/ jueves 2 de mayo de 2019

LOS AVATARES DE NUESTRO TIEMPO

La revalorización del servicio público

Luis Enrique Bermúdez

  • Los servidores públicos deben contar con suficientes capacidades para responder a los retos a los que se enfrentan

La función pública, además de ser un artífice del desarrollo, debe ser una profesión deseable y valorada, sobre todo porque envuelve el objetivo de trabajar en favor del bienestar común.

En este sentido, los servidores públicos, además de ser honestos, responsables y comprometidos, deben contar con suficientes capacidades técnicas y formativas profesionales para responder a los enormes retos a los que -en la cotidianeidad de las organizaciones públicas- se enfrentan. Centrar las culpas y señalamientos sobre los trabajadores del Estado es, a todas luces, un despropósito, sin sentido, e indudablemente un error; lejos de exigir la pérdida de derechos y beneficios laborales para situar a los servidores públicos -prácticamente- en un estado de indefensión, se debe exigir una revaloración ante la opinión pública y la ciudadanía, además de optar por su permanente capacitación y profesionalización.

Ante los problemas a los que México se enfrenta: inseguridad, pobreza y desigualdad, bajo crecimiento económico, etc., es vital contar con los mejores perfiles en el desarrollo de las actividades de gobierno; para la consecución de estos objetivos, las condiciones en que se desarrollan los servidores públicos deben ser idóneas. Por tanto, el discurso político no puede ser de confrontación hacia el servicio público, dado que solamente incentivan la agudización de la crisis de confianza, tampoco se debe optar por la reducción extrema de los ingresos, la exigencia de laborar los 365 días del año, eso es arbitrario y, tarde o temprano, tendrá repercusiones en la productividad de las administraciones públicas.

En la actualidad los análisis políticos son reiterativos al señalar la existencia de una crisis manifiesta de la democracia liberal, descrita por la desconfianza hacia las organizaciones gubernamentales por parte de la ciudadanía; las causas son diversas, la más recurrente es, quizás, los escándalos de corrupción que han sacudido gobierno y sistemas políticos completos en países como Brasil, Guatemala, Perú, por mencionar algunos. Sin embargo, resulta indispensable, a efectos de contar con un mejor acercamiento al problema, contar con mecanismos e instrumentos de medición, para la toma de decisiones; en este contexto es viable recuperar el Índice de Percepción de la Corrupción 2018 publicado por Transparencia Internacional.

En dicho estudio, se clasifican un total de 180 países, con una escala de puntuación que va del 0 al 100, donde 0 es “altamente corrupto” y 100 “muy limpio”. Los resultados son demostrativos de las realidades sostenidas. Para el caso de México, la puntuación obtenida en percepción de corrupción es de 28, lo que lo ubica en el lugar 138 del universo de 180; sucintamente está clasificado con un alto índice de percepción de corrupción en las organizaciones pública.

Este escenario es el menos deseable, reitero que la solución no está en vociferar frases popularmente aceptables. Se deben tomar decisiones bajo el entendido de que “los servidores públicos son factor determinante para acompañar la tarea de gobierno. Necesitan incentivos, oportunidades de desarrollo y reconocimiento a lo que hacen para estimular su inventiva y capacidad de innovación”; ese es el camino para lograr administraciones públicas más eficientes y libres de la percepción de la corrupción.

La otra opción, la de señalar como culpables de todos los males a los servidores públicos, se espera de un régimen basado en la ocurrencia y en la medición de los aplausos en la plaza pública. No obstante, el camino de la revalorización y la mejora permanente de las condiciones, en que el servicio público tiene lugar, es la ideal; dicha revalorización garantiza mejores resultados en el corto plazo y el cumplimiento de metas y objetivos en las instituciones de gobierno. El panorama actual y el futuro de México exigen de soluciones certeras, de dar el reconocimiento y valor suficiente al trabajo de las personas que, diariamente, se colocan en el escrutinio público para desarrollar sus actividades en favor de México.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

La revalorización del servicio público

Luis Enrique Bermúdez

  • Los servidores públicos deben contar con suficientes capacidades para responder a los retos a los que se enfrentan

La función pública, además de ser un artífice del desarrollo, debe ser una profesión deseable y valorada, sobre todo porque envuelve el objetivo de trabajar en favor del bienestar común.

