/ lunes 14 de marzo de 2022

Violencia vicaria: ¿y eso qué es?

Mientras más se estudia sobre las muchas formas de violencia que infinidad de mujeres sufren en México y el mundo, más importante es que se visibilicen las definiciones, conceptos, estadísticas y modus operandi para poner nombre, conocer y, por ende, superar esas conductas que causan dolor y que, por normalizadas, son también ignoradas por quienes tienen el poder de sancionar y detener las agresiones.

La violencia vicaria se llama así porque sustituye a una persona por otra para ejercer la acción de agredir; es uno de los alardes máximos de poder, control y posesión de un hombre sobre una mujer y tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente de sus hijas e hijos, llegando inclusive en casos extremos a causar la muerte a éstos. En la mayoría de los casos, la acción se deriva de manipular a las y los menores para ponerlos en contra de su madre, separarles de ella o incluso que la agredan. Las consecuencias son irreparables para las mujeres, pero también para las y los hijos.

Cada vez se hacen públicos un número mayor de casos en los que a la madre se le arrebatan, literalmente, sus hijas e hijos por parte de un hombre que normalmente ejerce su poder económico, político, empresarial o social para que las instituciones fallen a su favor y así separar a los hijos de las madres; comienza cuando se amenaza a la mujer con quitarle a sus pequeños (as) y se caracteriza porque en el 80% de los casos, la separación es abrupta y de forma inesperada. La Encuesta Nacional acerca de Violencia Vicaria en México estima que alrededor del 50% de las mujeres enfrentarán también un proceso legal civil o penal interpuesto por el propio agresor, victimizándose y argumentando razones que rayan en lo absurdo, como que no es buena madre, que tiene problemas mentales, que es violenta o agresiva o inclusive que no es buena ama de casa.

Así pues, las instituciones que deberían velar por el interés superior de la infancia y enjuiciar con perspectiva de género, se convierten en cómplices del agresor y convalidan social y legalmente atrocidades fundamentadas en la quita de autoridad y el desprecio por la palabra de la mujer. La máxima de “es buen padre” contra “la mala madre” aun pesa y mucho. Esta violencia revictimiza a la mujer con procesos legales lentos y burocráticos que entorpecen y alargan el tiempo de separación, por ello la importancia de visibilizar y seguir insistiendo en escuelas, clubes, círculos sociales, pero especialmente en órganos judiciales para que este horror se conozca, detecte, evite y corrija a tiempo.

La madre y los hijos, especialmente en la primera infancia, están pre-cableados; estos últimos la requieren no solo para sobrevivir sino para cimentar su primer lazo de construcción del “yo”; su identidad primigenia, su sistema de apego primero, ese que le enseña a SER y no a HACER para sentirse digno de ser amado, ese que tejerá sus mecanismos de defensa ante quien le dañe, el que cimentará su amor propio en los niveles más profundos de su personalidad en formación. A excepción de que la madre padezca de adicciones, trastornos graves de personalidad, enfermedades incapacitantes para la crianza, les utilice como herramientas de venganza personal contra el padre, abandone por voluntad propia a sus vástagos o se presente la misma muerte, separar a un hijo de su madre, es prácticamente condenar al o la menor a una discapacidad emocional de por vida aunque por supuesto hay casos en que los sistemas secundarios de apego hacen una buena labor en la formación integral del niño o niña, como pueden ser los propios padres, abuelos, tíos, etc.

Profesorado, tutores y especialmente las y los juzgadores en materia familiar deberían estar capacitados en violencia de género antes de sentenciar solo bajo criterios y a veces subterfugios jurídicos desposeídos de lo que se requiere para cumplir con el precepto de derechos humanos universales que es garantizar el bien superior de los y las menores.

Si estás sufriendo violencia vicaria o vives con el temor de sufrirla, comunícate al Frente Nacional Contra Violencia Vicaria en las siguientes ligas: frentenacional.informacion@gmail.com , @FNCVVICARIA en tuiter, @FNCVV en Facebook y frentenacionalviolenciavicaria en Instagram.

