/ martes 6 de agosto de 2019

Palabras

Las palabras tienen efectos sobre nosotros pues nacen de pensamientos que a su vez llevan una carga emocional nacida de las creencias.

En síntesis, las palabras nos reflejan; nuestra manera de hablar nos describe de pies a cabeza. Al hablar exponemos nuestra escala de valores, prioridades y hasta sueños. Somos uno con lo que sale de nuestra boca. Lo que sale de la boca, del corazón proviene.

Un gobernante emanado de procesos democráticos, para construir una sociedad de paz, patriotismo y prosperidad, debe entender que la sociedad se compone de aquellos que votaron por él, que lo apoyan y coinciden con sus ideas, de quienes se oponen y votaron por otra opción por no compartir concepto de rumbo de país y de quienes son indiferentes a su actuar. Esa sociedad debe tener un líder que entienda que el disenso bien entendido y sobrellevado, es la respuesta a la construcción de patria donde todas y todos quepan y vivan en convivencia pacífica y feliz.

Esta semana en El Paso, Tx las palabras taladraron cuerpos en forma de balas. Las palabras de odio de un gobernante que hace permisivo entenderse superior a otro ser humano solo por el hecho del color de piel, el lugar donde tu madre decidió que nacieras o la cultura de tus ancestros, mantiene la cultura norteamericana de la conquista de pueblos por la vía de la fuerza. Desde la llegada de los peregrinos que colonizaron a base de exterminar a los pueblos originarios pasando por la esclavitud de la raza afroamericana y ahora el combate a los migrantes, los supremacistas xenófobos blancos encuentran en el liderazgo de Donald Trump la llave para mantener normalizada la cultura de la violencia; no es nuevo, pero sí sigue siendo aterrador.

El sueño americano de oportunidades para la prosperidad se mantiene en los más pobres de los pueblos hispanos que ven ese como el único camino para mejorar su calidad de vida. La corrupción, ineficacia y especialmente la impunidad a la violación de las normas rompen una de las columnas fundamentales del sueño americano: quien la hace la paga. El fortalecimiento de las instituciones, la aplicación estricta de la ley que permite la cultura de la confianza (quien no cumple lo paga ante la justicia), hace que la economía fluya. El “sueño americano” debería estar aquí, en cada uno de los países que compartimos la desgracia de no haber construido esas oportunidades para todos. Debería ser El Sueño Latinoamericano.

Nota personal: En respuesta a palabras calumniosas de una nota aparecida esta semana, escribí una nota en Facebook. La nota fue bajada del portal cosa que agradezco al director, pero la enorme sorpresa fue la cantidad de palabras recibidas hermosas, solidarias, amables, cariñosas, gentiles y generosas de personas de todos los partidos, amigos de siempre y de ahora, gente con la que he coincidido y vivido disenso. Alimentaron mi espíritu y abrevé amor de cada una y cada uno. ¡GRACIAS!

Palabras. Unas matan, otras inyectan vida.

Las palabras tienen efectos sobre nosotros pues nacen de pensamientos que a su vez llevan una carga emocional nacida de las creencias.

En síntesis, las palabras nos reflejan; nuestra manera de hablar nos describe de pies a cabeza. Al hablar exponemos nuestra escala de valores, prioridades y hasta sueños. Somos uno con lo que sale de nuestra boca. Lo que sale de la boca, del corazón proviene.

Un gobernante emanado de procesos democráticos, para construir una sociedad de paz, patriotismo y prosperidad, debe entender que la sociedad se compone de aquellos que votaron por él, que lo apoyan y coinciden con sus ideas, de quienes se oponen y votaron por otra opción por no compartir concepto de rumbo de país y de quienes son indiferentes a su actuar. Esa sociedad debe tener un líder que entienda que el disenso bien entendido y sobrellevado, es la respuesta a la construcción de patria donde todas y todos quepan y vivan en convivencia pacífica y feliz.

Esta semana en El Paso, Tx las palabras taladraron cuerpos en forma de balas. Las palabras de odio de un gobernante que hace permisivo entenderse superior a otro ser humano solo por el hecho del color de piel, el lugar donde tu madre decidió que nacieras o la cultura de tus ancestros, mantiene la cultura norteamericana de la conquista de pueblos por la vía de la fuerza. Desde la llegada de los peregrinos que colonizaron a base de exterminar a los pueblos originarios pasando por la esclavitud de la raza afroamericana y ahora el combate a los migrantes, los supremacistas xenófobos blancos encuentran en el liderazgo de Donald Trump la llave para mantener normalizada la cultura de la violencia; no es nuevo, pero sí sigue siendo aterrador.

El sueño americano de oportunidades para la prosperidad se mantiene en los más pobres de los pueblos hispanos que ven ese como el único camino para mejorar su calidad de vida. La corrupción, ineficacia y especialmente la impunidad a la violación de las normas rompen una de las columnas fundamentales del sueño americano: quien la hace la paga. El fortalecimiento de las instituciones, la aplicación estricta de la ley que permite la cultura de la confianza (quien no cumple lo paga ante la justicia), hace que la economía fluya. El “sueño americano” debería estar aquí, en cada uno de los países que compartimos la desgracia de no haber construido esas oportunidades para todos. Debería ser El Sueño Latinoamericano.

Nota personal: En respuesta a palabras calumniosas de una nota aparecida esta semana, escribí una nota en Facebook. La nota fue bajada del portal cosa que agradezco al director, pero la enorme sorpresa fue la cantidad de palabras recibidas hermosas, solidarias, amables, cariñosas, gentiles y generosas de personas de todos los partidos, amigos de siempre y de ahora, gente con la que he coincidido y vivido disenso. Alimentaron mi espíritu y abrevé amor de cada una y cada uno. ¡GRACIAS!

Palabras. Unas matan, otras inyectan vida.