/ miércoles 21 de noviembre de 2018

Caras y máscaras

Expectativas de la economía mexicana para 2019

A nueve días de que Andrés Manuel López Obrador, el presidente electo, asuma el poder, resulta interesante revisar las expectativas que en materia económica han publicado las instituciones que tienen entre sus principales tareas el análisis macroeconómico de los países, por constituir este un insumo básico para el logro de sus objetivos.

El interés deriva del hecho de que el próximo presidente de la república se ha referido reiteradamente a su gobierno como el impulsor de la Cuarta Transformación, un conjunto de cambios en los campos económico, político y social, que seguramente serán precisados en el discurso de toma de posesión el próximo 1 de diciembre.

Es de suponer que tales cambios configurarán un escenario distinto en sus bases al que soporta la presente dinámica económica y social, cuyos resultados y condicionantes se expresan en los cuatro indicadores de conocimiento generalizado, a saber: el Producto Interno Bruto (PIB), la tasa de inflación, el tipo de cambio y la tasa de interés.

El conocer los valores de las expectativas previas a la toma de posesión permitirán, en el futuro, comparar el impacto de las decisiones de gobierno -esperadas por 30 millones de votantes- que la nueva administración adoptará.


El Producto Interno Bruto

El PIB es la suma del valor monetario de todos los bienes y servicios producidos en una determinada área geográfica durante un período determinado, normalmente un año. Equivale al flujo de dinero derivado del consumo de los bienes y servicios adquiridos por las familias y las empresas, más la inversión -especialmente de las empresas-, el gasto que hace la administración pública –incluidos los salarios de los funcionarios públicos- y el resultado de las exportaciones menos las importaciones.

El PIB se manifiesta en tres dimensiones: la nominal, cuando se mide a los precios corrientes, o sea, a los que existen en el momento de la medición; la real, expresada a precios constantes, es decir, sin los efectos de la inflación y la per cápita, que resulta de dividir el valor total de lo producido entre el número de habitantes.


La inflación

Recibe el nombre de inflación el aumento sostenido de los precios de los bienes y servicios. Se mide mediante un coeficiente, o tasa, que refleja el incremento porcentual de los precios en un cierto período temporal.

Si durante un período dado la tasa de inflación aumenta y los salarios se mantienen intactos, el dinero reduce su poder adquisitivo y los precios de los productos de consumo básico para la subsistencia se disparan hacia arriba, de modo que la gente se ve obligada a realizar ajustes en sus compras, ya sea inclinándose por bienes de calidad inferior u optando por prescindir de ellos.

El aumento de los precios -y por tanto la inflación- puede derivarse de un aumento desmedido de la demanda frente a la lentitud de la oferta o por el incremento de los costos, derivado este del aumento de los salarios, los impuestos o las materias primas, aumento que se traslada a los precios para mantener los beneficios de los productores.

Conforme a su magnitud, la inflación puede ser moderada, galopante o presentarse como hiperinflación.

La inflación es moderada si el aumento de los precios es lento y progresivo, lo cual genera confianza en los consumidores, inclinándolos a depositar sus ahorros en cuentas bancarias, con la esperanza de que el valor de su dinero no cambie bruscamente a lo largo del tiempo.

La inflación galopante se da cuando los precios incrementan las tasas en dos o tres dígitos en un año; en este caso, la gente aparta el dinero indispensable para la subsistencia y suele cambiar el resto por alguna moneda fuerte, como el dólar.

En la hiperinflación el incremento de los precios puede llegar a ser hasta del 1000%, o más, por año, situación que evidencia una profunda crisis económica, derivada de la ausencia de un sistema efectivo de regulación de los gastos del gobierno y de su financiamiento mediante la emisión de dinero de manera descontrolada.


El tipo de cambio

El tipo de cambio es una referencia que se usa para calcular la cantidad de unidades de moneda nacional que deben pagarse para comprar una moneda extranjera, o el número de unidades de moneda nacional que se obtienen al vender una unidad de moneda extranjera.

El tipo de cambio de cada país está determinado por el régimen cambiario, que es la forma en que se administra el valor de la moneda respecto a las de otros países. Los regímenes cambiarios más conocidos son el tipo de cambio fijo, el flexible y las bandas cambiarias.

En el régimen fijo la autoridad monetaria establece un nivel del tipo de cambio y se compromete, interviniendo en el mercado comprando o vendiendo divisas, a garantizar que se mantenga ese nivel.

En el régimen flexible o flotante el precio de la divisa se determina mediante la oferta y la demanda del mercado, sin la intervención de la autoridad monetaria.

