/ miércoles 21 de agosto de 2019

CARAS Y MÁSCARAS

La agricultura familiar, un recurso para la seguridad alimentaria

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996 el derecho humano a la Seguridad Alimentaria se materializa cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso, tanto económico como físico, a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias culturales, con el objeto de llevar una vida sana y activa.

Los elementos para tener Seguridad Alimentaria y Nutricional, son: a) Disponibilidad de alimentos a nivel local o nacional; b) Control de los procesos cíclicos de los cultivos, así como disponibilidad de almacenamiento para épocas de déficit alimenticio; c) Acceso a los medios de producción -tierra, agua, insumos y tecnología- y a los alimentos disponibles en el mercado; d) Existencia, inocuidad y consumo de los alimentos, dignidad y condiciones higiénicas, así como distribución equitativa de estos dentro de los hogares.

México ante la crisis alimentaria

Miguel Concha Malo, destacado defensor de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables de México, en reciente artículo periodístico (La Jornada 20/04/2019) expresó al respecto: “Las inadecuadas políticas agropecuarias, la eliminación de Fertilizantes Mexicanos, de la Productora Nacional de Semillas, de la extensión agrícola, el seguro y el crédito agrícola, así como la escasa inversión en investigación, llevaron al país, a la crisis alimentaria más grave de su historia, con importaciones cada año de 16 millones de toneladas de maíz, 5 de trigo, 85 por ciento de arroz, 97 por ciento de soya y 400 mil toneladas de frijol, con la consiguiente fuga de divisas, abandono del campo y crisis en la cantidad y calidad de la alimentación de los mexicanos. Los gobiernos neoliberales apostaron por importar en lugar de producir en el país, y abandonaron el campo y los apoyos a la investigación nacional.”

Tal opinión coincide con los planteamientos de la organización denominada Alianza por la Salud Alimentaria, que “agrupa un conjunto de asociaciones civiles, organizaciones sociales y profesionistas preocupadas por la epidemia de sobrepeso y obesidad en México, que afecta a la mayor parte de la población, y por la desnutrición que impacta a un alto porcentaje de las familias más pobres”.

Al abordar la Seguridad y la Soberanía Alimentaria en su portal electrónico, esta agrupación afirma: “La epidemia de sobrepeso y obesidad que asola al país es consecuencia del modelo de dependencia alimentaria, abandono del campo y entrega de las decisiones de política pública en materia de agricultura y alimentación a las llamadas ‘fuerzas del mercado’, al ‘libre mercado’ y, en los hechos, a los intereses externos y a los monopolios.”

Agrega: “A lo largo de tres décadas de dependencia alimentaria se ha desmantelado la capacidad del país para producir sus propios alimentos, en favor de las importaciones y de las corporaciones agroalimentarias nacionales y extranjeras, provocando una competencia desleal a los productores nacionales, una caída en la rentabilidad y un crecimiento sostenido de la pobreza, migración, deterioro del entorno natural, carestía, hambre, desnutrición, obesidad y sobrepeso.”

Ante tal escenario, la Alianza por la Salud Alimentaria concluye que México sufre una condición de inseguridad y vulnerabilidad alimentaria sin precedentes, la cual compromete seriamente la soberanía nacional y afecta gravemente nuestros derechos y la salud alimentaria de la gran mayoría de la población, de modo que nuestro país requiere cambiar de modelo para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria.

Hacia un nuevo modelo de producción agropecuaria

El nuevo modelo debe rechazar las falsas soluciones, como: más exclusión de los pequeños y medianos productores; más importaciones; el uso de transgénicos; mayor concentración de tierra, agua, crédito y subsidios en pocas manos; mayor intensificación extractivista y dependiente de más agua y petróleo; biocombustibles con alimentos y utilizando tierras aptas para el cultivo de básicos; y más monopolios.

Ignacio Ovalle, director general del organismo público federal Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), recientemente aseguró que, con la estrategia del actual Gobierno Federal México será líder en producción de maíz, frijol e, incluso, leche y los campesinos superarán la pobreza extrema (El Heraldo de México 02/05/2019).

Ovalle reconoce que el reto es mayúsculo, porque arrastramos rezagos enormes y añejos y porque organismos internacionales recomiendan que un país no importe más allá de 25 o 30 por ciento de los alimentos básicos que consume, pero en México importamos 85 por ciento de nuestros alimentos básicos. “Eso es inadmisible”, sentenció el director de Segalmex.

Comienza el Decenio de la Agricultura Familiar

En paralelo a la solución implementada por la presente administración federal, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) al principio de este mes lanzaron, en la sede de FAO en Roma, el Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar y un Plan de Acción Mundial para impulsar al sector, particularmente en los países en desarrollo.

La agricultura familiar es un aliado fundamental para impulsar el desarrollo sostenible, eliminar el hambre, la obesidad y todas las formas de malnutrición. En función de ello destaca la necesidad de aumentar -entre otros factores- el acceso a los sistemas de protección social, el financiamiento, los mercados, la formación y las oportunidades de generación de ingresos.

El trabajo en campo de la FAO incluye soluciones de baja tecnología –al alcance de los pequeños productores– como los sistemas de recolección de agua de lluvia que permiten a los agricultores enfrentar la sequía y extender sus ciclos de cultivo, aunque también incorpora soluciones de tecnología de punta, como sensores hídricos ubicados en el campo conectados a internet.

