/ miércoles 20 de noviembre de 2019

Caras y Máscaras | La imagen urbana, un valioso patrimonio cultural

La imagen urbana es la cara de una ciudad. Incluye elementos naturales y artificiales. Entre los primeros se encuentran las montañas, los ríos, los lagos, etc. y entre los segundos los construidos por el hombre como los edificios, las calles, los parques, los monumentos, etc.; en los segundos destaca la presencia de ciertos materiales y sistemas constructivos, la cobertura y calidad de los servicios urbanos básicos, como agua potable, drenaje, energía eléctrica, alumbrado público, así como el estado general de las viviendas.

Un componente esencial de la imagen urbana es el ser humano. Para el ingeniero urbanista Kevin Lynch “la imagen urbana de cualquier lugar no solo se representa mediante estructuras, sino también tiene que ver con aspectos culturales y sociales del propio lugar”, ya que los elementos materiales se interrelacionan estrechamente con las tradiciones, costumbres y usos de sus habitantes (densidad demográfica, estructura familiar, fiestas, etc.), así como con las actividades económicas características del lugar.

Imagen urbana: proyección de identidad

Rigoberto Lárraga Lara, doctorante del Programa Multidisciplinario en Posgrado de Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en su artículo denominado “La imagen urbana de los poblados históricos con valor patrimonial en la oferta turística global” (eumed.net), citando a varios autores plantea que la imagen urbana es una fiel proyección de la identidad de los moradores de la ciudad de que se trate:

Husserl, filósofo: La imagen urbana es la expresión del mundo vital o mundo de vida de sus habitantes, es la síntesis de su experiencia de vivir; la imagen de los poblados nos hace ver su identidad -su carácter- y comprender a sus habitantes en su temporalidad y espacialidad.

Gadamer, filósofo: La imagen urbana nos da base para entender a los poblados vernáculos como identidad, es decir, no verlos como objetos, sino como fenómenos de vida, como la imagen del mundo de sus habitantes, de su saber, de sus relaciones hombre-vida-naturaleza. Débora Paniagua, doctora en Arquitectura: La imagen urbana es producida por el hombre y la cultura. Refleja el horizonte del lugar, el mundo social, el material y el construido, el de los valores, el de lo tangible e intangible.

Identidad, patrimonio de los pueblos

Con base en las anteriores apreciaciones, Lárraga plantea la tesis de considerar a la imagen urbana como un producto de valor social útil y provechoso, un valor económico en beneficio de la sociedad que la generó y la conserva, ya que en el actual mundo globalizado lo auténtico, lo espontaneo, la identidad, constituye el patrimonio de quienes la han construido a través de su historia.

No resulta ilegítimo, en consecuencia, que los habitantes de las ciudades ofrezcan a los turistas la posibilidad de conocer su morada, su hospitalidad, sus tradiciones y costumbres y, en general, su cultura.

El turismo cultural, es en principio una actividad urbana, su interés son los bienes culturales que los poblados vernáculos ofrecen: su modo de vida, su arquitectura, su gastronomía y su historia, todo lo que produce bienestar y orgullo a sus habitantes.

El deterioro de la imagen urbana

El deterioro de la imagen urbana se refiere a la afectación visual negativa de un determinado espacio, al modificar o alterar la composición, forma y/o armonía original de los elementos que lo integran.

Aunque lo deseable es que las actividades que se desarrollan dentro del espacio urbano, conformen una imagen de armonía visual, como resultado del uso racional y mantenimiento permanente de los elementos que la integran, frecuentemente la intervención de los habitantes en los espacios abiertos propicia el deterioro de la imagen urbana, al alterar o modificar el concierto original de éstos, generando una heterogeneidad de elementos que conlleva a una discordancia visual y espacial.

La imagen urbana es la cara de una ciudad. Incluye elementos naturales y artificiales. Entre los primeros se encuentran las montañas, los ríos, los lagos, etc. y entre los segundos los construidos por el hombre como los edificios, las calles, los parques, los monumentos, etc.; en los segundos destaca la presencia de ciertos materiales y sistemas constructivos, la cobertura y calidad de los servicios urbanos básicos, como agua potable, drenaje, energía eléctrica, alumbrado público, así como el estado general de las viviendas.

Un componente esencial de la imagen urbana es el ser humano. Para el ingeniero urbanista Kevin Lynch “la imagen urbana de cualquier lugar no solo se representa mediante estructuras, sino también tiene que ver con aspectos culturales y sociales del propio lugar”, ya que los elementos materiales se interrelacionan estrechamente con las tradiciones, costumbres y usos de sus habitantes (densidad demográfica, estructura familiar, fiestas, etc.), así como con las actividades económicas características del lugar.

Imagen urbana: proyección de identidad

Rigoberto Lárraga Lara, doctorante del Programa Multidisciplinario en Posgrado de Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en su artículo denominado “La imagen urbana de los poblados históricos con valor patrimonial en la oferta turística global” (eumed.net), citando a varios autores plantea que la imagen urbana es una fiel proyección de la identidad de los moradores de la ciudad de que se trate:

Husserl, filósofo: La imagen urbana es la expresión del mundo vital o mundo de vida de sus habitantes, es la síntesis de su experiencia de vivir; la imagen de los poblados nos hace ver su identidad -su carácter- y comprender a sus habitantes en su temporalidad y espacialidad.

Gadamer, filósofo: La imagen urbana nos da base para entender a los poblados vernáculos como identidad, es decir, no verlos como objetos, sino como fenómenos de vida, como la imagen del mundo de sus habitantes, de su saber, de sus relaciones hombre-vida-naturaleza. Débora Paniagua, doctora en Arquitectura: La imagen urbana es producida por el hombre y la cultura. Refleja el horizonte del lugar, el mundo social, el material y el construido, el de los valores, el de lo tangible e intangible.

Identidad, patrimonio de los pueblos

Con base en las anteriores apreciaciones, Lárraga plantea la tesis de considerar a la imagen urbana como un producto de valor social útil y provechoso, un valor económico en beneficio de la sociedad que la generó y la conserva, ya que en el actual mundo globalizado lo auténtico, lo espontaneo, la identidad, constituye el patrimonio de quienes la han construido a través de su historia.

No resulta ilegítimo, en consecuencia, que los habitantes de las ciudades ofrezcan a los turistas la posibilidad de conocer su morada, su hospitalidad, sus tradiciones y costumbres y, en general, su cultura.

El turismo cultural, es en principio una actividad urbana, su interés son los bienes culturales que los poblados vernáculos ofrecen: su modo de vida, su arquitectura, su gastronomía y su historia, todo lo que produce bienestar y orgullo a sus habitantes.

El deterioro de la imagen urbana

El deterioro de la imagen urbana se refiere a la afectación visual negativa de un determinado espacio, al modificar o alterar la composición, forma y/o armonía original de los elementos que lo integran.

Aunque lo deseable es que las actividades que se desarrollan dentro del espacio urbano, conformen una imagen de armonía visual, como resultado del uso racional y mantenimiento permanente de los elementos que la integran, frecuentemente la intervención de los habitantes en los espacios abiertos propicia el deterioro de la imagen urbana, al alterar o modificar el concierto original de éstos, generando una heterogeneidad de elementos que conlleva a una discordancia visual y espacial.