/ martes 17 de mayo de 2022

Tintero | No más moralismo

En el tema de la despenalización de la mariguana, la mayoría de los legisladores locales y federales asume dos posiciones: una, la de envalentonados cuando plantean autorizar el uso de esa planta con fines lúdicos y medicinales y dos, cuando, a la hora de subirlo al pleno para su aprobación, no le quieren entrarle, les da miedo.

El asunto es que a los diputados, que no debería ser, les sale lo moralista cuando tienen, ante sí, la posibilidad de matar dos pájaros de una pedrada: frenar el negocio de delincuentes y apoyar a paliar el sufrimiento de muchas personas enfermas que encuentran en la cannabis, una forma de alivio a su dolor.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, por fin, decidió entrarle al tema, avaló su utilización, pero dejó el asunto en la cancha de los estados. El caso merece un mejor tratamiento legal porque la “luz verde” para su autorización es ambigua, es un sí pero no.

Por ejemplo, la Corte estableció que una persona no será sometida a un proceso penal siempre que porte el límite permitido en gramos.

Suena incongruente porque ningún policía del país está preparado para ello o acaso ¿Traerán en la patrulla una báscula especializada para pesar gramos de mariguana?

Es técnicamente imposible. Explico. Aunque ya está autorizado, en la actualidad, mientras sean “peras y manzanas” los policías detienen a cualquier portador y lo remiten ante la autoridad competente con el ridículo argumento de que “lo vimos sospechoso y, al hacerle la revisión, hallamos entre su ropa una envoltura con hierba verde parecida a la mariguana”.

Eso es patético. ¿Conocerá la mayoría de los efectivos una planta de cannabis? ¿Identificarán el olor que tiene?

Si esa es su lógica, ¿Por qué no detienen a los campesinos y comerciantes que comercian alfalfa y cilantro, respectivamente? Ahí si hay grandes cantidades de hierba verde. El caso de la mariguana debe dejar de ser parte de la agenda legislativa solo para ganar adeptos con algunos sectores de la población que fuman mota por gusto, adicción o diversión.

Lo cierto es que el consumo es inocuo. Algunas personas lo hacen a diario y no pierden el control de la vida. Les ayuda a relajarse, mientras que otros la emplean –combinada con alcohol del 96- para curar ciertos dolores musculares. Aplicársela en el cuerpo –no consumirla fumada en los llamados “churros”- disminuye los males y provoca una paz en enfermos a quienes los medicamentos dejaron de hacer efectos.

Otras personas, de plano, para su consumo personal, ya sea lúdico o medicinal, producen las plantas en macetas que hasta adornan sus jardines.

Los drones del gobierno estatal sino son incapaces de detectar los cultivos en grandes proporciones, menos ubican los caseros. La mariguana, aun sin ser autorizada por la autoridad competente, ya formaba parte de la vida de cientos de familias tlaxcaltecas.

Y es que dejó de ser el negocio “jugoso” de los narcotraficantes. Su mayor mercado era entre los jóvenes de secundaria y preparatoria quienes, con el afán de abrirse paso a la vida, empezaban a tener sexo, consumir bebidas alcohólicas, fumar cigarros y mota.

Pero la realidad es otra. El llamado “cristal” se está convirtiendo en la droga de moda. Es barato y, a diferencia de la cocaína y las metanfetaminas, su costo está al alcance de los estudiantes.

El problema es que es mortal. Una sobredosis en el consumo podría provocar serios problemas de salud entre la gente y, en el peor de los casos, la muerte. Es ahí donde la autoridad debe poner atención. En la zona oriente de la entidad es registrado el mayor consumo.

Lo cierto es que aterrizar a Tlaxcala la despenalización de la mariguana merece celeridad. Los diputados deben hacer a un lado la moralidad y entrarle a la propuesta que ya tienen servida en la mesa.

No suena descabellado autorizar la operación de negocios donde los mayores de edad puedan, no solo comprar mariguana, sino consumirla. Como tomar un café, pues.

Sin duda será difícil dar el primer paso, pero concretarlo pondría a Tlaxcala en un estado de avanzada. Al tiempo.

  • La mariguana debe dejar de ser parte de la agenda legislativa solo para ganar adeptos con algunos sectores de la población que fuman mota por gusto, adicción o diversión.

