/ lunes 27 de junio de 2022

El cristal con que se mire | Un viejo rancio... y feminicida

Jesús N. encarna todo lo asqueroso del sistema influyentista, podrido y corrupto que a lo largo de los años fue convirtiendo a la justicia mexicana en la burla que es hoy.

A los 79 años, casado con Yrma N., cantante jovencísima de 21 años a quien casi le cuadruplicaba la edad. Podría fácilmente haber sido su abuelo -un depravado, pues- pero en fin, ella habrá tenido sus motivos para contraer nupcias. A un año de matrimonio, ya habría buscado divorciarse, pues ante un buffete de abogados dijo sufrir agresiones por parte de su esposo.

Prepotente, farsante, presuntuoso, un “raboverde” o “viejo rancio” como dicen hoy los chavos y chavas. Presidía cada discusión su pistola enchapada en oro asentada en la mesa. Ese rancio mató de tres balazos a Yrma Lydya en público y a mitad de una tarde cualquiera, en uno de los restaurantes mas conocidos de la Ciudad de México. Me pregunto si en algún momento tuvo un “flashback” de la mujer que hace 22 años -también su esposa- se “suicidó” ante él de dos (sí, dos) balazos. ¿Qué habrá en sus recuerdos? ¿Cómo dormir tranquilo y seguir su vida cuando dos mujeres que lo desposaron murieron de la misma forma?

Por otra parte, me pregunto ¿quiénes habrán sido los investigadores y ministerio público que consumaron la tipificación de suicidio hace más de dos décadas de la primera esposa del rancio? ¿Quiénes no se vomitaron cuando signaron en Causa de Muerte: suicidio, la muerte de aquella, la olvidada, la “suicida”, la que tuvo fuerza para dispararse a sí misma ¡dos veces!? Valdría solo por justicia, reabrir aquél caso, preguntar a los involucrados cómo construyeron tan absurda e inverosímil tipificación.

Dice la prensa que el asesino presumió siempre su amistad estrecha con “distinguidos y prestigiados” hombres del poder como el finado Onésimo Cepeda, Alejandro Gertz Manero, el hoy encarcelado Genaro García Luna y el titular del poder judicial de la CDMX, Rafael Guerra, entre otros. El caso del feminicidio de Yrma N. irá a tribunales locales, por lo que habría que preguntar al magistrado Guerra si es verdad su relación y hasta dónde llega. En casos así, vino a mi mente la máxima de “valen más 15 minutos de complicidad que una vida de amistad”. ¿Qué relación tendría el rancio Jesús N. con ellos y con otros? ¿amistad, complicidad o solo será “bluff” del asesino para pavimentar la impunidad que parece acompañarle permanentemente? Muchas preguntas y nada de respuestas pero el silencio de Rafael Guerra, su no deslinde de ese feminicida, sí que dice mucho.

Cualquiera con dos dedos de frente aseguraría que el abogadete asesino morirá en la cárcel; yo auguro que con el pretexto de su edad los tentáculos de sus amistades en el poder judicial lo mantendrán cumpliendo condena en su casa, rodeado de sus lujos y regodeado en un ego inflado que todos los días le dirá lo listo que es porque en las muertes violentas de sus dos esposas, se habrá salido con la suya.

Dicen los datos oficiales, los del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que la violencia contra las mujeres sigue imparable y creciente; que en mayo de 2022 varios delitos contra ellas rompieron récords históricos; a saber: extorsión, violación, violencia familiar y violencia de género en todas sus modalidades distinta a la violencia familiar, además de homicidio doloso. En los primeros 5 meses del año, se tipificaron 1,122 asesinatos dolosos mas 385 feminicidios. De los “suicidios” y homicidios “culposos” en condiciones mas que dudosas, ya ni hablar. El caso de Yrma N. sumará en el reporte de junio y, quedará en el olvido como tantos otros pues para doloroso infortunio,mas casos llegarán y ocuparán las planas.

Se llamaron Yrma, Ingrid, Abril, Lupita, conocida como “calcetitas rojas”, Fátima, Valeria, Debanhi… y tantas más. Se llamaron y fueron y serán siempre porque su sangre entintó el alma de México, porque cada una se llevó al más allá un cachito de la dignidad de esta tierra que las y nos vio nacer, se quedarán porque ellas fueron víctimas de aquellos que el sistema permitió andar en la calle, de monstruos que creen que el cuerpo de las niñas y las mujeres es desechable, son y serán y se quedarán para recordarnos siempre que no debe caber impunidad, atenuantes ni privilegios para quienes infligieron terror y muerte en aquellas a quienes debieron cuidar, amar y proteger.

