/ martes 14 de julio de 2020

Hombres… muy hombres

Sí. Existe un grupo de hombres aun minoría pero creciente que está replanteándose su parte en la construcción de una sociedad más igualitaria, hombres que, como cita el académico español Miguel Angel Arconada, de quien sustraigo algunas ideas en este artículo vertidas, “se implican en construir un futuro en igualdad, en el que compartir autoridad y cuidado, en el que corresponsabilizarse del placer y de los afectos…”

¿Cómo han impactado los movimientos colectivos de mujeres en las nuevas generaciones? De entrada, que el feminismo no es la ideología de todas las mujeres pero sí que ha mejorado las condiciones de vida de todas a quienes ha alcanzado. Desde las primeras pensadoras, libertarias, sufragistas, especialmente del siglo XIX a la fecha, el feminismo ha roto paradigmas y permitido el avance de los derechos humanos de las mujeres y de la visión de la mujer como persona y no como cosa. Asimismo, que los hombres no pueden seguir retrasando el cuestionamiento de su lugar en el proyecto de igualdad porque éste también debe ser su proyecto. Esto es fundamental y lo seguirá siendo en la construcción de una sociedad más equilibrada, armónica y pacífica, porque efectivamente muchas veces dejamos de percibir al hombre como parte eminente de la ecuación igualitaria.

El término “violencia de género” es un nombre nuevo para un drama antiguo y se exhibe como el máximo ejemplo de degradación de los DDHH y de la discriminación padecida desde la distorsionada visión social de que es correcto que el hombre ejerza superioridad sobre la mujer. Los hombres que se asumen igualitarios, viven la igualdad en distintos grados. Por supuesto hay los que no quieren cambios en el arquetipo femenino; machos que así se asumen, hay los hombres instalados, que simulan públicamente estar de acuerdo con la igualdad pero en lo privado vuelven al mensaje y conductas machistas con sus pares varones, los hombres no contrarios a la igualdad, pero que interesadamente son pasivos en facilitarla porque retienen los privilegios de la sociedad tradicional, los tardomachistas que se escudan en argumentos de biología para que prevalezcan las desigualdades a partir de las diferencias y los postmachistas, que también quieren preservar poder y privilegios, que consideran al feminismo un error aunque son más asépticos en el abordaje ya que entienden que política y socialmente manifestar su pensar es no solo de mal gusto, sino inclusive ya en algunos casos, ilegal.

Los cambios socioculturales NO ponen en peligro la identidad masculina, sino la dominación masculina. Hay una minoría emergente de hombres proactivos hacia la igualdad, que no están de acuerdo en la masculinidad hegemónica, especialmente en cuanto a que el enfado, la ira y la agresividad sigan siendo sinónimos de masculinidad. Ellos entienden que ser hombre no equivale a ser machista y que la apuesta por la reciprocidad y la equivalencia en las relaciones entre personas, independientemente de su sexo, siempre paga dividendos, especialmente en la felicidad y plenitud con que se vive la vida.

La evolución hacia identidades masculinas igualitarias pasa por el deber ético de luchar contra la desigualdad y por el crecimiento personal sin la armadura emocional de la masculinidad tradicional, a partir de vencer resistencias al cambio; la justicia, la libertad y las ganancias masculinas, esas que muchos no ven y que, al contrario, los llevan a victimizarse por la autoasumida pérdida de sus privilegios por la evolución de las mujeres.

Me devuelven la esperanza en la humanidad los hombres autónomos y respetuosos que pueden compartir y no solo coexistir con una mujer tan libre e importante como ellos, que se comprometen con el trabajo y también con la unidad familiar, y quienes a partir del proyecto igualitario de vida identifican su forma de ver el mundo, de mejorarlo y disfrutarlo.

Sí. Existe un grupo de hombres aun minoría pero creciente que está replanteándose su parte en la construcción de una sociedad más igualitaria, hombres que, como cita el académico español Miguel Angel Arconada, de quien sustraigo algunas ideas en este artículo vertidas, “se implican en construir un futuro en igualdad, en el que compartir autoridad y cuidado, en el que corresponsabilizarse del placer y de los afectos…”

¿Cómo han impactado los movimientos colectivos de mujeres en las nuevas generaciones? De entrada, que el feminismo no es la ideología de todas las mujeres pero sí que ha mejorado las condiciones de vida de todas a quienes ha alcanzado. Desde las primeras pensadoras, libertarias, sufragistas, especialmente del siglo XIX a la fecha, el feminismo ha roto paradigmas y permitido el avance de los derechos humanos de las mujeres y de la visión de la mujer como persona y no como cosa. Asimismo, que los hombres no pueden seguir retrasando el cuestionamiento de su lugar en el proyecto de igualdad porque éste también debe ser su proyecto. Esto es fundamental y lo seguirá siendo en la construcción de una sociedad más equilibrada, armónica y pacífica, porque efectivamente muchas veces dejamos de percibir al hombre como parte eminente de la ecuación igualitaria.

El término “violencia de género” es un nombre nuevo para un drama antiguo y se exhibe como el máximo ejemplo de degradación de los DDHH y de la discriminación padecida desde la distorsionada visión social de que es correcto que el hombre ejerza superioridad sobre la mujer. Los hombres que se asumen igualitarios, viven la igualdad en distintos grados. Por supuesto hay los que no quieren cambios en el arquetipo femenino; machos que así se asumen, hay los hombres instalados, que simulan públicamente estar de acuerdo con la igualdad pero en lo privado vuelven al mensaje y conductas machistas con sus pares varones, los hombres no contrarios a la igualdad, pero que interesadamente son pasivos en facilitarla porque retienen los privilegios de la sociedad tradicional, los tardomachistas que se escudan en argumentos de biología para que prevalezcan las desigualdades a partir de las diferencias y los postmachistas, que también quieren preservar poder y privilegios, que consideran al feminismo un error aunque son más asépticos en el abordaje ya que entienden que política y socialmente manifestar su pensar es no solo de mal gusto, sino inclusive ya en algunos casos, ilegal.

Los cambios socioculturales NO ponen en peligro la identidad masculina, sino la dominación masculina. Hay una minoría emergente de hombres proactivos hacia la igualdad, que no están de acuerdo en la masculinidad hegemónica, especialmente en cuanto a que el enfado, la ira y la agresividad sigan siendo sinónimos de masculinidad. Ellos entienden que ser hombre no equivale a ser machista y que la apuesta por la reciprocidad y la equivalencia en las relaciones entre personas, independientemente de su sexo, siempre paga dividendos, especialmente en la felicidad y plenitud con que se vive la vida.

La evolución hacia identidades masculinas igualitarias pasa por el deber ético de luchar contra la desigualdad y por el crecimiento personal sin la armadura emocional de la masculinidad tradicional, a partir de vencer resistencias al cambio; la justicia, la libertad y las ganancias masculinas, esas que muchos no ven y que, al contrario, los llevan a victimizarse por la autoasumida pérdida de sus privilegios por la evolución de las mujeres.

Me devuelven la esperanza en la humanidad los hombres autónomos y respetuosos que pueden compartir y no solo coexistir con una mujer tan libre e importante como ellos, que se comprometen con el trabajo y también con la unidad familiar, y quienes a partir del proyecto igualitario de vida identifican su forma de ver el mundo, de mejorarlo y disfrutarlo.