/ domingo 17 de septiembre de 2023

¡Septiembre de encuestas, “pataleos”… y desastres!

¡Ya regresé!…, transcurre el mes patrio; mes agitado en la discusión política por el poder. En un planeta que se “sacude” malestares a manera de protesta. En México, una mujer se dirige al máximo sillón, la inexplicablemente enriquecida señora X no dimensiona sus tamaños y desbarra, pues desde Fox hacia estos días se enriqueció de forma inexplicable. Eso la exhibe, la limita, la define. Marcelo, excanciller, con todo y lentes, se sube al “ring” de las apariencias. Pero solo procura sus propios intereses. La oposición que dirige Don Claudio “sueña”, pero no tiene con qué.

En lo oscurito y sin tantos reflectores ni aspavientos, Lalo Verastegui, con sus ultras y fanáticos, se pintan la cruz templaria en el pecho y convocan a quienes, abdicando de su personal conciencia, acudan al grito de “viva Cristo Rey”. La arena política está caldeada. Los ánimos al rojo vivo; parece que vendrá un fin de sexenio sin sobresaltos económicos, aunque no faltarán hogueras que alarmen al votante y rieguen inquietudes.

La delincuencia crece. El gran mercado poblano de abastos ya está plagado por las mafias. La carestía no cesa. Las ambiciones de los especuladores tampoco. El consumidor está muy saqueado. Quien México preside visitó la tierra de Salvador Allende para honrar aquel portento de héroe que defendido la voluntad de su pueblo con las armas en la mano; cómo olvidar aquella traición de los generalotes, milicos que destruyeron, masacraron, asesinaron, persiguieron. Subsidiados por los varones internacionales del cobre.

En México, el Tren Maya avanza y en su construcción descubre en las selvas del sureste sorprendentes vestigios de esa cultura portentosa. Pero el mundo trepida en este septiembre tricolor de mariachis y pozole.

Los terremotos de Marruecos sepultaron a miles. En Libia, nunca inimaginables inundaciones ahogaron a más de seis mil. El planeta se conmueve; a veces olvidamos que está vivo. Para Occidente la democracia es un fracaso. Un sondeo mundial informó que para más del sesenta por ciento ciudadano la clase política –la de México incluida– es mirada con desprecio. El político es corrupto y codicioso de poder; se olvida del bienestar ciudadano. Es un sentir sobre todo de los jóvenes. Pero cómo creer en ellos, si hasta los políticos “morralla” de Chiautempan, llegaron solamente a retacar su cartera ante la incredulidad de quienes creyeron en la falsa honestidad de tal Jiménez. Al grado tal el desprestigio que, de esa clase, que el sondeo mundial de la Open Society Foundation, –que alcanza a México–, revela que millones preferirían estar gobernados por militares porque sus demagogos, líderes y jueces leguleyos, caminan en sentido contrario al de sus intereses populares.

Occidente está en crisis. En EE. UU. Ronald Reagan –desde entonces– estableció mecanismos de pocos impuestos para los superricos y de ductos succionantes del dinero de los pobres. La pandemia demostró la fragilidad de esta inequidad que no encontraba si quisiera como distribuir la vacuna salvadora, porque todo estaba privatizado. Ahora la guerra en Ucrania, los afanes de aplastar a China para que no ascienda a la primacía mundial, ocupan al inquilino de la Casa Blanca, que descuida al bienestar social de los más pobres. En este escenario, la pobreza y el hambre se expanden en muchas ciudades. La niñez miserable creció de cuatro millones el año pasado, ahora a nueve en el actual.

Trump asciende en la preferencia votante y aunque el aparato judicial de allá –siempre al servicio de los dueños del dinero--, le tiende candados y cadenas a él y a sus líderes, la rebeldía se propaga. Porque la pobreza ya es pandémica, en una sociedad plagada de migrantes, que hambrientos llegan y se encuentran la pesadilla americana. Los dueños de ese poderosísimo sistema, no dejarán el control. De ahí que, el futuro “super martes” electoral gringo, no será un día de campo; no bastará con el fraude contable de aquellas “maquinitas”; más difícil resultará la imposición de resultados. Las soluciones apuntan a distribuir la riqueza, que solo una revolución puede lograr. Porque el derecho de Occidente fue establecido para apuntalar a las instituciones –que pertenecen a los poderosos–, son atalayas que resistirán, hasta que fuerzas sociales contrarias las demuelan –Roma cayó ante el empuje de los bárbaros.

Con este coctel de comentarios llegamos a mediados de septiembre. En un extenso fin de semana burocrático, de un México que aprisa requiere renovarse. Ante una preocupante realidad, en la que ahora festinamos a la patria. Amada madre nuestra, que cada vez pesa menos en nuestros corazones y en cambio más cada vez, miramos al mercado y a los bienes de consumo. En dos semanas vendrá octubre de fríos anticipados y hermosas lunas de mármol encendido, que de brillo perlado teñirá los cielos. Preludio de un fin de año que será de “más o menos”, según querramos verlo.


