/ martes 15 de junio de 2021

Tintero | Reconciliación, el gran reto de Cuéllar

Habían pasado muchos años desde que un político ganara en Tlaxcala la gubernatura con un amplio margen en la votación. Y Lorena Cuéllar Cisneros lo logró.

Desde 1993 no había sucedido. José Antonio Álvarez Lima triunfó casi dos a uno porque no tenía rivales de peso y después la pelea política fue cerrada.

Explico: Alfonso Sánchez Anaya ganó a Joaquín Cisneros Fernández con un escaso margen; lo mismo sucedió en la contienda entre Héctor Ortiz Ortiz y Mariano González Zarur; Mariano González Zarur y Adriana Dávila Fernández y con Lorena Cuéllar Cisneros y Marco Antonio Mena Rodríguez.

En esta elección del pasado 6 de junio, Cúellar Cisneros sí tuvo una contrincante de peso: Anabell Ávalos Zempoalteca, pero su fuerza política no le alcanzó.

¿Qué tuvo en contra? La corriente morenista que, guste o no, benefició a Cuéllar

En el año 2006 cuando Andrés Manuel López Obrador perdió la elección ante el panista Felipe Calderón Hinojosa, el entonces perredista arrasó en Tlaxcala y sigue teniendo fuerza política.

Cuéllar ahora tiene todo a su favor. La gubernatura, el Congreso local y la presidencia de la República. Si se lo dispone, puede hacer muchas obras para la entidad.

Las cosas no han cambiado. Solo las formas de gobernar, pero para el caso es lo mismo. Cuéllar es la segunda mujer que asume el poder Ejecutivo con el impulso de López Obrador y la primera fue Beatriz Paredes Rangel con el apoyo de Carlos Salinas de Gortari.

Las mujeres en el poder siempre dan confianza, pero Lorena Cuéllar tiene, ante sí, un gran reto: buscar la reconciliación política.

Explico: Un 35 % de la población votante no cree en el proyecto “lópezobradorista”. Ya se cansó de su perorata diaria en las mañaneras, de su política populista y de sus mentiras.

El discurso del combate a corrupción es más que falso. El presidente lo ha permitido y solapado.

Cierto, no se puede poner fin a muchos actos de corrupción en un sexenio, pero se deben dar los primeros pasos.

Cuéllar sabe que en Tlaxcala hubo un voto diferenciado. Que Anabell Ávalos tiene capital político y le será un contrapeso.

En el poder, es mejor la humildad y conciliar y eso le ayudará a hacer un buen gobierno.

Como lo he dicho muchas veces, es la era de las mujeres y el triunfo de Cuéllar es la mejor prueba.

Logró lo que su tío Joaquín Cisneros no pudo, la gubernatura.

Sin ser un político de trayectoria, Marco Mena concretó muchas obras de nivel y su legado debería ser continuado, es decir, no abandonar los trabajos.

Ernesto Zedillo Ponce de León, entonces presidente de México, decía y lo sé por personajes muy cercanos a él, que Tlaxcala era un “laboratorio político”.

Él aprendió de Álvarez Lima y entregó, en forma tersa, el poder al panista Vicente Fox Quesada.

Zedillo fue muy hábil. Cuando tuvo conocimiento de que Francisco Labastida Ochoa había perdido las elecciones presidenciales; tomó el teléfono y pidió al priista que aceptara su derrota.

Y así fue. En cadena nacional, reconoció que los sufragios no le habían favorecido y, 72 horas después abordó el avión de un amigo personal y viajó a Portugal donde fue recibido por el embajador José Antonio Álvarez Lima.

El poder permite olvidar rencores. Lorena Cuéllar tiene esa gran oportunidad y hacer un buen gobierno. En una charla me contó que mientras viajaba en un tren en Europa, soñaba con ser gobernadora. Que le dolía la derrota de su tío a quien traicionaron, pero que no guardaba odios. Que lo haga y es el bien de todos. Al tiempo.

  • Cuéllar ahora tiene todo a su favor. La gubernatura, el Congreso local y la presidencia de la República.

