/ miércoles 10 de junio de 2020

Caras y máscaras | La pandemia y el medio ambiente

En todo el mundo el medio ambiente, integrado por elementos biológicos y físicos, está siendo víctima de ataques antropogénicos (producidos por las actividades humanas) que afectan la flora, la fauna, los suelos, el aire y las aguas superficiales y subterráneas. Hay daños, como la extinción de miles de especies de plantas y animales, tan graves que es casi imposible revertir los perjuicios.


Paralelamente, en lo que va del año la Tierra ha soportado la invasión de langostas en países de África y devastadores incendios en Brasil, California y Australia, donde murieron miles de especies muchas de ellas endémicas.


Frente a tal panorama el confinamiento por el Covid-19 ha demostrado que un cambio radical en la vida de los seres humanos no solo es posible, sino imperioso. Al disminuir el nivel de polución del ambiente se han recuperado los cielos azules en las ciudades y se ha podido respirar aire puro en sitios en los que en días anteriores era impensable salir a la calle sin cubrebocas.


Un artículo aparecido el pasado 11 mayo en BBC News Mundo describe un escenario inédito, acompañado de dudas preocupantes:


La pandemia del coronavirus –se lee- ha generado la mayor caída en la emisión de CO2 de la que se tenga registro en la historia. Ninguna otra pandemia ha tenido un impacto tan dramático en las emisiones de CO2 durante el último siglo como el que ha logrado el Covid-19 en pocos meses. Hay menos aviones en los cielos y menos autos en las vías. El consumo de energía ha bajado. La NASA ha detectado desde el espacio la disminución de gases contaminantes en la atmósfera. Los sismólogos han notado que el planeta incluso está vibrando menos. En las redes sociales circulan imágenes de aguas que se ven más cristalinas y animales que ahora pasean felices por las ciudades sin humanos a su alrededor.


Pero, “Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no son más que temporales, ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano. ¿Qué alivio está recibiendo el planeta y qué se puede esperar a medida que la humanidad trate de volver a la normalidad luego de la pandemia?”


La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente ha sido ocasión propicia para la reflexión y los pronunciamientos en respuesta a tales interrogantes.


El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno al objetivo de concienciar al mundo entero de lo importante que resultan para todos los seres que habitan la Tierra los apremiantes asuntos ambientales. En 2020 el tema eje de las preocupaciones es la biodiversidad y este año Colombia funge como país anfitrión.


La biodiversidad se ha elegido por varias razones, entre ellas lo alarmante que resulta tanto la disminución de ciertas especies como la proliferación incontrolada y dañina de otras, desequilibrio que tiene una relación directa con la aparición de enfermedades zoonóticas.


La biodiversidad se está perdiendo a pasos agigantados y la aparición del nuevo coronavirus refuerza las evidencias que ya poseían los científicos, de que cuantas más especies se pierdan y se acoten los animales salvajes, mayores serán las posibilidades de que surjan nuevas enfermedades. Según sus cálculos el 75 % de las nuevas enfermedades son transmitidas al ser humano por los animales, de modo que, al disminuir la cantidad de especies, las posibilidades de que las patologías lleguen al ser humano aumentan, por lo que preservar la biodiversidad y cuidar la salud de la naturaleza es cuidar también la salud de los humanos.


En todo el mundo el medio ambiente, integrado por elementos biológicos y físicos, está siendo víctima de ataques antropogénicos (producidos por las actividades humanas) que afectan la flora, la fauna, los suelos, el aire y las aguas superficiales y subterráneas. Hay daños, como la extinción de miles de especies de plantas y animales, tan graves que es casi imposible revertir los perjuicios.


Paralelamente, en lo que va del año la Tierra ha soportado la invasión de langostas en países de África y devastadores incendios en Brasil, California y Australia, donde murieron miles de especies muchas de ellas endémicas.


Frente a tal panorama el confinamiento por el Covid-19 ha demostrado que un cambio radical en la vida de los seres humanos no solo es posible, sino imperioso. Al disminuir el nivel de polución del ambiente se han recuperado los cielos azules en las ciudades y se ha podido respirar aire puro en sitios en los que en días anteriores era impensable salir a la calle sin cubrebocas.


Un artículo aparecido el pasado 11 mayo en BBC News Mundo describe un escenario inédito, acompañado de dudas preocupantes:


La pandemia del coronavirus –se lee- ha generado la mayor caída en la emisión de CO2 de la que se tenga registro en la historia. Ninguna otra pandemia ha tenido un impacto tan dramático en las emisiones de CO2 durante el último siglo como el que ha logrado el Covid-19 en pocos meses. Hay menos aviones en los cielos y menos autos en las vías. El consumo de energía ha bajado. La NASA ha detectado desde el espacio la disminución de gases contaminantes en la atmósfera. Los sismólogos han notado que el planeta incluso está vibrando menos. En las redes sociales circulan imágenes de aguas que se ven más cristalinas y animales que ahora pasean felices por las ciudades sin humanos a su alrededor.


Pero, “Los impactos positivos visibles, ya sea la mejora de la calidad del aire o la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, no son más que temporales, ya que se deben a la trágica desaceleración económica y al sufrimiento humano. ¿Qué alivio está recibiendo el planeta y qué se puede esperar a medida que la humanidad trate de volver a la normalidad luego de la pandemia?”


La celebración del Día Mundial del Medio Ambiente ha sido ocasión propicia para la reflexión y los pronunciamientos en respuesta a tales interrogantes.


El Día Mundial del Medio Ambiente fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas. Desde 1974, el 5 de junio se ha convertido en una plataforma global de alcance público que reúne a gobiernos, empresas, celebridades y ciudadanos en torno al objetivo de concienciar al mundo entero de lo importante que resultan para todos los seres que habitan la Tierra los apremiantes asuntos ambientales. En 2020 el tema eje de las preocupaciones es la biodiversidad y este año Colombia funge como país anfitrión.


La biodiversidad se ha elegido por varias razones, entre ellas lo alarmante que resulta tanto la disminución de ciertas especies como la proliferación incontrolada y dañina de otras, desequilibrio que tiene una relación directa con la aparición de enfermedades zoonóticas.


La biodiversidad se está perdiendo a pasos agigantados y la aparición del nuevo coronavirus refuerza las evidencias que ya poseían los científicos, de que cuantas más especies se pierdan y se acoten los animales salvajes, mayores serán las posibilidades de que surjan nuevas enfermedades. Según sus cálculos el 75 % de las nuevas enfermedades son transmitidas al ser humano por los animales, de modo que, al disminuir la cantidad de especies, las posibilidades de que las patologías lleguen al ser humano aumentan, por lo que preservar la biodiversidad y cuidar la salud de la naturaleza es cuidar también la salud de los humanos.