/ lunes 6 de septiembre de 2021

Bullying; cuna de dolor

Hay muchas creencias al respecto del acoso escolar; se confunde con violencia, se piensa que las niñas, niños y adolescentes que la sufren la provocan con alguna conducta o manera de ser, que es solo un juego de niños, que al crecer las cosas se calman o se olvidan, que los acosadores entienden cuando adultos que acosar o violentar está mal, que no trasciende a los equilibrios sociales y un sinfín de bobadas que lo único que hacen es cronificar el daño en el largo plazo para las víctimas y sembrar en los acosadores el mensaje de que violentar es una conducta aceptada con lo que muchos de ellos se convertirán en delincuentes antes de cumplir siquiera la mayoría de edad.

México es un país violento. Lo dicen todo tipo de estadísticas, su sociedad cada vez mas polarizada, da por aceptable golpear a menores de edad, humillar y minusvalorar mujeres, cometer violaciones de alma y cuerpo y, en el más grave de los casos, matar con saña, tortura y crueldad infinita. En cada una de esas acciones, Fuente Ovejuna excusa: seguro hizo algo para merecerlo. Las y los atacados son así revictimizados ad infinitum y, voltear la cara ante la injusticia y la delincuencia se ha convertido en el “qué barbaridad” social mas socorrido.

Una definición aceptada de bullying o acoso escolar es la de D. Olweus: "Un estudiante se convierte en víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo de un tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes. Así, las características de este fenómeno son que: ha de darse entre compañeros, es reiterado a través del tiempo, la víctima es atacada por un acosador o grupo de acosadores en el marco de un desequilibrio de poder que le lleva a un estado aprendido de indefensión y por tanto le resulta intimidatoria.

Entre las terribles consecuencias para la víctima de este comportamiento encontramos: disminución de la autoestima, estados de ansiedad y cuadros depresivos, lo que dificulta su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes. Todas estas son consecuencias físicas, mentales y emocionales que en casos crónicos le llevan a desarrollar Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT), condición que le afectará y hará sufrir, si no toma la terapia adecuada, por el resto de su vida. En el caso de los acosadores, pueden desarrollar Trastorno Narcisista de la personalidad e inclusive, conductas psicopáticas que les llevarán a delinquir sí o sí mas pronto que tarde. En el menor de los casos, se convertirán en ese compañero o compañera del ámbito profesional que traslada el bullying al acoso profesional entre pares y a la destrucción de sus parejas amorosas.

Al bullying le sostiene una relación trilateral mediante la ley del silencio y la condena pública del delator. Este cóctel deriva en su mas dramática faceta en un incremento gravísimo en el número de suicidios de menores de edad. Según el INEGI, en menos de 10 años los casos de niños y niñas que decidieron quitarse la vida se quintuplicaron; solo en 2018 se contabilizaron 641 suicidios entre los 10 y 17 años.

Pero, hay esperanza. Para ello, se requiere dejar de negar el problema y enfrentarlo en cada espacio escolar. En España, existe una intervención en la que los grupos escolares acuerdan y firman, con el liderazgo de sus profesores y el mandato de las y los directivos de los planteles, un compromiso de conocer y no incurrir en conductas inaceptables, así como las consecuencias de faltar a ese compromiso. Así también, se mide el bullying salón por salón cada tres meses con un instrumento estadístico diseñado expresamente. Principio de calidad: lo que no se puede medir, no se puede mejorar.

Los padres y madres de familia deben creerle a la víctima. Si su hijo o hija comienza a somatizar por ejemplo problemas gástricos, dolores de cabeza, cambios en su alimentación, si muestra golpes, magulladuras o cualquier otro síntoma de que está viviendo bullying, debe hacérsele saber a la autoridad educativa por escrito, nada de ir a platicar y dejarlo solo en un acuerdo verbal. Debe iniciarse una investigación formal y detener al o los agresores de inmediato.

Si ya existe daño se debe acudir lo mas pronto posible a profesionales especialistas en Terapia de Reprocesamiento del Trauma (EMDR) para revertir el impacto de haber sufrido acoso; el daño es reversible. Por lo que mas quiera, papá, mamá, créale a su niño, niña o adolescente. Su confianza e intervención amorosa y oportuna seguramente le estará salvando la vida.