Habían pasado muchos años desde que un político ganara en Tlaxcala la gubernatura con un amplio margen en la votación. Y Lorena Cuéllar Cisneros lo logró.

Desde 1993 no había sucedido. José Antonio Álvarez Lima triunfó casi dos a uno porque no tenía rivales de peso y después la pelea política fue cerrada.

Explico: Alfonso Sánchez Anaya ganó a Joaquín Cisneros Fernández con un escaso margen; lo mismo sucedió en la contienda entre Héctor Ortiz Ortiz y Mariano González Zarur; Mariano González Zarur y Adriana Dávila Fernández y con Lorena Cuéllar Cisneros y Marco Antonio Mena Rodríguez.

En esta elección del pasado 6 de junio, Cúellar Cisneros sí tuvo una contrincante de peso: Anabell Ávalos Zempoalteca, pero su fuerza política no le alcanzó.

¿Qué tuvo en contra? La corriente morenista que, guste o no, benefició a Cuéllar

En el año 2006 cuando Andrés Manuel López Obrador perdió la elección ante el panista Felipe Calderón Hinojosa, el entonces perredista arrasó en Tlaxcala y sigue teniendo fuerza política.

Cuéllar ahora tiene todo a su favor. La gubernatura, el Congreso local y la presidencia de la República. Si se lo dispone, puede hacer muchas obras para la entidad.

Las cosas no han cambiado. Solo las formas de gobernar, pero para el caso es lo mismo. Cuéllar es la segunda mujer que asume el poder Ejecutivo con el impulso de López Obrador y la primera fue Beatriz Paredes Rangel con el apoyo de Carlos Salinas de Gortari.

Las mujeres en el poder siempre dan confianza, pero Lorena Cuéllar tiene, ante sí, un gran reto: buscar la reconciliación política.

Explico: Un 35 % de la población votante no cree en el proyecto “lópezobradorista”. Ya se cansó de su perorata diaria en las mañaneras, de su política populista y de sus mentiras.

El discurso del combate a corrupción es más que falso. El presidente lo ha permitido y solapado.

Cierto, no se puede poner fin a muchos actos de corrupción en un sexenio, pero se deben dar los primeros pasos.

Cuéllar sabe que en Tlaxcala hubo un voto diferenciado. Que Anabell Ávalos tiene capital político y le será un contrapeso.

En el poder, es mejor la humildad y conciliar y eso le ayudará a hacer un buen gobierno.

Como lo he dicho muchas veces, es la era de las mujeres y el triunfo de Cuéllar es la mejor prueba.

Logró lo que su tío Joaquín Cisneros no pudo, la gubernatura.

Sin ser un político de trayectoria, Marco Mena concretó muchas obras de nivel y su legado debería ser continuado, es decir, no abandonar los trabajos.

Ernesto Zedillo Ponce de León, entonces presidente de México, decía y lo sé por personajes muy cercanos a él, que Tlaxcala era un “laboratorio político”.

Él aprendió de Álvarez Lima y entregó, en forma tersa, el poder al panista Vicente Fox Quesada.

Zedillo fue muy hábil. Cuando tuvo conocimiento de que Francisco Labastida Ochoa había perdido las elecciones presidenciales; tomó el teléfono y pidió al priista que aceptara su derrota.

Y así fue. En cadena nacional, reconoció que los sufragios no le habían favorecido y, 72 horas después abordó el avión de un amigo personal y viajó a Portugal donde fue recibido por el embajador José Antonio Álvarez Lima.

El poder permite olvidar rencores. Lorena Cuéllar tiene esa gran oportunidad y hacer un buen gobierno. En una charla me contó que mientras viajaba en un tren en Europa, soñaba con ser gobernadora. Que le dolía la derrota de su tío a quien traicionaron, pero que no guardaba odios. Que lo haga y es el bien de todos. Al tiempo.

  • Cuéllar ahora tiene todo a su favor. La gubernatura, el Congreso local y la presidencia de la República.