/ martes 7 de septiembre de 2021

Tintero | Saqueo e impunidad

Desde hace varios años, en cada cambio de administración, muchos alcaldes se han convertido en los principales saqueadores de los ayuntamientos. Cuando están a punto de dejar el poder, aplican el llamado “año de Hidalgo”.

De acuerdo con la historia popular, en la política mexicana se conoce como “el año de Hidalgo” al último tramo de gobierno, ya sea de un presidente, gobernador o munícipe. Esta frase tiene que ver con la corrupción en el gobierno o con una manera particular de dar cuenta de cómo la gente consume bebidas alcohólicas.

Eso sí, no tiene que ver con el religioso insurgente nacido en San Diego de Corralejo, municipio de Guanajuato, sino más bien obedece a la rima del ilustre apellido con otra expresión popular: “chingue a su madre el que deje algo”.

Así, beber una copa de vino “de Hidalgo” se refiere a un reto en el que una persona debe ingerirla de golpe hasta no dejar ni una sola gota en el vaso, so pena de ser enviado a importunar a su progenitora.

Sin embargo, ahora ha sido acuñada para demostrar a las autoridades que, a la hora de dejar el poder, se llevan a casa lo que más pueden. Por ejemplo, existen historias de que cuando Porfirio Díaz se iba al exilio a París, llevaba en el tren, rumbo a Veracruz, la silla de su oficina de Palacio Nacional.

En la gravedad de los hechos, las autoridades de todos los niveles ya no tienen pudor, hurtan computadoras, archivos, dinero, y ha habido casos donde, emulando al entonces presidente Díaz, se llevan el sillón que ocuparon por tres, cuatro o seis años. Por ejemplo en Chiautempan, el entonces alcalde, Fermín Sánchez Varela, fue acusado de que se llevó a su hogar la silla presidencial.

  • Robar y manejar el dinero con irresponsabilidad se ha convertido para los munícipes en una forma de vida, el problema es que los diputados en turno solapan las corruptelas y, en la mayoría de los casos, no dan seguimiento a las escasas denuncias que presentan en la Procuraduría General de Justicia.

Esta dependencia, por su lado, hace caso omiso y envía los expedientes por omisión y hasta por flojera para investigar, al baúl de los recuerdos a la “congeladora”.

O de qué otra forma se entiende que en los últimos años, casi mil millones de pesos públicos supuestamente fueron desviados y nunca aparecieron.

Pero no solo eso, terminado el poder, dejan a las comunas hechas un desastre: con laudos laborales, no pagan liquidaciones, impuestos, dejan sindicalizados y se roban los expedientes de la oficina de la tesorería.

Otro ente que no está cumpliendo con su función es el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) que, teniendo tanto personal, un amplio presupuesto y grandes oficinas, no sustenta bien sus revisiones.

Uno de los grandes problemas estriba en que los alcaldes generalmente se burlan del OFS porque presuntamente negocian la aprobación de sus cuentas públicas. No se necesita ser especialista para saberlo pues, en cuestión de horas, los congresistas cambian sus propios dictámenes, es decir, primero reprueban y luego aprueban.

La Vox Populi Vox Dei sostiene que ya encontraron el “caminito” para salvarse, que destinan dinero público para sobornar las decisiones de los legisladores y que, ellos, caen en la tentación.

Precisamente por ello, los nuevos integrantes del Poder Legislativo que, por segunda ocasión, controla el Partido Movimiento Regeneración Nacional, deben ser congruentes con la ideología que pregonan.

Qué lástima que muchos políticos han hallado en los cargos políticos la forma de hacer dinero, atrás quedó la convicción de trabajar a favor del pueblo que deberían representar. Pero tampoco tienen llenadera, quieren más y repetir como representantes populares aunque no hayan cumplido como su cometido. Es tiempo de poner fin a la estafa, saqueo y corrupción.

Desde hace varios años, en cada cambio de administración, muchos alcaldes se han convertido en los principales saqueadores de los ayuntamientos. Cuando están a punto de dejar el poder, aplican el llamado “año de Hidalgo”.

De acuerdo con la historia popular, en la política mexicana se conoce como “el año de Hidalgo” al último tramo de gobierno, ya sea de un presidente, gobernador o munícipe. Esta frase tiene que ver con la corrupción en el gobierno o con una manera particular de dar cuenta de cómo la gente consume bebidas alcohólicas.

Eso sí, no tiene que ver con el religioso insurgente nacido en San Diego de Corralejo, municipio de Guanajuato, sino más bien obedece a la rima del ilustre apellido con otra expresión popular: “chingue a su madre el que deje algo”.

Así, beber una copa de vino “de Hidalgo” se refiere a un reto en el que una persona debe ingerirla de golpe hasta no dejar ni una sola gota en el vaso, so pena de ser enviado a importunar a su progenitora.

Sin embargo, ahora ha sido acuñada para demostrar a las autoridades que, a la hora de dejar el poder, se llevan a casa lo que más pueden. Por ejemplo, existen historias de que cuando Porfirio Díaz se iba al exilio a París, llevaba en el tren, rumbo a Veracruz, la silla de su oficina de Palacio Nacional.

En la gravedad de los hechos, las autoridades de todos los niveles ya no tienen pudor, hurtan computadoras, archivos, dinero, y ha habido casos donde, emulando al entonces presidente Díaz, se llevan el sillón que ocuparon por tres, cuatro o seis años. Por ejemplo en Chiautempan, el entonces alcalde, Fermín Sánchez Varela, fue acusado de que se llevó a su hogar la silla presidencial.

  • Robar y manejar el dinero con irresponsabilidad se ha convertido para los munícipes en una forma de vida, el problema es que los diputados en turno solapan las corruptelas y, en la mayoría de los casos, no dan seguimiento a las escasas denuncias que presentan en la Procuraduría General de Justicia.

Esta dependencia, por su lado, hace caso omiso y envía los expedientes por omisión y hasta por flojera para investigar, al baúl de los recuerdos a la “congeladora”.

O de qué otra forma se entiende que en los últimos años, casi mil millones de pesos públicos supuestamente fueron desviados y nunca aparecieron.

Pero no solo eso, terminado el poder, dejan a las comunas hechas un desastre: con laudos laborales, no pagan liquidaciones, impuestos, dejan sindicalizados y se roban los expedientes de la oficina de la tesorería.

Otro ente que no está cumpliendo con su función es el Órgano de Fiscalización Superior (OFS) que, teniendo tanto personal, un amplio presupuesto y grandes oficinas, no sustenta bien sus revisiones.

Uno de los grandes problemas estriba en que los alcaldes generalmente se burlan del OFS porque presuntamente negocian la aprobación de sus cuentas públicas. No se necesita ser especialista para saberlo pues, en cuestión de horas, los congresistas cambian sus propios dictámenes, es decir, primero reprueban y luego aprueban.

La Vox Populi Vox Dei sostiene que ya encontraron el “caminito” para salvarse, que destinan dinero público para sobornar las decisiones de los legisladores y que, ellos, caen en la tentación.

Precisamente por ello, los nuevos integrantes del Poder Legislativo que, por segunda ocasión, controla el Partido Movimiento Regeneración Nacional, deben ser congruentes con la ideología que pregonan.

Qué lástima que muchos políticos han hallado en los cargos políticos la forma de hacer dinero, atrás quedó la convicción de trabajar a favor del pueblo que deberían representar. Pero tampoco tienen llenadera, quieren más y repetir como representantes populares aunque no hayan cumplido como su cometido. Es tiempo de poner fin a la estafa, saqueo y corrupción.