Hay muchas creencias al respecto del acoso escolar; se confunde con violencia, se piensa que las niñas, niños y adolescentes que la sufren la provocan con alguna conducta o manera de ser, que es solo un juego de niños, que al crecer las cosas se calman o se olvidan, que los acosadores entienden cuando adultos que acosar o violentar está mal, que no trasciende a los equilibrios sociales y un sinfín de bobadas que lo único que hacen es cronificar el daño en el largo plazo para las víctimas y sembrar en los acosadores el mensaje de que violentar es una conducta aceptada con lo que muchos de ellos se convertirán en delincuentes antes de cumplir siquiera la mayoría de edad.

México es un país violento. Lo dicen todo tipo de estadísticas, su sociedad cada vez mas polarizada, da por aceptable golpear a menores de edad, humillar y minusvalorar mujeres, cometer violaciones de alma y cuerpo y, en el más grave de los casos, matar con saña, tortura y crueldad infinita. En cada una de esas acciones, Fuente Ovejuna excusa: seguro hizo algo para merecerlo. Las y los atacados son así revictimizados ad infinitum y, voltear la cara ante la injusticia y la delincuencia se ha convertido en el “qué barbaridad” social mas socorrido.

Una definición aceptada de bullying o acoso escolar es la de D. Olweus: "Un estudiante se convierte en víctima de acoso escolar cuando está expuesto, de forma reiterada y a lo largo de un tiempo, a acciones negativas llevadas a cabo por otro u otros estudiantes. Así, las características de este fenómeno son que: ha de darse entre compañeros, es reiterado a través del tiempo, la víctima es atacada por un acosador o grupo de acosadores en el marco de un desequilibrio de poder que le lleva a un estado aprendido de indefensión y por tanto le resulta intimidatoria.

Entre las terribles consecuencias para la víctima de este comportamiento encontramos: disminución de la autoestima, estados de ansiedad y cuadros depresivos, lo que dificulta su integración en el medio escolar y el desarrollo normal de los aprendizajes. Todas estas son consecuencias físicas, mentales y emocionales que en casos crónicos le llevan a desarrollar Trastorno de Estrés Post Traumático (TEPT), condición que le afectará y hará sufrir, si no toma la terapia adecuada, por el resto de su vida. En el caso de los acosadores, pueden desarrollar Trastorno Narcisista de la personalidad e inclusive, conductas psicopáticas que les llevarán a delinquir sí o sí mas pronto que tarde. En el menor de los casos, se convertirán en ese compañero o compañera del ámbito profesional que traslada el bullying al acoso profesional entre pares y a la destrucción de sus parejas amorosas.

Al bullying le sostiene una relación trilateral mediante la ley del silencio y la condena pública del delator. Este cóctel deriva en su mas dramática faceta en un incremento gravísimo en el número de suicidios de menores de edad. Según el INEGI, en menos de 10 años los casos de niños y niñas que decidieron quitarse la vida se quintuplicaron; solo en 2018 se contabilizaron 641 suicidios entre los 10 y 17 años.

Pero, hay esperanza. Para ello, se requiere dejar de negar el problema y enfrentarlo en cada espacio escolar. En España, existe una intervención en la que los grupos escolares acuerdan y firman, con el liderazgo de sus profesores y el mandato de las y los directivos de los planteles, un compromiso de conocer y no incurrir en conductas inaceptables, así como las consecuencias de faltar a ese compromiso. Así también, se mide el bullying salón por salón cada tres meses con un instrumento estadístico diseñado expresamente. Principio de calidad: lo que no se puede medir, no se puede mejorar.

Los padres y madres de familia deben creerle a la víctima. Si su hijo o hija comienza a somatizar por ejemplo problemas gástricos, dolores de cabeza, cambios en su alimentación, si muestra golpes, magulladuras o cualquier otro síntoma de que está viviendo bullying, debe hacérsele saber a la autoridad educativa por escrito, nada de ir a platicar y dejarlo solo en un acuerdo verbal. Debe iniciarse una investigación formal y detener al o los agresores de inmediato.

Si ya existe daño se debe acudir lo mas pronto posible a profesionales especialistas en Terapia de Reprocesamiento del Trauma (EMDR) para revertir el impacto de haber sufrido acoso; el daño es reversible. Por lo que mas quiera, papá, mamá, créale a su niño, niña o adolescente. Su confianza e intervención amorosa y oportuna seguramente le estará salvando la vida.