Mientras más se estudia sobre las muchas formas de violencia que infinidad de mujeres sufren en México y el mundo, más importante es que se visibilicen las definiciones, conceptos, estadísticas y modus operandi para poner nombre, conocer y, por ende, superar esas conductas que causan dolor y que, por normalizadas, son también ignoradas por quienes tienen el poder de sancionar y detener las agresiones.

La violencia vicaria se llama así porque sustituye a una persona por otra para ejercer la acción de agredir; es uno de los alardes máximos de poder, control y posesión de un hombre sobre una mujer y tiene como objetivo dañar a la mujer a través de sus seres queridos, especialmente de sus hijas e hijos, llegando inclusive en casos extremos a causar la muerte a éstos. En la mayoría de los casos, la acción se deriva de manipular a las y los menores para ponerlos en contra de su madre, separarles de ella o incluso que la agredan. Las consecuencias son irreparables para las mujeres, pero también para las y los hijos.

Cada vez se hacen públicos un número mayor de casos en los que a la madre se le arrebatan, literalmente, sus hijas e hijos por parte de un hombre que normalmente ejerce su poder económico, político, empresarial o social para que las instituciones fallen a su favor y así separar a los hijos de las madres; comienza cuando se amenaza a la mujer con quitarle a sus pequeños (as) y se caracteriza porque en el 80% de los casos, la separación es abrupta y de forma inesperada. La Encuesta Nacional acerca de Violencia Vicaria en México estima que alrededor del 50% de las mujeres enfrentarán también un proceso legal civil o penal interpuesto por el propio agresor, victimizándose y argumentando razones que rayan en lo absurdo, como que no es buena madre, que tiene problemas mentales, que es violenta o agresiva o inclusive que no es buena ama de casa.

Así pues, las instituciones que deberían velar por el interés superior de la infancia y enjuiciar con perspectiva de género, se convierten en cómplices del agresor y convalidan social y legalmente atrocidades fundamentadas en la quita de autoridad y el desprecio por la palabra de la mujer. La máxima de “es buen padre” contra “la mala madre” aun pesa y mucho. Esta violencia revictimiza a la mujer con procesos legales lentos y burocráticos que entorpecen y alargan el tiempo de separación, por ello la importancia de visibilizar y seguir insistiendo en escuelas, clubes, círculos sociales, pero especialmente en órganos judiciales para que este horror se conozca, detecte, evite y corrija a tiempo.

La madre y los hijos, especialmente en la primera infancia, están pre-cableados; estos últimos la requieren no solo para sobrevivir sino para cimentar su primer lazo de construcción del “yo”; su identidad primigenia, su sistema de apego primero, ese que le enseña a SER y no a HACER para sentirse digno de ser amado, ese que tejerá sus mecanismos de defensa ante quien le dañe, el que cimentará su amor propio en los niveles más profundos de su personalidad en formación. A excepción de que la madre padezca de adicciones, trastornos graves de personalidad, enfermedades incapacitantes para la crianza, les utilice como herramientas de venganza personal contra el padre, abandone por voluntad propia a sus vástagos o se presente la misma muerte, separar a un hijo de su madre, es prácticamente condenar al o la menor a una discapacidad emocional de por vida aunque por supuesto hay casos en que los sistemas secundarios de apego hacen una buena labor en la formación integral del niño o niña, como pueden ser los propios padres, abuelos, tíos, etc.

Profesorado, tutores y especialmente las y los juzgadores en materia familiar deberían estar capacitados en violencia de género antes de sentenciar solo bajo criterios y a veces subterfugios jurídicos desposeídos de lo que se requiere para cumplir con el precepto de derechos humanos universales que es garantizar el bien superior de los y las menores.

Si estás sufriendo violencia vicaria o vives con el temor de sufrirla, comunícate al Frente Nacional Contra Violencia Vicaria en las siguientes ligas: frentenacional.informacion@gmail.com , @FNCVVICARIA en tuiter, @FNCVV en Facebook y frentenacionalviolenciavicaria en Instagram.