/ miércoles 28 de octubre de 2020

Caras y Máscaras | Premio Nobel al combate del hambre en el mundo

El pasado viernes 9 de los corrientes Berit Reiss-Andersen, que preside el Comité Noruego del Nobel, anunció que el Premio Nobel de la Paz 2020 se otorgó a una organización de la ONU: el Programa Mundial de Alimentos (PMA), por “sus esfuerzos en combatir el hambre, su contribución a mejorar las condiciones de paz en áreas afectadas por conflictos, y por actuar como motor de los esfuerzos para prevenir el uso del hambre como arma de guerra y conflicto”.

El organismo distribuyó el año pasado 15 mil millones de raciones de comida y asistió a cerca de 100 millones de personas víctimas del hambre en 88 países. Aunque estos datos pueden parecer enormes, solo representan una parte muy pequeña de las necesidades del mundo.

El PMA se autodefine como la mayor organización humanitaria de asistencia alimentaria, en un mundo donde 690 millones de personas, es decir, una de cada 11, sufrían en 2019 de manera crónica la falta de alimentos. Cifras que sin duda serán peores debido a la pandemia del nuevo coronavirus; se estima que la crisis de la Covid-19 puede dejar este año una gran cantidad de personas muertas a causa del hambre.

Reiss-Andersen expresó que el PMA hubiera sido un ganador digno del Nobel de la Paz independientemente de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, admitió, sin embargo, que esta “fortaleció las razones” para darle el premio, pues, como el mismo Programa lo ha afirmado: “Hasta que no exista una vacuna médica, los alimentos son la mejor vacuna contra el caos”.

Los esfuerzos del PMA se orientan hacia la asistencia frente a emergencias, el alivio, la rehabilitación y la ayuda para el desarrollo. Dos tercios de su trabajo se realizan en países afectados por conflictos, donde las personas tienen tres veces más probabilidades de sufrir desnutrición que quienes viven en países sin conflictos.

En emergencias, el PMA frecuentemente llega primero que otras organizaciones al lugar afectado para brindar asistencia alimentaria a las víctimas de guerras, conflictos civiles, sequías, inundaciones, terremotos, huracanes, pérdidas de cosechas y otros desastres.

Cuando la emergencia termina, el PMA ayuda a las comunidades a reconstruir sus vidas y los medios de sustento afectados. También trabaja para reforzar la resiliencia de las personas y las comunidades afectadas por las crisis prolongadas.

Los proyectos de desarrollo del PMA se enfocan en la nutrición, especialmente para las madres y los niños, desde la concepción hasta el segundo cumpleaños de estos y luego mediante comidas escolares. En 2019, en 50 países se distribuyeron alimentos escolares a más de 17.3 millones de niños residentes en zonas de difícil acceso.

El PMA fue fundado en 1961, tiene su sede en Roma y se financia únicamente por donaciones voluntarias, gracias a las cuales en 2019 recaudó 8 mil millones de dólares. Tiene a su disposición 5 mil 600 camiones, 30 barcos y cerca de 100 aviones, que entregan alimentos y otras asistencias en los sitios donde más se necesitan. Cuenta con más de 17 mil funcionarios en todo el mundo, 90% de los cuales laboran en los países donde se brinda la asistencia.

El PMA trabaja estrechamente con dos organizaciones hermanas: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y ha fincado alianza con más de un mil ONGs nacionales e internacionales.

El premio ganado consiste en una medalla de oro, un diploma y 950 mil euros. Será entregado el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, el empresario y filántropo sueco Alfred Nobel, si las condiciones sanitarias lo permiten.

El secretario general de la ONU, António Guterres, mostró su satisfacción por la concesión del premio al PMA y recordó al respecto que en “un mundo de abundancia, es inconcebible que cientos de millones de personas se acuesten cada noche con hambre” y recalcó que a esa cifra hay que añadir a la gente que se encuentra “en el abismo de la hambruna debido a la pandemia de Covid-19”.

Recientemente, el 24 de octubre, con motivo de la celebración del 75º Aniversario de las Naciones Unidas, Guterres evocó los objetivos de la Organización: promover la dignidad humana; proteger los derechos humanos; garantizar el respeto del derecho internacional y salvar a la humanidad de la guerra.

