritorio en la comodidad que ofrece la oficina.

*Minerva Hernández Ramos, la actual senadora y excandidata a la gubernatura por el Partido de la Revolución Democrática, ahora “empanizada”, se anda moviendo en busca de hacerse de la candidatura por las siglas de este Partido. Es carta fuerte, sin embargo, en su haber lleva el estigma de la traición, esa cuando, en la elección de julio de 2010, sin una explicación coherente, anunció su declinación a favor de la entonces candidata del PAN Adriana Dávila. Desde entonces su destino fue el ostracismo de muchos seguidores que creían en su proyecto.

Su vigencia política se debe a los amarres y los acuerdos cupulares. Hasta ahí su mérito, otra incursión para la silla grande está sujeta a muchos cuestionamientos y, por tanto, su fragilidad. El electorado no olvida.

*Juan Carlos Sánchez García. El oriundo de Yauhquemehcan y exdiputado local, a la muerte del político poblano Rafael Moreno Valle, que era su amigo y promotor, se replegó a vivir en la orfandad política. Ahora deambula en distintos partidos políticos, con miras a ser considerado para la gubernatura.

Sin un proyecto político con viabilidad, lo mismo echa mano de la cultura y tradición que significa el carnaval en el estado, o de su apelativo del “Saga” para promoverse, este último, por cierto, criticado por la semejanza que tiene con una marca de ropa interior, de ahí que deberá buscar asesoría para lograr una verdadera campaña de penetración política y no prestarse a la mofa pública.

Con este contexto, el PAN en la entidad se anima a recuperar el poder. El panorama es sinuoso, solo los amarres y la coalición con otras fuerzas políticas pueden hacer que regrese siempre y cuando busque un perfil fresco, que ofrezca innovación y apertura para conciliar los intereses de los grupos políticos en la entidad. Y sencillamente con estos cuadros no se ve claro. Al tiempo.

Hasta el próximo martes.

Pan, sin rumbo y estrategia política

El 14 de noviembre de 2004, el Partido Acción Nacional hizo historia en la política local pues, por primera vez en su vida partidista, ganó la gubernatura del Estado.

De la mano del expriista Héctor Israel Ortiz Ortiz este instituto se proclamó virtual ganador.

De 2005 a 2011, época que gobernó la entidad, los triunfos en las urnas para el PAN fueron inobjetables.

Sin embargo, estos logros no fueron producto de la operación política de los panistas natos. Formaron parte de la inercia partidista y de la habilidad del grupo del cuatro veces rector de la Universidad Autónoma de Tlaxcala y exgobernador Héctor Ortiz.

Este clan, al ver truncadas sus esperanzas en el entonces poderoso Partido Revolucionario Institucional, emigró con su líder y se apoderó del blanquiazul para hacerse de triunfos en las urnas.

Después de terminado su mandato constitucional como gobernador, Ortiz se retiró de esta fuerza política y, a partir de ahí, el PAN se desmoronó.

En el proceso electoral de 2018, con su candidato Ricardo Anaya Cortés y su coalición “Por México al Frente”, apenas obtuvo 56 mil 864 votos. No logró ningún triunfo en las urnas, tanto para diputados locales y federales y, a duras penas, rasguñó la senaduría por la vía de primera minoría. Simplemente se confirmó que el PAN, sin operadores políticos externos, es nada. Su destino en el ámbito local es obtener posiciones por la vía plurinominal. Es decir, por el camino de la comodidad.

Así, con este panorama nada halagador, se perfila para arrancar el proceso electoral con la esperanza de hacer un papel digno en 2021. Solo que su gris dirigente, José Gilberto Temoltzin Martínez, ha sostenido que su “caballada” al interior de esa fuerza política es pobre. Este dirigente, de política poco sabe, y más bien intenta administrar a ese partido como una empresa más.

Los aspirantes a candidatos hasta ahora más visibles no tienen el músculo político suficiente para poder entregar buenas cuentas.

Detallo:

*Para Adriana Dávila Fernández sería su tercera incursión en su eterna aspiración a la gubernatura, pero sus cartas credenciales como política (diputada federal y senadora) han sido producto de los amarres en la cúpula partidista nacional; su incursión a los escaños populares los ha realizado por la vía plurinominal. De ahí que cobra fuerza ese adagio de que no existen “gubernaturas plurinominales”, luego entonces, el panorama para esta política no es alentador.

Si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador logró la hazaña en su tercer intento, este horizonte no se puede vislumbrar en el ámbito local. Recordemos que López Obrador no dejó de hacer “talacha” a pie, mientras Dávila es una política de escritorio en la comodidad que ofrece la oficina.

*Minerva Hernández Ramos, la actual senadora y excandidata a la gubernatura por el Partido de la Revolución Democrática, ahora “empanizada”, se anda moviendo en busca de hacerse de la candidatura por las siglas de este Partido. Es carta fuerte, sin embargo, en su haber lleva el estigma de la traición, esa cuando, en la elección de julio de 2010, sin una explicación coherente, anunció su declinación a favor de la entonces candidata del PAN Adriana Dávila. Desde entonces su destino fue el ostracismo de muchos seguidores que creían en su proyecto.

Su vigencia política se debe a los amarres y los acuerdos cupulares. Hasta ahí su mérito, otra incursión para la silla grande está sujeta a muchos cuestionamientos y, por tanto, su fragilidad. El electorado no olvida.

*Juan Carlos Sánchez García. El oriundo de Yauhquemehcan y exdiputado local, a la muerte del político poblano Rafael Moreno Valle, que era su amigo y promotor, se replegó a vivir en la orfandad política. Ahora deambula en distintos partidos políticos, con miras a ser considerado para la gubernatura.

Sin un proyecto político con viabilidad, lo mismo echa mano de la cultura y tradición que significa el carnaval en el estado, o de su apelativo del “Saga” para promoverse, este último, por cierto, criticado por la semejanza que tiene con una marca de ropa interior, de ahí que deberá buscar asesoría para lograr una verdadera campaña de penetración política y no prestarse a la mofa pública.

Con este contexto, el PAN en la entidad se anima a recuperar el poder. El panorama es sinuoso, solo los amarres y la coalición con otras fuerzas políticas pueden hacer que regrese siempre y cuando busque un perfil fresco, que ofrezca innovación y apertura para conciliar los intereses de los grupos políticos en la entidad. Y sencillamente con estos cuadros no se ve claro. Al tiempo.

Hasta el próximo martes.