Jesús N. encarna todo lo asqueroso del sistema influyentista, podrido y corrupto que a lo largo de los años fue convirtiendo a la justicia mexicana en la burla que es hoy.

A los 79 años, casado con Yrma N., cantante jovencísima de 21 años a quien casi le cuadruplicaba la edad. Podría fácilmente haber sido su abuelo -un depravado, pues- pero en fin, ella habrá tenido sus motivos para contraer nupcias. A un año de matrimonio, ya habría buscado divorciarse, pues ante un buffete de abogados dijo sufrir agresiones por parte de su esposo.

Prepotente, farsante, presuntuoso, un “raboverde” o “viejo rancio” como dicen hoy los chavos y chavas. Presidía cada discusión su pistola enchapada en oro asentada en la mesa. Ese rancio mató de tres balazos a Yrma Lydya en público y a mitad de una tarde cualquiera, en uno de los restaurantes mas conocidos de la Ciudad de México. Me pregunto si en algún momento tuvo un “flashback” de la mujer que hace 22 años -también su esposa- se “suicidó” ante él de dos (sí, dos) balazos. ¿Qué habrá en sus recuerdos? ¿Cómo dormir tranquilo y seguir su vida cuando dos mujeres que lo desposaron murieron de la misma forma?

Por otra parte, me pregunto ¿quiénes habrán sido los investigadores y ministerio público que consumaron la tipificación de suicidio hace más de dos décadas de la primera esposa del rancio? ¿Quiénes no se vomitaron cuando signaron en Causa de Muerte: suicidio, la muerte de aquella, la olvidada, la “suicida”, la que tuvo fuerza para dispararse a sí misma ¡dos veces!? Valdría solo por justicia, reabrir aquél caso, preguntar a los involucrados cómo construyeron tan absurda e inverosímil tipificación.

Dice la prensa que el asesino presumió siempre su amistad estrecha con “distinguidos y prestigiados” hombres del poder como el finado Onésimo Cepeda, Alejandro Gertz Manero, el hoy encarcelado Genaro García Luna y el titular del poder judicial de la CDMX, Rafael Guerra, entre otros. El caso del feminicidio de Yrma N. irá a tribunales locales, por lo que habría que preguntar al magistrado Guerra si es verdad su relación y hasta dónde llega. En casos así, vino a mi mente la máxima de “valen más 15 minutos de complicidad que una vida de amistad”. ¿Qué relación tendría el rancio Jesús N. con ellos y con otros? ¿amistad, complicidad o solo será “bluff” del asesino para pavimentar la impunidad que parece acompañarle permanentemente? Muchas preguntas y nada de respuestas pero el silencio de Rafael Guerra, su no deslinde de ese feminicida, sí que dice mucho.

Cualquiera con dos dedos de frente aseguraría que el abogadete asesino morirá en la cárcel; yo auguro que con el pretexto de su edad los tentáculos de sus amistades en el poder judicial lo mantendrán cumpliendo condena en su casa, rodeado de sus lujos y regodeado en un ego inflado que todos los días le dirá lo listo que es porque en las muertes violentas de sus dos esposas, se habrá salido con la suya.

Dicen los datos oficiales, los del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que la violencia contra las mujeres sigue imparable y creciente; que en mayo de 2022 varios delitos contra ellas rompieron récords históricos; a saber: extorsión, violación, violencia familiar y violencia de género en todas sus modalidades distinta a la violencia familiar, además de homicidio doloso. En los primeros 5 meses del año, se tipificaron 1,122 asesinatos dolosos mas 385 feminicidios. De los “suicidios” y homicidios “culposos” en condiciones mas que dudosas, ya ni hablar. El caso de Yrma N. sumará en el reporte de junio y, quedará en el olvido como tantos otros pues para doloroso infortunio,mas casos llegarán y ocuparán las planas.

Se llamaron Yrma, Ingrid, Abril, Lupita, conocida como “calcetitas rojas”, Fátima, Valeria, Debanhi… y tantas más. Se llamaron y fueron y serán siempre porque su sangre entintó el alma de México, porque cada una se llevó al más allá un cachito de la dignidad de esta tierra que las y nos vio nacer, se quedarán porque ellas fueron víctimas de aquellos que el sistema permitió andar en la calle, de monstruos que creen que el cuerpo de las niñas y las mujeres es desechable, son y serán y se quedarán para recordarnos siempre que no debe caber impunidad, atenuantes ni privilegios para quienes infligieron terror y muerte en aquellas a quienes debieron cuidar, amar y proteger.