El pasado viernes 9 de los corrientes Berit Reiss-Andersen, que preside el Comité Noruego del Nobel, anunció que el Premio Nobel de la Paz 2020 se otorgó a una organización de la ONU: el Programa Mundial de Alimentos (PMA), por “sus esfuerzos en combatir el hambre, su contribución a mejorar las condiciones de paz en áreas afectadas por conflictos, y por actuar como motor de los esfuerzos para prevenir el uso del hambre como arma de guerra y conflicto”.

El organismo distribuyó el año pasado 15 mil millones de raciones de comida y asistió a cerca de 100 millones de personas víctimas del hambre en 88 países. Aunque estos datos pueden parecer enormes, solo representan una parte muy pequeña de las necesidades del mundo.

El PMA se autodefine como la mayor organización humanitaria de asistencia alimentaria, en un mundo donde 690 millones de personas, es decir, una de cada 11, sufrían en 2019 de manera crónica la falta de alimentos. Cifras que sin duda serán peores debido a la pandemia del nuevo coronavirus; se estima que la crisis de la Covid-19 puede dejar este año una gran cantidad de personas muertas a causa del hambre.

Reiss-Andersen expresó que el PMA hubiera sido un ganador digno del Nobel de la Paz independientemente de la crisis sanitaria provocada por la pandemia, admitió, sin embargo, que esta “fortaleció las razones” para darle el premio, pues, como el mismo Programa lo ha afirmado: “Hasta que no exista una vacuna médica, los alimentos son la mejor vacuna contra el caos”.

Los esfuerzos del PMA se orientan hacia la asistencia frente a emergencias, el alivio, la rehabilitación y la ayuda para el desarrollo. Dos tercios de su trabajo se realizan en países afectados por conflictos, donde las personas tienen tres veces más probabilidades de sufrir desnutrición que quienes viven en países sin conflictos.

En emergencias, el PMA frecuentemente llega primero que otras organizaciones al lugar afectado para brindar asistencia alimentaria a las víctimas de guerras, conflictos civiles, sequías, inundaciones, terremotos, huracanes, pérdidas de cosechas y otros desastres.

Cuando la emergencia termina, el PMA ayuda a las comunidades a reconstruir sus vidas y los medios de sustento afectados. También trabaja para reforzar la resiliencia de las personas y las comunidades afectadas por las crisis prolongadas.

Los proyectos de desarrollo del PMA se enfocan en la nutrición, especialmente para las madres y los niños, desde la concepción hasta el segundo cumpleaños de estos y luego mediante comidas escolares. En 2019, en 50 países se distribuyeron alimentos escolares a más de 17.3 millones de niños residentes en zonas de difícil acceso.

El PMA fue fundado en 1961, tiene su sede en Roma y se financia únicamente por donaciones voluntarias, gracias a las cuales en 2019 recaudó 8 mil millones de dólares. Tiene a su disposición 5 mil 600 camiones, 30 barcos y cerca de 100 aviones, que entregan alimentos y otras asistencias en los sitios donde más se necesitan. Cuenta con más de 17 mil funcionarios en todo el mundo, 90% de los cuales laboran en los países donde se brinda la asistencia.

El PMA trabaja estrechamente con dos organizaciones hermanas: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y ha fincado alianza con más de un mil ONGs nacionales e internacionales.

El premio ganado consiste en una medalla de oro, un diploma y 950 mil euros. Será entregado el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de su fundador, el empresario y filántropo sueco Alfred Nobel, si las condiciones sanitarias lo permiten.

El secretario general de la ONU, António Guterres, mostró su satisfacción por la concesión del premio al PMA y recordó al respecto que en “un mundo de abundancia, es inconcebible que cientos de millones de personas se acuesten cada noche con hambre” y recalcó que a esa cifra hay que añadir a la gente que se encuentra “en el abismo de la hambruna debido a la pandemia de Covid-19”.

Recientemente, el 24 de octubre, con motivo de la celebración del 75º Aniversario de las Naciones Unidas, Guterres evocó los objetivos de la Organización: promover la dignidad humana; proteger los derechos humanos; garantizar el respeto del derecho internacional y salvar a la humanidad de la guerra.