/ martes 9 de febrero de 2021

Tintero | Ingenio, lo de moda en comicios

Nunca la autoridad pudo o quiso actuar contra ello, pero la pandemia sí lo hizo o pondrá fin a las simulaciones, presiones y voto corporativo.

Ahora lo de moda es el ingenio y, solo con ello, se ganará una elección. No hay de otra. Quienes no se ajusten a la nueva realidad, están fuera de lugar.

Solo que hay algo diferente. Son tiempos de humildad y solidaridad, la gente muere y no debería ser. Se acabaron los llamados “todo poderosos”.

Qué bueno que en Tlaxcala haya un proceso de descenso de fallecimientos por coronavirus, como bien lo manejó informativamente El Sol de Tlaxcala.

Lo cierto es que este año tendrán lugar las elecciones más emblemáticas y competidas en la historia contemporánea de México.

Sin duda, el voto corporativo e inducir a la gente para que vote por un partido o determinado candidato dejó de existir.

El dicho señala que cada quien habla como “le va en la feria”. Los partidos presumen, pero cada tres y seis años, el resultado de las inconformidades de los actores políticos, pero la democracia en la entidad ha padecido un severo desgaste que, sin duda, trae consigo una falta de confianza en las instituciones y en la gente que las representa. El coronavirus enseña que es tiempo de ganarse la confianza de la gente.

Sería bueno pensar que, como en Estados Unidos de América, solo haya dos partidos para competir. Lo demás es, ya sabemos, puro negocio. La democracia en México se excede.

Y esto es lo mejor que se ha dicho sobre ello. En 1998, el exgobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández Gómez, soltó, a propósito del proceso electoral de ese año, que “pareciera que tanta democracia nos partió la madre”. Y así es, cada quien quiere su partido y se siente líder.

En este año, los ciudadanos y ciudadanas mexicanas acudirán a las urnas para renovar diversos cargos en el país de elección popular en cada una de las entidades del país. El proceso es uno es el más grande de la historia democrática de México

Como ahora es normal, los partidos forman alianzas para, juntos, tratar de vencer al contrincante al instituto que políticamente controla el país, antes era el Partido Revolucionario Institucional, pero ya es Movimiento Regeneración Nacional

El adversario en común es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Solo que el señor es un “acontecimiento histórico”, quizá debido a su tradición de combatir a rivales políticos durante décadas y algunos políticos se cargarán de su figura. Pero, también, su tiempo, como en las piñatas si no aprende, se acabará.

Sigue pensando en criticar un conglomerado de institutos (PRI, PAN y PRD y otros) y lo supone “perverso”, con un calificativo, ya fuera de lugar, de que siguen manteniendo las cuotas de poder que perdieron. Esos argumentos ya deben ser superados.

Quienes se manifiestan preocupados por la enorme presencia del presidente y su partido en las instituciones democráticas ven en esta alianza un paso en la dirección correcta para resolver el problema de la fragmentada oposición. El presidente llegó al poder con mucho rencor y ya debe reconciliar al país. El problema es que le no quiere.

Ya hay que cambiar la forma de hacer política. En lugar de presumir que hacen campaña supuestamente apoyando a la gente con apoyos de cubrebocas, una silla de ruedas o presumiendo que comen “chalupas” para tener contacto con el electorado, deberían pensar que una parte del debate se ha centrado en las dificultades operativas para el ejercicio del voto. Ingenio es lo mejor

Las medidas de sana distancia, la limitación del aforo en espacios cerrados y la obligatoriedad de portar cubrebocas y demás medidas de protección, son retos nunca se habían vivido. Decir patéticamente que “estoy aquí comiendo en esta fonda”, “tomando un rico pulque” y “dimos apoyos”, es ridículo. Ya caen mal. Al tiempo

Nunca la autoridad pudo o quiso actuar contra ello, pero la pandemia sí lo hizo o pondrá fin a las simulaciones, presiones y voto corporativo.

Ahora lo de moda es el ingenio y, solo con ello, se ganará una elección. No hay de otra. Quienes no se ajusten a la nueva realidad, están fuera de lugar.

Solo que hay algo diferente. Son tiempos de humildad y solidaridad, la gente muere y no debería ser. Se acabaron los llamados “todo poderosos”.

Qué bueno que en Tlaxcala haya un proceso de descenso de fallecimientos por coronavirus, como bien lo manejó informativamente El Sol de Tlaxcala.

Lo cierto es que este año tendrán lugar las elecciones más emblemáticas y competidas en la historia contemporánea de México.

Sin duda, el voto corporativo e inducir a la gente para que vote por un partido o determinado candidato dejó de existir.

El dicho señala que cada quien habla como “le va en la feria”. Los partidos presumen, pero cada tres y seis años, el resultado de las inconformidades de los actores políticos, pero la democracia en la entidad ha padecido un severo desgaste que, sin duda, trae consigo una falta de confianza en las instituciones y en la gente que las representa. El coronavirus enseña que es tiempo de ganarse la confianza de la gente.

Sería bueno pensar que, como en Estados Unidos de América, solo haya dos partidos para competir. Lo demás es, ya sabemos, puro negocio. La democracia en México se excede.

Y esto es lo mejor que se ha dicho sobre ello. En 1998, el exgobernador de Tlaxcala, Tulio Hernández Gómez, soltó, a propósito del proceso electoral de ese año, que “pareciera que tanta democracia nos partió la madre”. Y así es, cada quien quiere su partido y se siente líder.

En este año, los ciudadanos y ciudadanas mexicanas acudirán a las urnas para renovar diversos cargos en el país de elección popular en cada una de las entidades del país. El proceso es uno es el más grande de la historia democrática de México

Como ahora es normal, los partidos forman alianzas para, juntos, tratar de vencer al contrincante al instituto que políticamente controla el país, antes era el Partido Revolucionario Institucional, pero ya es Movimiento Regeneración Nacional

El adversario en común es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador. Solo que el señor es un “acontecimiento histórico”, quizá debido a su tradición de combatir a rivales políticos durante décadas y algunos políticos se cargarán de su figura. Pero, también, su tiempo, como en las piñatas si no aprende, se acabará.

Sigue pensando en criticar un conglomerado de institutos (PRI, PAN y PRD y otros) y lo supone “perverso”, con un calificativo, ya fuera de lugar, de que siguen manteniendo las cuotas de poder que perdieron. Esos argumentos ya deben ser superados.

Quienes se manifiestan preocupados por la enorme presencia del presidente y su partido en las instituciones democráticas ven en esta alianza un paso en la dirección correcta para resolver el problema de la fragmentada oposición. El presidente llegó al poder con mucho rencor y ya debe reconciliar al país. El problema es que le no quiere.

Ya hay que cambiar la forma de hacer política. En lugar de presumir que hacen campaña supuestamente apoyando a la gente con apoyos de cubrebocas, una silla de ruedas o presumiendo que comen “chalupas” para tener contacto con el electorado, deberían pensar que una parte del debate se ha centrado en las dificultades operativas para el ejercicio del voto. Ingenio es lo mejor

Las medidas de sana distancia, la limitación del aforo en espacios cerrados y la obligatoriedad de portar cubrebocas y demás medidas de protección, son retos nunca se habían vivido. Decir patéticamente que “estoy aquí comiendo en esta fonda”, “tomando un rico pulque” y “dimos apoyos”, es ridículo. Ya caen mal. Al tiempo