El régimen de bandas cambiarias es intermedio entre el fijo y el flexible. La autoridad monetaria fija una banda en la cual el tipo de cambio se mueve libremente, pero, cuando alcanza el techo o el piso de la banda la autoridad interviene vendiendo o comprando divisas para mantenerlo en los límites establecidos.

En México la política cambiaria es responsabilidad de la Comisión de Cambios, integrada por funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Banco de México, esta comisión lleva ya más de 20 años confirmando año con año el régimen cambiario flexible.


La tasa de referencia

La tasa de interés de referencia del Banco de México es una de las herramientas de política monetaria con las que cuenta esta institución y, en general, todos los bancos centrales del mundo. Su objetivo es mantener la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda mediante el control de su impacto en otras variables económicas como la inflación y el crecimiento económico.

Según la parte del ciclo económico en el que se encuentre un país, la tasa de referencia se ajusta hacia arriba o hacia abajo. Una mayor tasa de interés reduce la demanda agregada desincentivando el consumo y la inversión y promoviendo el aumento del ahorro de las personas; de esta manera se limita la cantidad de dinero disponible en la economía y se previene una alta inflación. Por el contrario, cuando se baja, los créditos se vuelven más baratos, aumenta el consumo de las personas y las empresas y se impulsa la economía.

El alza en la tasa referencial también se refleja en un incremento en los costos de los créditos hipotecarios y automotrices, así como en los intereses que se cobran en las tarjetas de crédito.


Las expectativas

Los pronósticos del Banco de México del valor que tendrán los indicadores definidos en los términos arriba señalados y publicados el 1 del presente mes de noviembre, fueron los siguientes: PIB 2018 2.12% y 2019 2.15%; Inflación 2018 4.62% y 2019 3.80%; tipo de cambio 2018 19.10 y 2019 19.07 y tasa de fondeo interbancario 2018 7.83% y 2019 7.50%. Es claro que los pronósticos se basan en las tendencias de los fenómenos analizados, cuyos valores son modificados por la realidad; así, la tasa de inflación a octubre del presente año fue de 4.90% y el dólar el día de ayer 20 de noviembre se compró a 20.37 pesos.

Si bien en México la realidad modera el optimismo de las expectativas, las circunstancias no son tan desfavorables como en Venezuela, donde el PIB se redujo un 25% aproximadamente durante el período enero-junio de 2018, en un entorno hiperinflacionario (200% mensual) en el que se actualmente se enmarca la actividad económica de ese país.


Expectativas de la economía mexicana para 2019

A nueve días de que Andrés Manuel López Obrador, el presidente electo, asuma el poder, resulta interesante revisar las expectativas que en materia económica han publicado las instituciones que tienen entre sus principales tareas el análisis macroeconómico de los países, por constituir este un insumo básico para el logro de sus objetivos.

El interés deriva del hecho de que el próximo presidente de la república se ha referido reiteradamente a su gobierno como el impulsor de la Cuarta Transformación, un conjunto de cambios en los campos económico, político y social, que seguramente serán precisados en el discurso de toma de posesión el próximo 1 de diciembre.

Es de suponer que tales cambios configurarán un escenario distinto en sus bases al que soporta la presente dinámica económica y social, cuyos resultados y condicionantes se expresan en los cuatro indicadores de conocimiento generalizado, a saber: el Producto Interno Bruto (PIB), la tasa de inflación, el tipo de cambio y la tasa de interés.

El conocer los valores de las expectativas previas a la toma de posesión permitirán, en el futuro, comparar el impacto de las decisiones de gobierno -esperadas por 30 millones de votantes- que la nueva administración adoptará.


El Producto Interno Bruto

El PIB es la suma del valor monetario de todos los bienes y servicios producidos en una determinada área geográfica durante un período determinado, normalmente un año. Equivale al flujo de dinero derivado del consumo de los bienes y servicios adquiridos por las familias y las empresas, más la inversión -especialmente de las empresas-, el gasto que hace la administración pública –incluidos los salarios de los funcionarios públicos- y el resultado de las exportaciones menos las importaciones.

El PIB se manifiesta en tres dimensiones: la nominal, cuando se mide a los precios corrientes, o sea, a los que existen en el momento de la medición; la real, expresada a precios constantes, es decir, sin los efectos de la inflación y la per cápita, que resulta de dividir el valor total de lo producido entre el número de habitantes.


La inflación

Recibe el nombre de inflación el aumento sostenido de los precios de los bienes y servicios. Se mide mediante un coeficiente, o tasa, que refleja el incremento porcentual de los precios en un cierto período temporal.

Si durante un período dado la tasa de inflación aumenta y los salarios se mantienen intactos, el dinero reduce su poder adquisitivo y los precios de los productos de consumo básico para la subsistencia se disparan hacia arriba, de modo que la gente se ve obligada a realizar ajustes en sus compras, ya sea inclinándose por bienes de calidad inferior u optando por prescindir de ellos.

