/ sábado 8 de junio de 2019

LOS AVATARES DE NUESTRO TIEMPO

Momento crítico para México

La formación de las grandes cadenas de valor nacionales tuvo una transformación sustantiva a finales del siglo XX y los mercados nacionales -en antaño cerrados y proteccionistas- abrieron paso a la formación de grandes cadenas de valor internacionales, prácticamente un sistema en que algunos países producen materias primas mientras que otros productos finales, adquieren sus insumos producidos en otras latitudes. De tal suerte, la formación del paradigma de la economía global ha permanecido hasta la actualidad, en donde además de este gran sistema de producción y distribución de mercancías, se generaron bloques regionales de libre tránsito de productos como: la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre otros.


Sin embargo, para esta segunda década del siglo XXI, fenómenos como: el Brexit, que es la salida del Reino Unido del bloque común en Europa; y la propia elección de Donald Trump con una idea proteccionista en lo económico; han puesto en entredicho la funcionalidad de los grandes bloques comerciales e incluso de la economía global. El presidente estadounidense ha utilizado -con mucha estrategia y pragmatismo- las relaciones comerciales que sostiene, por ejemplo, con México, para influir directamente en la toma de decisiones de política interior, tan sólo la política migratoria es ilustrativa de esto.

En este contexto, Trump ha anunciado 5% de aranceles para todas las importaciones que provienen desde México, al menos hasta que se resuelva el histórico problema de las grandes migraciones provenientes, sobre todo, de Centroamérica.

Esta medida, en conjunto con el discurso ofensivo, no es una novedad; sin embargo, la amenaza arancelaria representa un enorme riesgo para la estabilidad económica de México, sobre todo porque las exportaciones hacia el país vecino ascienden hasta 346,500 millones de dólares. La medida anunciada sitúa a, prácticamente todo el sector productivo de nuestro país, en un momento crítico. En medio de la prospectiva de bajo crecimiento económico -anunciado por el Banco de México y algunas de las más prestigiadas calificadoras internacionales-, los aranceles pueden representar un certero golpe para la generación de crisis, dado que, si los aranceles llegan al 10% (en tanto la medida norteamericana puede ser de incremento gradual) la economía mexicana puede entrar en recesión.

El gobierno mexicano ha respondido y, de hecho, funcionarios de alto nivel en materia de relaciones exteriores y economía, están en Washington en medio de negociaciones tensas y visiblemente poco fructíferas. Además, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a un evento en Tijuana para defender la dignidad de México, lo que demuestra la falta de interlocutores más allá de los oficiales con sus pares en los Estados Unidos, también es prueba fehaciente de falta de estrategia para hacer frente a una crisis que podría poner en jaque el rumbo del país en el corto plazo.

Es cierto, la comunicación asertiva y el establecimiento de negociación real con EUA, es complicada, sobre todo porque el presidente vecino parece tampoco entender la economía global y la importancia que México tiene para la economía estadounidense. Pero, a todas luces es apremiante la necesidad de una estrategia sólida para evitar los aranceles sin ceder en demasía y dar paso al chantaje puesto en la mesa; hay experiencias previas en ese sentido, viene a la mente el caso de la crisis de los balseros cubanos en 1994 donde el gobierno mexicano actúo como mediador entre las partes y salió bien librado del vislumbrado conflicto que también nos involucraba; otro ejemplo, aún más cercano es la aprobación del T-MEC, la nueva concepción del Trata de Libre Comercio de América del Norte, negociación llevada a cabo por la administración del gobierno federal anterior con relativo éxito.

Estos casos mencionados tienen un común denominador: estrategia y nulidad en la improvisación. La convocatoria de unidad como un simbolismo, si bien es relevante, también es insuficiente para argumentar la importancia de México para EUA y poner delante de cualquier cosa, nuestra dignidad como nación. Es en este momento crítico donde se exige inteligencia, sagacidad y pensamiento estratégico a los encargados de por buen camino a la Nación.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

El gobierno mexicano ha respondido y, de hecho, funcionarios de alto nivel en materia de relaciones exteriores y economía, están en Washington en medio de negociaciones tensas y visiblemente poco fructíferas.

