/ martes 10 de abril de 2018

El cristal con que se mira

¡Va por la igualdad!

Mucho se ha escrito y se dice sobre la lucha de las mujeres por la igualdad. Hasta la vida ha costado a algunas que se atrevieron a alzar la voz; hasta las lágrimas a muchos millones que ven la injusticia posesionarse de sus vidas, llevarlas al límite en una batalla que de antemano se antoja perdida solo por el hecho de haber nacido mujeres.

A las mujeres se nos presiona desde niñas a guardar las formas y ser de cierta manera para caber en una sociedad que aún está desconcertada sobre el papel que nos toca vivir. Ese desconcierto también nos alcanza a muchas.

¿Debemos ser madres? ¿Tenemos opción? Si por opción no tenemos hijos, ¿seremos estigmatizadas como egoístas? ¿No ser el eje sobre el que gira la familia dejará a nuestros hijos con heridas emocionales profundas? ¿Irnos a trabajar los pone en mayor riesgo? ¿Decirle NO al acoso sexual en nuestro trabajo o denunciarlo, nos dejará desempleadas? ¿Escalar en la pirámide del poder económico, social o político nos heredará soledad? ¿Las mujeres empoderarlas asustan a los hombres? ¿Apoyar a otra mujer a alcanzar sus sueños nos revela una competencia a la que no estamos dispuestas? ¿Envejecer nos hace sentir vulnerables?

Esas y muchas otras preguntas nos hacemos las mujeres todos los días. En sectores como el campo, financiero, aviación, petrolero, ingeniería y ciencias exactas el machismo impera. Es difícil ver mujeres destacadas en esas materias pero lo es más aún cuando son destacadamente eficientes y además compiten de tú a tú con el mejor de los varones. La presión para esas mujeres que son ejemplo es brutal. No pueden equivocarse o tener una diferencia con alguien porque las respuestas inmediatas son algunas como: ¡claro; es vieja! ¡Vieja histérica! ¡Que alguien le haga “el favor”! ¡Pleito de viejas! Y linduras por el estilo.

La vida ha puesto a ésta, tu escribana, en muchas situaciones donde quitar piedras para labrar camino han sido retos cotidianos. A partir de ayer, rendí protesta como titular del Centro de Estudios para la Igualdad de Género del Congreso. Pondré mi mejor esfuerzo para servir por igual a todas las diputadas y diputados de todos los partidos en todo México.

Cada esfuerzo, cada impulso, cada paso hacia la igualdad en oportunidades y respeto es construcción de patria. Me emociona y hace sentir profundamente agradecida este nuevo reto. ¡Va por las mujeres! ¡Va por México!

¡Va por la igualdad!

Mucho se ha escrito y se dice sobre la lucha de las mujeres por la igualdad. Hasta la vida ha costado a algunas que se atrevieron a alzar la voz; hasta las lágrimas a muchos millones que ven la injusticia posesionarse de sus vidas, llevarlas al límite en una batalla que de antemano se antoja perdida solo por el hecho de haber nacido mujeres.

A las mujeres se nos presiona desde niñas a guardar las formas y ser de cierta manera para caber en una sociedad que aún está desconcertada sobre el papel que nos toca vivir. Ese desconcierto también nos alcanza a muchas.

¿Debemos ser madres? ¿Tenemos opción? Si por opción no tenemos hijos, ¿seremos estigmatizadas como egoístas? ¿No ser el eje sobre el que gira la familia dejará a nuestros hijos con heridas emocionales profundas? ¿Irnos a trabajar los pone en mayor riesgo? ¿Decirle NO al acoso sexual en nuestro trabajo o denunciarlo, nos dejará desempleadas? ¿Escalar en la pirámide del poder económico, social o político nos heredará soledad? ¿Las mujeres empoderarlas asustan a los hombres? ¿Apoyar a otra mujer a alcanzar sus sueños nos revela una competencia a la que no estamos dispuestas? ¿Envejecer nos hace sentir vulnerables?

Esas y muchas otras preguntas nos hacemos las mujeres todos los días. En sectores como el campo, financiero, aviación, petrolero, ingeniería y ciencias exactas el machismo impera. Es difícil ver mujeres destacadas en esas materias pero lo es más aún cuando son destacadamente eficientes y además compiten de tú a tú con el mejor de los varones. La presión para esas mujeres que son ejemplo es brutal. No pueden equivocarse o tener una diferencia con alguien porque las respuestas inmediatas son algunas como: ¡claro; es vieja! ¡Vieja histérica! ¡Que alguien le haga “el favor”! ¡Pleito de viejas! Y linduras por el estilo.

La vida ha puesto a ésta, tu escribana, en muchas situaciones donde quitar piedras para labrar camino han sido retos cotidianos. A partir de ayer, rendí protesta como titular del Centro de Estudios para la Igualdad de Género del Congreso. Pondré mi mejor esfuerzo para servir por igual a todas las diputadas y diputados de todos los partidos en todo México.

Cada esfuerzo, cada impulso, cada paso hacia la igualdad en oportunidades y respeto es construcción de patria. Me emociona y hace sentir profundamente agradecida este nuevo reto. ¡Va por las mujeres! ¡Va por México!