La agricultura familiar, un recurso para la seguridad alimentaria

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), desde la Cumbre Mundial de la Alimentación (CMA) de 1996 el derecho humano a la Seguridad Alimentaria se materializa cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso, tanto económico como físico, a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias culturales, con el objeto de llevar una vida sana y activa.

Los elementos para tener Seguridad Alimentaria y Nutricional, son: a) Disponibilidad de alimentos a nivel local o nacional; b) Control de los procesos cíclicos de los cultivos, así como disponibilidad de almacenamiento para épocas de déficit alimenticio; c) Acceso a los medios de producción -tierra, agua, insumos y tecnología- y a los alimentos disponibles en el mercado; d) Existencia, inocuidad y consumo de los alimentos, dignidad y condiciones higiénicas, así como distribución equitativa de estos dentro de los hogares.

México ante la crisis alimentaria

Miguel Concha Malo, destacado defensor de los derechos humanos de las poblaciones más vulnerables de México, en reciente artículo periodístico (La Jornada 20/04/2019) expresó al respecto: “Las inadecuadas políticas agropecuarias, la eliminación de Fertilizantes Mexicanos, de la Productora Nacional de Semillas, de la extensión agrícola, el seguro y el crédito agrícola, así como la escasa inversión en investigación, llevaron al país, a la crisis alimentaria más grave de su historia, con importaciones cada año de 16 millones de toneladas de maíz, 5 de trigo, 85 por ciento de arroz, 97 por ciento de soya y 400 mil toneladas de frijol, con la consiguiente fuga de divisas, abandono del campo y crisis en la cantidad y calidad de la alimentación de los mexicanos. Los gobiernos neoliberales apostaron por importar en lugar de producir en el país, y abandonaron el campo y los apoyos a la investigación nacional.”

Tal opinión coincide con los planteamientos de la organización denominada Alianza por la Salud Alimentaria, que “agrupa un conjunto de asociaciones civiles, organizaciones sociales y profesionistas preocupadas por la epidemia de sobrepeso y obesidad en México, que afecta a la mayor parte de la población, y por la desnutrición que impacta a un alto porcentaje de las familias más pobres”.

Al abordar la Seguridad y la Soberanía Alimentaria en su portal electrónico, esta agrupación afirma: “La epidemia de sobrepeso y obesidad que asola al país es consecuencia del modelo de dependencia alimentaria, abandono del campo y entrega de las decisiones de política pública en materia de agricultura y alimentación a las llamadas ‘fuerzas del mercado’, al ‘libre mercado’ y, en los hechos, a los intereses externos y a los monopolios.”

Agrega: “A lo largo de tres décadas de dependencia alimentaria se ha desmantelado la capacidad del país para producir sus propios alimentos, en favor de las importaciones y de las corporaciones agroalimentarias nacionales y extranjeras, provocando una competencia desleal a los productores nacionales, una caída en la rentabilidad y un crecimiento sostenido de la pobreza, migración, deterioro del entorno natural, carestía, hambre, desnutrición, obesidad y sobrepeso.”

Ante tal escenario, la Alianza por la Salud Alimentaria concluye que México sufre una condición de inseguridad y vulnerabilidad alimentaria sin precedentes, la cual compromete seriamente la soberanía nacional y afecta gravemente nuestros derechos y la salud alimentaria de la gran mayoría de la población, de modo que nuestro país requiere cambiar de modelo para garantizar la seguridad y la soberanía alimentaria.

Hacia un nuevo modelo de producción agropecuaria

El nuevo modelo debe rechazar las falsas soluciones, como: más exclusión de los pequeños y medianos productores; más importaciones; el uso de transgénicos; mayor concentración de tierra, agua, crédito y subsidios en pocas manos; mayor intensificación extractivista y dependiente de más agua y petróleo; biocombustibles con alimentos y utilizando tierras aptas para el cultivo de básicos; y más monopolios.

Ignacio Ovalle, director general del organismo público federal Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), recientemente aseguró que, con la estrategia del actual Gobierno Federal México será líder en producción de maíz, frijol e, incluso, leche y los campesinos superarán la pobreza extrema (El Heraldo de México 02/05/2019).

Ovalle reconoce que el reto es mayúsculo, porque arrastramos rezagos enormes y añejos y porque organismos internacionales recomiendan que un país no importe más allá de 25 o 30 por ciento de los alimentos básicos que consume, pero en México importamos 85 por ciento de nuestros alimentos básicos. “Eso es inadmisible”, sentenció el director de Segalmex.

Comienza el Decenio de la Agricultura Familiar

En paralelo a la solución implementada por la presente administración federal, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) al principio de este mes lanzaron, en la sede de FAO en Roma, el Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar y un Plan de Acción Mundial para impulsar al sector, particularmente en los países en desarrollo.

La agricultura familiar es un aliado fundamental para impulsar el desarrollo sostenible, eliminar el hambre, la obesidad y todas las formas de malnutrición. En función de ello destaca la necesidad de aumentar -entre otros factores- el acceso a los sistemas de protección social, el financiamiento, los mercados, la formación y las oportunidades de generación de ingresos.

El trabajo en campo de la FAO incluye soluciones de baja tecnología –al alcance de los pequeños productores– como los sistemas de recolección de agua de lluvia que permiten a los agricultores enfrentar la sequía y extender sus ciclos de cultivo, aunque también incorpora soluciones de tecnología de punta, como sensores hídricos ubicados en el campo conectados a internet.