/ martes 29 de mayo de 2018

El cristal con que se mira

El patito feo

El Siglo XX marcó movimientos importantísimos para reconocer a la mujer como una persona con los mismos derechos y obligaciones que un varón. Habrá que recordar que la discusión hasta mediados del siglo XX se centraba en si los varones y mujeres somos iguales intelectualmente, con las mismas capacidades y alcances.

Después de muchos argumentos y lucha de esas primeras mujeres que dieron cara por todas, se logró el derecho al voto, a la maternidad por elección, a la incorporación a la vida profesional y especialmente al reconocimiento de nuestros derechos humanos.

En México, la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia publicadas a inicio del siglo XXI, promueve el empoderamiento de las mujeres y el trato igualitario con los varones.

Ojo sin embargo con aquellas cuyo empoderamiento da pretexto para que su conducta se asemeje a la que tanto combatimos; ojo con aquellas mujeres que anteponen sus derechos a los de los varones o, aún más grave, a los de los niños, y es ahí donde quisiera que este texto llamase tu atención querido lector.

Hay mujeres (y hombres obviamente) que pierden el foco central de la jerarquía de los derechos. Las niñas y niños por ser población vulnerable son quienes más nos necesitan trabajando unidos a su favor. Sus intereses deben ser considerados prioritarios a la hora de tomar decisiones que los afecten. Los niños y niñas tienen derecho a la vida, a conocer su identidad, a protección y cuidados y a tener contacto con sus padres aunque estos estén separados o divorciados, entre otros derechos.

Como podemos ver, hay mucho camino por recorrer. Hasta ahora, muchas veces, pleitos entre adultos afectan a los niños y en infinitas ocasiones, sin siquiera pensar o percatarnos de ello. Son los niños y su crecimiento sano y estable física, psicológica y emocionalmente una de las estrategias más importantes para la paz que puede tener un país.

¿Estás o conoces a alguien que esté peleando identidad, custodia, alimentos u otros esquemas legales? Sean cuales sean tus decisiones y prioridades, ten presente siempre que lo que el niño necesita es seguridad, protección, papá y mamá y que su interés no puede estar vinculado al diferendo de dos adultos por muy importantes que sean. A excepción de que la presencia de uno de sus progenitores sea más perjudicial que benéfica para el infante, siempre será preferible que conviva con su familia a que viva con esas carencias afectivas.

El patito feo se sentía feo porque era diferente a quienes le rodeaban y porque nadie… nadie le dio derecho a saber y a sentir como el maravilloso cisne que sí era.

El patito feo

El Siglo XX marcó movimientos importantísimos para reconocer a la mujer como una persona con los mismos derechos y obligaciones que un varón. Habrá que recordar que la discusión hasta mediados del siglo XX se centraba en si los varones y mujeres somos iguales intelectualmente, con las mismas capacidades y alcances.

Después de muchos argumentos y lucha de esas primeras mujeres que dieron cara por todas, se logró el derecho al voto, a la maternidad por elección, a la incorporación a la vida profesional y especialmente al reconocimiento de nuestros derechos humanos.

En México, la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres y la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia publicadas a inicio del siglo XXI, promueve el empoderamiento de las mujeres y el trato igualitario con los varones.

Ojo sin embargo con aquellas cuyo empoderamiento da pretexto para que su conducta se asemeje a la que tanto combatimos; ojo con aquellas mujeres que anteponen sus derechos a los de los varones o, aún más grave, a los de los niños, y es ahí donde quisiera que este texto llamase tu atención querido lector.

Hay mujeres (y hombres obviamente) que pierden el foco central de la jerarquía de los derechos. Las niñas y niños por ser población vulnerable son quienes más nos necesitan trabajando unidos a su favor. Sus intereses deben ser considerados prioritarios a la hora de tomar decisiones que los afecten. Los niños y niñas tienen derecho a la vida, a conocer su identidad, a protección y cuidados y a tener contacto con sus padres aunque estos estén separados o divorciados, entre otros derechos.

Como podemos ver, hay mucho camino por recorrer. Hasta ahora, muchas veces, pleitos entre adultos afectan a los niños y en infinitas ocasiones, sin siquiera pensar o percatarnos de ello. Son los niños y su crecimiento sano y estable física, psicológica y emocionalmente una de las estrategias más importantes para la paz que puede tener un país.

¿Estás o conoces a alguien que esté peleando identidad, custodia, alimentos u otros esquemas legales? Sean cuales sean tus decisiones y prioridades, ten presente siempre que lo que el niño necesita es seguridad, protección, papá y mamá y que su interés no puede estar vinculado al diferendo de dos adultos por muy importantes que sean. A excepción de que la presencia de uno de sus progenitores sea más perjudicial que benéfica para el infante, siempre será preferible que conviva con su familia a que viva con esas carencias afectivas.

El patito feo se sentía feo porque era diferente a quienes le rodeaban y porque nadie… nadie le dio derecho a saber y a sentir como el maravilloso cisne que sí era.