/ martes 14 de mayo de 2019

EL CRISTAL CON QUE SE MIRA

Gracias, mamá

  • Están también las madres que salen a trabajar diariamente sin tener quien cuide a sus hijas e hijos y quienes tienen que huir de hogares violentos, muchas veces con la autoestima destrozada, sin apoyo familiar ni lugar a donde refugiarse para simplemente sobrevivir.

Convertirse en mamá es el momento de mayor amor que una mujer pueda sentir. Cuando un bebé es amado, esperado, abrazado desde el alma, su llegada viene con un paquete de sentimientos variados, contradictorios a veces, pero siempre intensos. Se conoce entonces el significado de amor incondicional y verdadero. También se llena una de temor ante la enorme responsabilidad primero, de mantenerlo vivo y sano; y luego, de formarle en valores que lo acompañen en el florecimiento de su propia personalidad y su lugar en el planeta.

Ser mamá, así, es lo más cercano a Dios, Gran Arquitecto, Poder Superior…como cada quien le llame. Ser mamá te trasciende, te convierte en concurrente de vida, de certeza de futuro, de esperanza de evolución y fe en la humanidad. Por ello el día de la madre se festeja con tanto ahínco y relevancia. No es un día más, es el día en que reflexionamos sobre el milagro de dar vida. Ese pequeñísimo primer instante en que sientes la boca de tu bebé en tu seno es felicidad líquida, plena, absoluta.

Millones de mujeres, sin embargo, no tienen el privilegio de vivir así la maternidad. Se opacan sus ojos y se pierde el brillo que impone la ilusión cuando el embarazo proviene de un delito, de haber sido violentadas en su integridad física, cuando no logran siquiera comprender por lo que están pasando, como las 9,748 niñas menores de 15 años o las 380,341 entre 15 y 19 que fueron madres en México en 2017 y que, aun amando a sus hijos, verán un camino lleno de obstáculos para completar su educación y comenzar su desarrollo profesional.

Están también las madres que salen a trabajar diariamente sin tener quien cuide a sus hijas e hijos y quienes tienen que huir de hogares violentos, muchas veces con la autoestima destrozada, sin apoyo familiar ni lugar a donde refugiarse para simplemente sobrevivir.

Tampoco son felices hoy las madres que tienen hijas o hijos enfermos, o aquellas sumergidas en la angustia de su vástago desaparecido en la ola de violencia que azota a México; ellas que no saben si su hija es víctima de trata, de tortura o siquiera si aún vive, ni aquellas que han recibido la peor de las noticias: que su retoño ha muerto ya por causas naturales, ya por una bala perdida, un asalto o un secuestro que arrancan de tajo no solo la vida de la víctima, sino mancillan para siempre el alma de su familia y en especial, la de su madre.

Por tí que has albergado en tu vientre vida, por ti que has alimentado de pecho y corazón, por ti que no tienes contigo a tus hijos, por ti que eres jefa de familia, disciplinas con la derecha y acaricias con la izquierda y que además de formadora eres proveedora, por ti que vives presionada por atender hijos, hogar y trabajo, por ti que para enviarte amor tus hijos deben ver al cielo, por ti que ves en el gesto de un bebé tu reflejo; por ti, que construyes patria en cada nacimiento, van estas humildes líneas para decirte…GRACIAS MAMÁ.


Gracias, mamá

  • Están también las madres que salen a trabajar diariamente sin tener quien cuide a sus hijas e hijos y quienes tienen que huir de hogares violentos, muchas veces con la autoestima destrozada, sin apoyo familiar ni lugar a donde refugiarse para simplemente sobrevivir.

Convertirse en mamá es el momento de mayor amor que una mujer pueda sentir. Cuando un bebé es amado, esperado, abrazado desde el alma, su llegada viene con un paquete de sentimientos variados, contradictorios a veces, pero siempre intensos. Se conoce entonces el significado de amor incondicional y verdadero. También se llena una de temor ante la enorme responsabilidad primero, de mantenerlo vivo y sano; y luego, de formarle en valores que lo acompañen en el florecimiento de su propia personalidad y su lugar en el planeta.

Ser mamá, así, es lo más cercano a Dios, Gran Arquitecto, Poder Superior…como cada quien le llame. Ser mamá te trasciende, te convierte en concurrente de vida, de certeza de futuro, de esperanza de evolución y fe en la humanidad. Por ello el día de la madre se festeja con tanto ahínco y relevancia. No es un día más, es el día en que reflexionamos sobre el milagro de dar vida. Ese pequeñísimo primer instante en que sientes la boca de tu bebé en tu seno es felicidad líquida, plena, absoluta.

Millones de mujeres, sin embargo, no tienen el privilegio de vivir así la maternidad. Se opacan sus ojos y se pierde el brillo que impone la ilusión cuando el embarazo proviene de un delito, de haber sido violentadas en su integridad física, cuando no logran siquiera comprender por lo que están pasando, como las 9,748 niñas menores de 15 años o las 380,341 entre 15 y 19 que fueron madres en México en 2017 y que, aun amando a sus hijos, verán un camino lleno de obstáculos para completar su educación y comenzar su desarrollo profesional.

Están también las madres que salen a trabajar diariamente sin tener quien cuide a sus hijas e hijos y quienes tienen que huir de hogares violentos, muchas veces con la autoestima destrozada, sin apoyo familiar ni lugar a donde refugiarse para simplemente sobrevivir.

Tampoco son felices hoy las madres que tienen hijas o hijos enfermos, o aquellas sumergidas en la angustia de su vástago desaparecido en la ola de violencia que azota a México; ellas que no saben si su hija es víctima de trata, de tortura o siquiera si aún vive, ni aquellas que han recibido la peor de las noticias: que su retoño ha muerto ya por causas naturales, ya por una bala perdida, un asalto o un secuestro que arrancan de tajo no solo la vida de la víctima, sino mancillan para siempre el alma de su familia y en especial, la de su madre.

Por tí que has albergado en tu vientre vida, por ti que has alimentado de pecho y corazón, por ti que no tienes contigo a tus hijos, por ti que eres jefa de familia, disciplinas con la derecha y acaricias con la izquierda y que además de formadora eres proveedora, por ti que vives presionada por atender hijos, hogar y trabajo, por ti que para enviarte amor tus hijos deben ver al cielo, por ti que ves en el gesto de un bebé tu reflejo; por ti, que construyes patria en cada nacimiento, van estas humildes líneas para decirte…GRACIAS MAMÁ.