En el tema de la despenalización de la mariguana, la mayoría de los legisladores locales y federales asume dos posiciones: una, la de envalentonados cuando plantean autorizar el uso de esa planta con fines lúdicos y medicinales y dos, cuando, a la hora de subirlo al pleno para su aprobación, no le quieren entrarle, les da miedo.

El asunto es que a los diputados, que no debería ser, les sale lo moralista cuando tienen, ante sí, la posibilidad de matar dos pájaros de una pedrada: frenar el negocio de delincuentes y apoyar a paliar el sufrimiento de muchas personas enfermas que encuentran en la cannabis, una forma de alivio a su dolor.

La Suprema Corte de Justicia de la Nación, por fin, decidió entrarle al tema, avaló su utilización, pero dejó el asunto en la cancha de los estados. El caso merece un mejor tratamiento legal porque la “luz verde” para su autorización es ambigua, es un sí pero no.

Por ejemplo, la Corte estableció que una persona no será sometida a un proceso penal siempre que porte el límite permitido en gramos.

Suena incongruente porque ningún policía del país está preparado para ello o acaso ¿Traerán en la patrulla una báscula especializada para pesar gramos de mariguana?

Es técnicamente imposible. Explico. Aunque ya está autorizado, en la actualidad, mientras sean “peras y manzanas” los policías detienen a cualquier portador y lo remiten ante la autoridad competente con el ridículo argumento de que “lo vimos sospechoso y, al hacerle la revisión, hallamos entre su ropa una envoltura con hierba verde parecida a la mariguana”.

Eso es patético. ¿Conocerá la mayoría de los efectivos una planta de cannabis? ¿Identificarán el olor que tiene?

Si esa es su lógica, ¿Por qué no detienen a los campesinos y comerciantes que comercian alfalfa y cilantro, respectivamente? Ahí si hay grandes cantidades de hierba verde. El caso de la mariguana debe dejar de ser parte de la agenda legislativa solo para ganar adeptos con algunos sectores de la población que fuman mota por gusto, adicción o diversión.

Lo cierto es que el consumo es inocuo. Algunas personas lo hacen a diario y no pierden el control de la vida. Les ayuda a relajarse, mientras que otros la emplean –combinada con alcohol del 96- para curar ciertos dolores musculares. Aplicársela en el cuerpo –no consumirla fumada en los llamados “churros”- disminuye los males y provoca una paz en enfermos a quienes los medicamentos dejaron de hacer efectos.

Otras personas, de plano, para su consumo personal, ya sea lúdico o medicinal, producen las plantas en macetas que hasta adornan sus jardines.

Los drones del gobierno estatal sino son incapaces de detectar los cultivos en grandes proporciones, menos ubican los caseros. La mariguana, aun sin ser autorizada por la autoridad competente, ya formaba parte de la vida de cientos de familias tlaxcaltecas.

Y es que dejó de ser el negocio “jugoso” de los narcotraficantes. Su mayor mercado era entre los jóvenes de secundaria y preparatoria quienes, con el afán de abrirse paso a la vida, empezaban a tener sexo, consumir bebidas alcohólicas, fumar cigarros y mota.

Pero la realidad es otra. El llamado “cristal” se está convirtiendo en la droga de moda. Es barato y, a diferencia de la cocaína y las metanfetaminas, su costo está al alcance de los estudiantes.

El problema es que es mortal. Una sobredosis en el consumo podría provocar serios problemas de salud entre la gente y, en el peor de los casos, la muerte. Es ahí donde la autoridad debe poner atención. En la zona oriente de la entidad es registrado el mayor consumo.

Lo cierto es que aterrizar a Tlaxcala la despenalización de la mariguana merece celeridad. Los diputados deben hacer a un lado la moralidad y entrarle a la propuesta que ya tienen servida en la mesa.

No suena descabellado autorizar la operación de negocios donde los mayores de edad puedan, no solo comprar mariguana, sino consumirla. Como tomar un café, pues.

Sin duda será difícil dar el primer paso, pero concretarlo pondría a Tlaxcala en un estado de avanzada. Al tiempo.

  • La mariguana debe dejar de ser parte de la agenda legislativa solo para ganar adeptos con algunos sectores de la población que fuman mota por gusto, adicción o diversión.