¡Ya regresé!…, transcurre el mes patrio; mes agitado en la discusión política por el poder. En un planeta que se “sacude” malestares a manera de protesta. En México, una mujer se dirige al máximo sillón, la inexplicablemente enriquecida señora X no dimensiona sus tamaños y desbarra, pues desde Fox hacia estos días se enriqueció de forma inexplicable. Eso la exhibe, la limita, la define. Marcelo, excanciller, con todo y lentes, se sube al “ring” de las apariencias. Pero solo procura sus propios intereses. La oposición que dirige Don Claudio “sueña”, pero no tiene con qué.

En lo oscurito y sin tantos reflectores ni aspavientos, Lalo Verastegui, con sus ultras y fanáticos, se pintan la cruz templaria en el pecho y convocan a quienes, abdicando de su personal conciencia, acudan al grito de “viva Cristo Rey”. La arena política está caldeada. Los ánimos al rojo vivo; parece que vendrá un fin de sexenio sin sobresaltos económicos, aunque no faltarán hogueras que alarmen al votante y rieguen inquietudes.

La delincuencia crece. El gran mercado poblano de abastos ya está plagado por las mafias. La carestía no cesa. Las ambiciones de los especuladores tampoco. El consumidor está muy saqueado. Quien México preside visitó la tierra de Salvador Allende para honrar aquel portento de héroe que defendido la voluntad de su pueblo con las armas en la mano; cómo olvidar aquella traición de los generalotes, milicos que destruyeron, masacraron, asesinaron, persiguieron. Subsidiados por los varones internacionales del cobre.

En México, el Tren Maya avanza y en su construcción descubre en las selvas del sureste sorprendentes vestigios de esa cultura portentosa. Pero el mundo trepida en este septiembre tricolor de mariachis y pozole.

Los terremotos de Marruecos sepultaron a miles. En Libia, nunca inimaginables inundaciones ahogaron a más de seis mil. El planeta se conmueve; a veces olvidamos que está vivo. Para Occidente la democracia es un fracaso. Un sondeo mundial informó que para más del sesenta por ciento ciudadano la clase política –la de México incluida– es mirada con desprecio. El político es corrupto y codicioso de poder; se olvida del bienestar ciudadano. Es un sentir sobre todo de los jóvenes. Pero cómo creer en ellos, si hasta los políticos “morralla” de Chiautempan, llegaron solamente a retacar su cartera ante la incredulidad de quienes creyeron en la falsa honestidad de tal Jiménez. Al grado tal el desprestigio que, de esa clase, que el sondeo mundial de la Open Society Foundation, –que alcanza a México–, revela que millones preferirían estar gobernados por militares porque sus demagogos, líderes y jueces leguleyos, caminan en sentido contrario al de sus intereses populares.

Occidente está en crisis. En EE. UU. Ronald Reagan –desde entonces– estableció mecanismos de pocos impuestos para los superricos y de ductos succionantes del dinero de los pobres. La pandemia demostró la fragilidad de esta inequidad que no encontraba si quisiera como distribuir la vacuna salvadora, porque todo estaba privatizado. Ahora la guerra en Ucrania, los afanes de aplastar a China para que no ascienda a la primacía mundial, ocupan al inquilino de la Casa Blanca, que descuida al bienestar social de los más pobres. En este escenario, la pobreza y el hambre se expanden en muchas ciudades. La niñez miserable creció de cuatro millones el año pasado, ahora a nueve en el actual.

Trump asciende en la preferencia votante y aunque el aparato judicial de allá –siempre al servicio de los dueños del dinero--, le tiende candados y cadenas a él y a sus líderes, la rebeldía se propaga. Porque la pobreza ya es pandémica, en una sociedad plagada de migrantes, que hambrientos llegan y se encuentran la pesadilla americana. Los dueños de ese poderosísimo sistema, no dejarán el control. De ahí que, el futuro “super martes” electoral gringo, no será un día de campo; no bastará con el fraude contable de aquellas “maquinitas”; más difícil resultará la imposición de resultados. Las soluciones apuntan a distribuir la riqueza, que solo una revolución puede lograr. Porque el derecho de Occidente fue establecido para apuntalar a las instituciones –que pertenecen a los poderosos–, son atalayas que resistirán, hasta que fuerzas sociales contrarias las demuelan –Roma cayó ante el empuje de los bárbaros.

Con este coctel de comentarios llegamos a mediados de septiembre. En un extenso fin de semana burocrático, de un México que aprisa requiere renovarse. Ante una preocupante realidad, en la que ahora festinamos a la patria. Amada madre nuestra, que cada vez pesa menos en nuestros corazones y en cambio más cada vez, miramos al mercado y a los bienes de consumo. En dos semanas vendrá octubre de fríos anticipados y hermosas lunas de mármol encendido, que de brillo perlado teñirá los cielos. Preludio de un fin de año que será de “más o menos”, según querramos verlo.