/ martes 21 de septiembre de 2021

Tintero | Endeble, la cultura de protección civil

El pasado domingo se cumplieron 17 años del terremoto que devastó el “corazón” de la Ciudad de México y dejó miles de muertos, heridos y personas sin patrimonio. Y, para conmemorar esa fecha y afianzar una cultura de protección civil, las autoridades de los tres niveles de gobierno coordinaron un “gran” simulacro nacional.

El problema es que muchas personas lo toman a broma. En cuanto suena la alarma sísmica, en lugar de ser responsables, en el sentido de que si fuera real la vida de miles de personas estaría en peligro, solo participan por puro compromiso pues, riéndose, salen de sus casas y oficinas corriendo sin cumplir con el protocolo. ¿Qué es lo gracioso?

Otros, más insensatos, usan una tragedia para hacer memes en las redes sociales como si fuera un circo, pero hay otros que, patéticamente, utilizan en sus celulares, a la hora de recibir una llamada, el sonido de la alarma sísmica oficial. En cualquier circunstancia, justo sería que aplicaran sanciones económicas y hasta cárcel a quienes se conduzcan de esa forma.

El asunto es que desde siempre, la cultura de protección civil ha sido el “talón de Aquiles” de los gobiernos y, en muchos de los casos, su gran fracaso. En Tlaxcala, por ejemplo, desde 1990, la oficina del ramo fue usada por el gobierno como pago de facturas políticas.

A raíz del terremoto de 1985, en la entidad -cuatro años después- fue creada la dependencia estatal. La entonces gobernadora Beatriz Paredes Rangel nombró a Salvador Sesín Rosas. Pero no llegó para diseñar un Atlas Estatal de Riesgos, sino solo para informar y prevenir a la gente del eclipse lunar que se avecinaba. Las personas sabían que ese 17 de agosto de 1989, a medio día, oscurecería y les aterraba la idea de morir o quedar ciegos.

Con José Antonio Álvarez Lima, el director David Briseño, segundo titular del área, era visto en el cine presenciando la película Dante’s Peak (Pico de Dante, la furia de la montaña) para, según él mismo explicó, saber qué hacer en caso de que el volcán Popocatépetl hiciera erupción. Fuera de lugar.

Lo cierto es que gobernadores llegaron y se fueron y la hoy llamada Coordinación Estatal de Protección Civil fue concesionada al Partido del Trabajo (PT) y la entonces lideresa Rosalía Peredo Aguilar decidía quien asumía la titularidad.

Era el negocio perfecto: disponían, más que del presupuesto exiguo, de miles de despensas, láminas, materiales para construcción, apoyos para pies de casa y víveres a diestra y siniestra hasta que el priista Marco Antonio Mena puso fin a esa tradición política y despojó al PT de ese privilegio.

Pero tampoco logró consolidar el sistema sobre todo porque no hay voluntad para ser responsables en el tema y eso pone a Tlaxcala en un punto vulnerable ante desastres naturales y otros eventos.

Tampoco se da la profesionalización constante del personal del ramo y no hay un plan estratégico lo que limita la capacidad de respuesta ante cualquier contingencia.

Es evidente que los sistemas municipales de Protección Civil requieren ser fortalecidos pues la gran mayoría de las comunas es considerada de 'alto' y 'muy alto' riesgo ante los efectos de la naturaleza.

Precisamente por ello, el gobierno de la morenista Lorena Cuéllar Cisneros, está obligado a fortalecer esa dependencia y no permitir que siga siendo una oficina más del montón. Las fuertes lluvias que han azotado a la entidad y los sismos cada vez más frecuentes son señales de que la fuerza de la naturaleza no respeta a la nadie y, ahí, no existen influencias. Al tiempo.

El pasado domingo se cumplieron 17 años del terremoto que devastó el “corazón” de la Ciudad de México y dejó miles de muertos, heridos y personas sin patrimonio. Y, para conmemorar esa fecha y afianzar una cultura de protección civil, las autoridades de los tres niveles de gobierno coordinaron un “gran” simulacro nacional.

El problema es que muchas personas lo toman a broma. En cuanto suena la alarma sísmica, en lugar de ser responsables, en el sentido de que si fuera real la vida de miles de personas estaría en peligro, solo participan por puro compromiso pues, riéndose, salen de sus casas y oficinas corriendo sin cumplir con el protocolo. ¿Qué es lo gracioso?

Otros, más insensatos, usan una tragedia para hacer memes en las redes sociales como si fuera un circo, pero hay otros que, patéticamente, utilizan en sus celulares, a la hora de recibir una llamada, el sonido de la alarma sísmica oficial. En cualquier circunstancia, justo sería que aplicaran sanciones económicas y hasta cárcel a quienes se conduzcan de esa forma.

El asunto es que desde siempre, la cultura de protección civil ha sido el “talón de Aquiles” de los gobiernos y, en muchos de los casos, su gran fracaso. En Tlaxcala, por ejemplo, desde 1990, la oficina del ramo fue usada por el gobierno como pago de facturas políticas.

A raíz del terremoto de 1985, en la entidad -cuatro años después- fue creada la dependencia estatal. La entonces gobernadora Beatriz Paredes Rangel nombró a Salvador Sesín Rosas. Pero no llegó para diseñar un Atlas Estatal de Riesgos, sino solo para informar y prevenir a la gente del eclipse lunar que se avecinaba. Las personas sabían que ese 17 de agosto de 1989, a medio día, oscurecería y les aterraba la idea de morir o quedar ciegos.

Con José Antonio Álvarez Lima, el director David Briseño, segundo titular del área, era visto en el cine presenciando la película Dante’s Peak (Pico de Dante, la furia de la montaña) para, según él mismo explicó, saber qué hacer en caso de que el volcán Popocatépetl hiciera erupción. Fuera de lugar.

Lo cierto es que gobernadores llegaron y se fueron y la hoy llamada Coordinación Estatal de Protección Civil fue concesionada al Partido del Trabajo (PT) y la entonces lideresa Rosalía Peredo Aguilar decidía quien asumía la titularidad.

Era el negocio perfecto: disponían, más que del presupuesto exiguo, de miles de despensas, láminas, materiales para construcción, apoyos para pies de casa y víveres a diestra y siniestra hasta que el priista Marco Antonio Mena puso fin a esa tradición política y despojó al PT de ese privilegio.

Pero tampoco logró consolidar el sistema sobre todo porque no hay voluntad para ser responsables en el tema y eso pone a Tlaxcala en un punto vulnerable ante desastres naturales y otros eventos.

Tampoco se da la profesionalización constante del personal del ramo y no hay un plan estratégico lo que limita la capacidad de respuesta ante cualquier contingencia.

Es evidente que los sistemas municipales de Protección Civil requieren ser fortalecidos pues la gran mayoría de las comunas es considerada de 'alto' y 'muy alto' riesgo ante los efectos de la naturaleza.

Precisamente por ello, el gobierno de la morenista Lorena Cuéllar Cisneros, está obligado a fortalecer esa dependencia y no permitir que siga siendo una oficina más del montón. Las fuertes lluvias que han azotado a la entidad y los sismos cada vez más frecuentes son señales de que la fuerza de la naturaleza no respeta a la nadie y, ahí, no existen influencias. Al tiempo.