El aumento de los precios -y por tanto la inflación- puede derivarse de un aumento desmedido de la demanda frente a la lentitud de la oferta o por el incremento de los costos, derivado este del aumento de los salarios, los impuestos o las materias primas, aumento que se traslada a los precios para mantener los beneficios de los productores.

Conforme a su magnitud, la inflación puede ser moderada, galopante o presentarse como hiperinflación.

La inflación es moderada si el aumento de los precios es lento y progresivo, lo cual genera confianza en los consumidores, inclinándolos a depositar sus ahorros en cuentas bancarias, con la esperanza de que el valor de su dinero no cambie bruscamente a lo largo del tiempo.

La inflación galopante se da cuando los precios incrementan las tasas en dos o tres dígitos en un año; en este caso, la gente aparta el dinero indispensable para la subsistencia y suele cambiar el resto por alguna moneda fuerte, como el dólar.

En la hiperinflación el incremento de los precios puede llegar a ser hasta del 1000%, o más, por año, situación que evidencia una profunda crisis económica, derivada de la ausencia de un sistema efectivo de regulación de los gastos del gobierno y de su financiamiento mediante la emisión de dinero de manera descontrolada.


El tipo de cambio

El tipo de cambio es una referencia que se usa para calcular la cantidad de unidades de moneda nacional que deben pagarse para comprar una moneda extranjera, o el número de unidades de moneda nacional que se obtienen al vender una unidad de moneda extranjera.

El tipo de cambio de cada país está determinado por el régimen cambiario, que es la forma en que se administra el valor de la moneda respecto a las de otros países. Los regímenes cambiarios más conocidos son el tipo de cambio fijo, el flexible y las bandas cambiarias.

En el régimen fijo la autoridad monetaria establece un nivel del tipo de cambio y se compromete, interviniendo en el mercado comprando o vendiendo divisas, a garantizar que se mantenga ese nivel.

En el régimen flexible o flotante el precio de la divisa se determina mediante la oferta y la demanda del mercado, sin la intervención de la autoridad monetaria.

El régimen de bandas cambiarias es intermedio entre el fijo y el flexible. La autoridad monetaria fija una banda en la cual el tipo de cambio se mueve libremente, pero, cuando alcanza el techo o el piso de la banda la autoridad interviene vendiendo o comprando divisas para mantenerlo en los límites establecidos.

En México la política cambiaria es responsabilidad de la Comisión de Cambios, integrada por funcionarios de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y del Banco de México, esta comisión lleva ya más de 20 años confirmando año con año el régimen cambiario flexible.


La tasa de referencia

La tasa de interés de referencia del Banco de México es una de las herramientas de política monetaria con las que cuenta esta institución y, en general, todos los bancos centrales del mundo. Su objetivo es mantener la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda mediante el control de su impacto en otras variables económicas como la inflación y el crecimiento económico.

Según la parte del ciclo económico en el que se encuentre un país, la tasa de referencia se ajusta hacia arriba o hacia abajo. Una mayor tasa de interés reduce la demanda agregada desincentivando el consumo y la inversión y promoviendo el aumento del ahorro de las personas; de esta manera se limita la cantidad de dinero disponible en la economía y se previene una alta inflación. Por el contrario, cuando se baja, los créditos se vuelven más baratos, aumenta el consumo de las personas y las empresas y se impulsa la economía.

El alza en la tasa referencial también se refleja en un incremento en los costos de los créditos hipotecarios y automotrices, así como en los intereses que se cobran en las tarjetas de crédito.


Las expectativas

Los pronósticos del Banco de México del valor que tendrán los indicadores definidos en los términos arriba señalados y publicados el 1 del presente mes de noviembre, fueron los siguientes: PIB 2018 2.12% y 2019 2.15%; Inflación 2018 4.62% y 2019 3.80%; tipo de cambio 2018 19.10 y 2019 19.07 y tasa de fondeo interbancario 2018 7.83% y 2019 7.50%. Es claro que los pronósticos se basan en las tendencias de los fenómenos analizados, cuyos valores son modificados por la realidad; así, la tasa de inflación a octubre del presente año fue de 4.90% y el dólar el día de ayer 20 de noviembre se compró a 20.37 pesos.

Si bien en México la realidad modera el optimismo de las expectativas, las circunstancias no son tan desfavorables como en Venezuela, donde el PIB se redujo un 25% aproximadamente durante el período enero-junio de 2018, en un entorno hiperinflacionario (200% mensual) en el que se actualmente se enmarca la actividad económica de ese país.