En este sentido, los servidores públicos, además de ser honestos, responsables y comprometidos, deben contar con suficientes capacidades técnicas y formativas profesionales para responder a los enormes retos a los que -en la cotidianeidad de las organizaciones públicas- se enfrentan. Centrar las culpas y señalamientos sobre los trabajadores del Estado es, a todas luces, un despropósito, sin sentido, e indudablemente un error; lejos de exigir la pérdida de derechos y beneficios laborales para situar a los servidores públicos -prácticamente- en un estado de indefensión, se debe exigir una revaloración ante la opinión pública y la ciudadanía, además de optar por su permanente capacitación y profesionalización.

Ante los problemas a los que México se enfrenta: inseguridad, pobreza y desigualdad, bajo crecimiento económico, etc., es vital contar con los mejores perfiles en el desarrollo de las actividades de gobierno; para la consecución de estos objetivos, las condiciones en que se desarrollan los servidores públicos deben ser idóneas. Por tanto, el discurso político no puede ser de confrontación hacia el servicio público, dado que solamente incentivan la agudización de la crisis de confianza, tampoco se debe optar por la reducción extrema de los ingresos, la exigencia de laborar los 365 días del año, eso es arbitrario y, tarde o temprano, tendrá repercusiones en la productividad de las administraciones públicas.

En la actualidad los análisis políticos son reiterativos al señalar la existencia de una crisis manifiesta de la democracia liberal, descrita por la desconfianza hacia las organizaciones gubernamentales por parte de la ciudadanía; las causas son diversas, la más recurrente es, quizás, los escándalos de corrupción que han sacudido gobierno y sistemas políticos completos en países como Brasil, Guatemala, Perú, por mencionar algunos. Sin embargo, resulta indispensable, a efectos de contar con un mejor acercamiento al problema, contar con mecanismos e instrumentos de medición, para la toma de decisiones; en este contexto es viable recuperar el Índice de Percepción de la Corrupción 2018 publicado por Transparencia Internacional.

En dicho estudio, se clasifican un total de 180 países, con una escala de puntuación que va del 0 al 100, donde 0 es “altamente corrupto” y 100 “muy limpio”. Los resultados son demostrativos de las realidades sostenidas. Para el caso de México, la puntuación obtenida en percepción de corrupción es de 28, lo que lo ubica en el lugar 138 del universo de 180; sucintamente está clasificado con un alto índice de percepción de corrupción en las organizaciones pública.

Este escenario es el menos deseable, reitero que la solución no está en vociferar frases popularmente aceptables. Se deben tomar decisiones bajo el entendido de que “los servidores públicos son factor determinante para acompañar la tarea de gobierno. Necesitan incentivos, oportunidades de desarrollo y reconocimiento a lo que hacen para estimular su inventiva y capacidad de innovación”; ese es el camino para lograr administraciones públicas más eficientes y libres de la percepción de la corrupción.

La otra opción, la de señalar como culpables de todos los males a los servidores públicos, se espera de un régimen basado en la ocurrencia y en la medición de los aplausos en la plaza pública. No obstante, el camino de la revalorización y la mejora permanente de las condiciones, en que el servicio público tiene lugar, es la ideal; dicha revalorización garantiza mejores resultados en el corto plazo y el cumplimiento de metas y objetivos en las instituciones de gobierno. El panorama actual y el futuro de México exigen de soluciones certeras, de dar el reconocimiento y valor suficiente al trabajo de las personas que, diariamente, se colocan en el escrutinio público para desarrollar sus actividades en favor de México.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC