/ sábado 2 de enero de 2021

Los avatares de nuestro tiempo | El 2021 y la resiliencia

La fortaleza de las sociedades contemporáneas está basada en su capacidad de resiliencia. Definitivamente los acontecimientos del año 2020 exigieron de la mayor resistencia, innovación y fuerza en el mundo, los desafíos fueron enigmáticos: el mayor fue la presencia de un virus desconocido que por la capacidad de contagio derivó en una pandemia, quizás únicamente con precedentes hace varias décadas. En términos generales el mundo se transformó y su devenir aún está plagado de incógnitas y incertidumbre. Por ello la resiliencia como la capacidad de reinventarse y enfrentar los problemas cada vez más complejos es, al unísono, indispensable.


Ahora bien, el camino de vuelta a la normalidad será sinuoso y lento. La celebración de fin de año justamente es la ilusión de ruptura del tiempo y la presencia de reminiscencias solamente positivas para el inicio de un nuevo ciclo. Es una idea romántica pero más que indispensable en un contexto de esperanza necesaria. El nuevo año no necesariamente representa un vuelco radical al ritmo de vida prepandemia pero sí representa la oportunidad de seguir enfrentando la realidad con mejores ánimos y previsiones que den estabilidad y perspectivas de bienestar. De hecho, precisamente en este sentido destacan los procesos actuales de vacunación contra la Covid-19.


Dichos procesos, en su mayor parte monopolizados por los Estados a través de los gobiernos debe ser el artífice de la reconstrucción postpandemia. Por ello es tan importante colocar especial atención en éstos.


La resiliencia no es solamente un estado de ánimo colectivo, el cual, si bien es importante, resulta insostenible si no existen elementos prácticos que le indiquen a la colectividad que es posible estar mejor. Sucintamente, sin la dirección efectiva de los esfuerzos por resolver los problemas el desánimo, la desesperanza y la incertidumbre se esparcen con la misma velocidad con que el virus ha contagiado a buena parte de la población. Este año nuevo es solamente el ápice de un proceso largo que requiere del mayor compromiso institucional de los gobiernos y de las mejores prácticas en la vacunación universal de las poblaciones.


En el caso específico de México, el año 2021 será determinante. Es cierto que esa categoría de calificación parece un lugar común, tan sólo por el hecho de que todo momento parece ser definitorio del ritmo futuro de los países o tal vez porque es una costumbre discursiva remarcar que -ahora sí- estamos ante una nueva oportunidad -ilusoria e irrisoriamente única- de recomponer el camino, solucionar nuestros problemas y en general de mejorar. Apartado de esto nuestro país tiene de frente, además de las dificultades en el sistema de salud pública, la desaceleración económica global y la reestructuración de las relaciones internacionales específicamente con los Estados Unidos de Norteamérica que iniciarán un nuevo gobierno y con ello la necesidad de conversar y evaluar su influencia en el exterior sobre todo con México por su importancia en términos comerciales y de seguridad nacional.


Los retos son diversos y varios. Potencialmente el gobierno deberá fortalecer sus capacidades institucionales para hacerles frente, quizás una buena forma de comenzar es la colocar, captar y colocar a los mejores perfiles profesionales en áreas sustantivas de la tarea de gobierno. Esta misma premisa también debiera permear en el nivel subnacional: entidades federativas y municipios. Es una tarea pendiente.


A propósito de este tópico, el 2021 también vivirá una transformación electoral con la celebración de elecciones para renovar la Cámara de Diputados Federal, 15 gubernaturas entre las que se encuentra la de Tlaxcala, Congresos locales de todo el país excepto en Coahuila y Quintana Roo, Ayuntamientos y Alcaldías en 30 entidades de la República. Un proceso de dimensiones inéditas que también deberá ser un proceso de especial atención ciudadana en función de que el contexto de crisis y tensiones generales impide o invalida que arriben a espacios de toma de decisiones personajes improvisados o sin idea alguna de las tareas de gobierno.


Ojalá el 2021 sea un gran año para todos. Mientras tanto agradezco tener la posibilidad de escribir en El Sol de Tlaxcala, medio de comunicación de indudable importancia para la sociedad tlaxcalteca y a los lectores por seguir semanalmente la opinión sobre los avatares de nuestro tiempo.



Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


Twitter: @EnriqueBermC




El nuevo año no necesariamente representa un vuelco radical al ritmo de vida prepandemia pero sí representa la oportunidad de seguir enfrentando la realidad con mejores ánimos y previsiones que den estabilidad y perspectivas de bienestar.


La fortaleza de las sociedades contemporáneas está basada en su capacidad de resiliencia. Definitivamente los acontecimientos del año 2020 exigieron de la mayor resistencia, innovación y fuerza en el mundo, los desafíos fueron enigmáticos: el mayor fue la presencia de un virus desconocido que por la capacidad de contagio derivó en una pandemia, quizás únicamente con precedentes hace varias décadas. En términos generales el mundo se transformó y su devenir aún está plagado de incógnitas y incertidumbre. Por ello la resiliencia como la capacidad de reinventarse y enfrentar los problemas cada vez más complejos es, al unísono, indispensable.


Ahora bien, el camino de vuelta a la normalidad será sinuoso y lento. La celebración de fin de año justamente es la ilusión de ruptura del tiempo y la presencia de reminiscencias solamente positivas para el inicio de un nuevo ciclo. Es una idea romántica pero más que indispensable en un contexto de esperanza necesaria. El nuevo año no necesariamente representa un vuelco radical al ritmo de vida prepandemia pero sí representa la oportunidad de seguir enfrentando la realidad con mejores ánimos y previsiones que den estabilidad y perspectivas de bienestar. De hecho, precisamente en este sentido destacan los procesos actuales de vacunación contra la Covid-19.


Dichos procesos, en su mayor parte monopolizados por los Estados a través de los gobiernos debe ser el artífice de la reconstrucción postpandemia. Por ello es tan importante colocar especial atención en éstos.


La resiliencia no es solamente un estado de ánimo colectivo, el cual, si bien es importante, resulta insostenible si no existen elementos prácticos que le indiquen a la colectividad que es posible estar mejor. Sucintamente, sin la dirección efectiva de los esfuerzos por resolver los problemas el desánimo, la desesperanza y la incertidumbre se esparcen con la misma velocidad con que el virus ha contagiado a buena parte de la población. Este año nuevo es solamente el ápice de un proceso largo que requiere del mayor compromiso institucional de los gobiernos y de las mejores prácticas en la vacunación universal de las poblaciones.


En el caso específico de México, el año 2021 será determinante. Es cierto que esa categoría de calificación parece un lugar común, tan sólo por el hecho de que todo momento parece ser definitorio del ritmo futuro de los países o tal vez porque es una costumbre discursiva remarcar que -ahora sí- estamos ante una nueva oportunidad -ilusoria e irrisoriamente única- de recomponer el camino, solucionar nuestros problemas y en general de mejorar. Apartado de esto nuestro país tiene de frente, además de las dificultades en el sistema de salud pública, la desaceleración económica global y la reestructuración de las relaciones internacionales específicamente con los Estados Unidos de Norteamérica que iniciarán un nuevo gobierno y con ello la necesidad de conversar y evaluar su influencia en el exterior sobre todo con México por su importancia en términos comerciales y de seguridad nacional.


Los retos son diversos y varios. Potencialmente el gobierno deberá fortalecer sus capacidades institucionales para hacerles frente, quizás una buena forma de comenzar es la colocar, captar y colocar a los mejores perfiles profesionales en áreas sustantivas de la tarea de gobierno. Esta misma premisa también debiera permear en el nivel subnacional: entidades federativas y municipios. Es una tarea pendiente.


A propósito de este tópico, el 2021 también vivirá una transformación electoral con la celebración de elecciones para renovar la Cámara de Diputados Federal, 15 gubernaturas entre las que se encuentra la de Tlaxcala, Congresos locales de todo el país excepto en Coahuila y Quintana Roo, Ayuntamientos y Alcaldías en 30 entidades de la República. Un proceso de dimensiones inéditas que también deberá ser un proceso de especial atención ciudadana en función de que el contexto de crisis y tensiones generales impide o invalida que arriben a espacios de toma de decisiones personajes improvisados o sin idea alguna de las tareas de gobierno.


Ojalá el 2021 sea un gran año para todos. Mientras tanto agradezco tener la posibilidad de escribir en El Sol de Tlaxcala, medio de comunicación de indudable importancia para la sociedad tlaxcalteca y a los lectores por seguir semanalmente la opinión sobre los avatares de nuestro tiempo.



Facebook: Luis Enrique Bermúdez Cruz


Twitter: @EnriqueBermC




El nuevo año no necesariamente representa un vuelco radical al ritmo de vida prepandemia pero sí representa la oportunidad de seguir enfrentando la realidad con mejores ánimos y previsiones que den estabilidad y perspectivas de bienestar.