/ lunes 23 de abril de 2018

Actuar o no con responsabilidad

La semana pasada, el Gobierno del Estado signó dos convenios para asegurar la adecuada conducción del proceso electoral, tanto federal como estatal, en Tlaxcala.

Por un lado, firmó el Convenio de Apoyo y Colaboración con el Instituto Nacional de Elecciones (INE) para la instalación de casillas en escuelas, a través del cual la administración estatal facilitará el acceso y uso de las instituciones educativas para llevar a cabo la jornada electoral.

Y por otro, estableció la entrega al Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) de 35 millones de pesos adicionales a su presupuesto, a fin de para garantizar su operación durante el proceso electoral.

En ambos casos, el gobierno estatal cumplió con su responsabilidad de generar condiciones para que los tlaxcaltecas tengan elecciones libres y en paz, de cara al desarrollo de un proceso comicial sumamente competido.

En lo que concierne al proceso local, hay que recordar que, en septiembre de 2017, la administración estatal entregó 8 millones de pesos extraordinarios al ITE para cumplir con las etapas iniciales del proceso electoral, lo cual advierte que hay claridad, por parte de las autoridades estatales, de la importancia del clima de certeza que demandan los ciudadanos para las próximas votaciones.

Lamentablemente, en el ámbito de gobierno municipal, no se aprecia que la autoridad asuma con el mismo compromiso sus facultades y deberes.

El fin de semana, en el centro de Zacatelco, se llevó a cabo el homenaje de cuerpo presente y pase de lista a los dos policías caídos durante un enfrentamiento con huachicoleros en El Carmen Aztama.

Ahí, Heriberto Falla, director de Seguridad Pública municipal, reconoció que los elementos a su cargo no cuentan con armas ni chalecos antibalas, y para justificar tales insuficiencias, aludió a lo burocrática que resulta la obtención de los exámenes de control de confianza y las licencias para la portación de armas de fuego.

Por su parte, el alcalde Tomás Orea emitió un discurso en el que, lamentablemente, recurrió al juramento de la ‘Guardia Nocturna’ de la serie de televisión “Game of Thrones” para resaltar la labor de los policías abatidos, por lo que tal acción fue considerada en redes sociales una falta de sensibilidad y de respeto por parte del edil que, desde finales de 2017, demostró menosprecio por las funciones de seguridad municipal.

Vale la pena recordar que, a finales de diciembre pasado, los policías de Zacatelco se declararon en paro, en demanda del pago de sus prestaciones de fin de año. En ese entonces, denunciaron la falta de uniformes y equipo; incluso mencionaron que la mayoría usaba ropa policial de corporaciones municipales vecinas.

Este antecedente advierte, justamente, que la situación adversa de la policía de Zacatelco no es fortuita, sino consecuencia de una política de seguridad errada que, ahora, dejó en la indefensión a los deudos de los uniformados muertos en el cumplimiento de su deber.

Ahí tenemos claramente las dos caras de la moneda. Por un lado, un gobierno que le entra al quite y trata de estar a la altura de las circunstancias, y por otro, un gobierno que se evade y se olvida de sus responsabilidades elementales.

La semana pasada, el Gobierno del Estado signó dos convenios para asegurar la adecuada conducción del proceso electoral, tanto federal como estatal, en Tlaxcala.

Por un lado, firmó el Convenio de Apoyo y Colaboración con el Instituto Nacional de Elecciones (INE) para la instalación de casillas en escuelas, a través del cual la administración estatal facilitará el acceso y uso de las instituciones educativas para llevar a cabo la jornada electoral.

Y por otro, estableció la entrega al Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) de 35 millones de pesos adicionales a su presupuesto, a fin de para garantizar su operación durante el proceso electoral.

En ambos casos, el gobierno estatal cumplió con su responsabilidad de generar condiciones para que los tlaxcaltecas tengan elecciones libres y en paz, de cara al desarrollo de un proceso comicial sumamente competido.

En lo que concierne al proceso local, hay que recordar que, en septiembre de 2017, la administración estatal entregó 8 millones de pesos extraordinarios al ITE para cumplir con las etapas iniciales del proceso electoral, lo cual advierte que hay claridad, por parte de las autoridades estatales, de la importancia del clima de certeza que demandan los ciudadanos para las próximas votaciones.

Lamentablemente, en el ámbito de gobierno municipal, no se aprecia que la autoridad asuma con el mismo compromiso sus facultades y deberes.

El fin de semana, en el centro de Zacatelco, se llevó a cabo el homenaje de cuerpo presente y pase de lista a los dos policías caídos durante un enfrentamiento con huachicoleros en El Carmen Aztama.

Ahí, Heriberto Falla, director de Seguridad Pública municipal, reconoció que los elementos a su cargo no cuentan con armas ni chalecos antibalas, y para justificar tales insuficiencias, aludió a lo burocrática que resulta la obtención de los exámenes de control de confianza y las licencias para la portación de armas de fuego.

Por su parte, el alcalde Tomás Orea emitió un discurso en el que, lamentablemente, recurrió al juramento de la ‘Guardia Nocturna’ de la serie de televisión “Game of Thrones” para resaltar la labor de los policías abatidos, por lo que tal acción fue considerada en redes sociales una falta de sensibilidad y de respeto por parte del edil que, desde finales de 2017, demostró menosprecio por las funciones de seguridad municipal.

Vale la pena recordar que, a finales de diciembre pasado, los policías de Zacatelco se declararon en paro, en demanda del pago de sus prestaciones de fin de año. En ese entonces, denunciaron la falta de uniformes y equipo; incluso mencionaron que la mayoría usaba ropa policial de corporaciones municipales vecinas.

Este antecedente advierte, justamente, que la situación adversa de la policía de Zacatelco no es fortuita, sino consecuencia de una política de seguridad errada que, ahora, dejó en la indefensión a los deudos de los uniformados muertos en el cumplimiento de su deber.

Ahí tenemos claramente las dos caras de la moneda. Por un lado, un gobierno que le entra al quite y trata de estar a la altura de las circunstancias, y por otro, un gobierno que se evade y se olvida de sus responsabilidades elementales.

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