Momento crítico para México

La formación de las grandes cadenas de valor nacionales tuvo una transformación sustantiva a finales del siglo XX y los mercados nacionales -en antaño cerrados y proteccionistas- abrieron paso a la formación de grandes cadenas de valor internacionales, prácticamente un sistema en que algunos países producen materias primas mientras que otros productos finales, adquieren sus insumos producidos en otras latitudes. De tal suerte, la formación del paradigma de la economía global ha permanecido hasta la actualidad, en donde además de este gran sistema de producción y distribución de mercancías, se generaron bloques regionales de libre tránsito de productos como: la Unión Europea, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre otros.


Sin embargo, para esta segunda década del siglo XXI, fenómenos como: el Brexit, que es la salida del Reino Unido del bloque común en Europa; y la propia elección de Donald Trump con una idea proteccionista en lo económico; han puesto en entredicho la funcionalidad de los grandes bloques comerciales e incluso de la economía global. El presidente estadounidense ha utilizado -con mucha estrategia y pragmatismo- las relaciones comerciales que sostiene, por ejemplo, con México, para influir directamente en la toma de decisiones de política interior, tan sólo la política migratoria es ilustrativa de esto.

En este contexto, Trump ha anunciado 5% de aranceles para todas las importaciones que provienen desde México, al menos hasta que se resuelva el histórico problema de las grandes migraciones provenientes, sobre todo, de Centroamérica.

Esta medida, en conjunto con el discurso ofensivo, no es una novedad; sin embargo, la amenaza arancelaria representa un enorme riesgo para la estabilidad económica de México, sobre todo porque las exportaciones hacia el país vecino ascienden hasta 346,500 millones de dólares. La medida anunciada sitúa a, prácticamente todo el sector productivo de nuestro país, en un momento crítico. En medio de la prospectiva de bajo crecimiento económico -anunciado por el Banco de México y algunas de las más prestigiadas calificadoras internacionales-, los aranceles pueden representar un certero golpe para la generación de crisis, dado que, si los aranceles llegan al 10% (en tanto la medida norteamericana puede ser de incremento gradual) la economía mexicana puede entrar en recesión.

El gobierno mexicano ha respondido y, de hecho, funcionarios de alto nivel en materia de relaciones exteriores y economía, están en Washington en medio de negociaciones tensas y visiblemente poco fructíferas. Además, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a un evento en Tijuana para defender la dignidad de México, lo que demuestra la falta de interlocutores más allá de los oficiales con sus pares en los Estados Unidos, también es prueba fehaciente de falta de estrategia para hacer frente a una crisis que podría poner en jaque el rumbo del país en el corto plazo.

Es cierto, la comunicación asertiva y el establecimiento de negociación real con EUA, es complicada, sobre todo porque el presidente vecino parece tampoco entender la economía global y la importancia que México tiene para la economía estadounidense. Pero, a todas luces es apremiante la necesidad de una estrategia sólida para evitar los aranceles sin ceder en demasía y dar paso al chantaje puesto en la mesa; hay experiencias previas en ese sentido, viene a la mente el caso de la crisis de los balseros cubanos en 1994 donde el gobierno mexicano actúo como mediador entre las partes y salió bien librado del vislumbrado conflicto que también nos involucraba; otro ejemplo, aún más cercano es la aprobación del T-MEC, la nueva concepción del Trata de Libre Comercio de América del Norte, negociación llevada a cabo por la administración del gobierno federal anterior con relativo éxito.

Estos casos mencionados tienen un común denominador: estrategia y nulidad en la improvisación. La convocatoria de unidad como un simbolismo, si bien es relevante, también es insuficiente para argumentar la importancia de México para EUA y poner delante de cualquier cosa, nuestra dignidad como nación. Es en este momento crítico donde se exige inteligencia, sagacidad y pensamiento estratégico a los encargados de por buen camino a la Nación.

Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz

Twitter: @EnriqueBermC

El gobierno mexicano ha respondido y, de hecho, funcionarios de alto nivel en materia de relaciones exteriores y economía, están en Washington en medio de negociaciones tensas y visiblemente poco fructíferas.