/ lunes 23 de agosto de 2021

¿Y qué es la salud mental? Mujeres abriendo brecha

Para cualquier persona es natural acudir al médico si considera tener una herida o una enfermedad. Natural, ¿no? pero, ¿qué pasa entonces cuando es el cerebro, ese maravilloso y único inacabado de explorar órgano que rige cada pensamiento, movimiento, emoción y acción de nuestras vidas el que da evidencia manifiesta de que algo anda mal? ¿porqué la cultura nos ha enseñado que cuando hay una enfermedad, trastorno o síndrome mental debemos sentir vergüenza o vivir en negación? Sentir que no tenemos control sobre el buen funcionamiento de nuestro cerebro se iguala a debilidad, incapacidad, pequeñez, o, peor aun, locura.

Es verdad que hay ciertas enfermedades incurables del cerebro. Es cierto que vivir con un trastorno mental puede convertir a quien lo sufre en un o una desadaptado social pero esto es la absoluta minoría de los casos. Hay un número importante de condiciones mentales que pueden identificarse y tratarse. La prevalencia de enfermedades mentales va en franco crecimiento.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cuatro personas, es decir, 450 millones de seres humanos en el planeta, padecen una enfermedad mental y aún estas siguen siendo tabú para las conversaciones inclusive familiares, lo que puede explicar que entre el 35 y el 50 % de estas personas o no reciben tratamiento o es inadecuado, lo que prolonga no solo su sufrimiento sino el de quienes integran su círculo de interacción.

La OMS señala también que las enfermedades mentales representan el 12.5% de todas las enfermedades del mundo, cifra que supera inclusive al cáncer y los problemas cardiovasculares. Otra proyección que debería abrirnos los ojos es que para el no tan lejano año 2030 serán las enfermedades mentales la principal causa de discapacidad en el mundo.

Esto se explica por ejemplo cuando visibilizamos que al menos el 1% de la población desarrollará una forma de esquizofrenia a lo largo de su vida, que mas de 300 millones de personas viven con depresión, problema que se ha incrementado 18.4% solo en 10 años, de 2005 a 2015 y que mas de 800,000 personas se suicidan cada año.

En los Estados Unidos, la cifra de personas que califican para los seguros creados para apoyar a personas con enfermedades mentales, se duplicó entre 1987 y 2007 pasando de uno de cada 184 norteamericanos a uno en cada 76. Entre los niños, el incremento es incluso más sorprendente, un aumento de 35 veces en las mismas dos décadas.

La enfermedad mental es ahora la principal causa de discapacidad en niños en ese país, muy por encima de las discapacidades físicas como parálisis cerebral o síndrome de Down, para las cuales se crearon los programas federales de apoyo. De hecho, volviendo a la OMS, el 50% de los problemas derivado de enfermedades mentales en adultos comienzan antes de los 15 años y el 75% antes de los 18.

La corteza prefrontal o cortex prefrontal, es esa zona del cerebro que convierte a los humanos en la punta de la cadena evolutiva del reino animal. Esa que permite el buen juicio, la fuerza de voluntad, el control de las emociones y otras conductas que nos hacen capaces de vivir en sociedad, su madurez plena se da entre los 21 y 25 años; conociendo esto, es mas sencillo entender la propensión al riesgo, la dificultad en el control de impulsos y la falta de reflexión para la toma de decisiones de los adolescentes; su cerebro simplemente no ha terminado de madurar.

La ingesta de sustancias que afectan el buen juicio y/o que activan las zonas de adicción en el cerebro como alcohol, cigarro y drogas (sí, la marihuana tan natural ella, también entra en esta categoría), afectan señaladamente el proceso de madurez de esta zona tan importante del cerebro y condicionan a las personas consumidoras a tener un riesgo mayor de convertirse en adictas y por ende a desarrollar esta y otras enfermedades mentales.

Aun así, muchos padres de familia siguen pensando que el uso de estas sustancias solo es una etapa que pasará, que es natural en los adolescentes querer experimentar e inclusive, en el caso del alcohol, que es mejor que beba con sus padres para enseñarle a “beber bien”.

Ante este complejísimo panorama, es de celebrarse que respetadas, exitosas y fuertes mujeres abran brecha, comiencen a poner el ejemplo y pongan un haz de luz en sus propias condiciones para llamar la atención a este tema y que finalmente la sociedad comience a aceptar que la salud mental es tan importante como cualquier otro padecimiento.

Para cualquier persona es natural acudir al médico si considera tener una herida o una enfermedad. Natural, ¿no? pero, ¿qué pasa entonces cuando es el cerebro, ese maravilloso y único inacabado de explorar órgano que rige cada pensamiento, movimiento, emoción y acción de nuestras vidas el que da evidencia manifiesta de que algo anda mal? ¿porqué la cultura nos ha enseñado que cuando hay una enfermedad, trastorno o síndrome mental debemos sentir vergüenza o vivir en negación? Sentir que no tenemos control sobre el buen funcionamiento de nuestro cerebro se iguala a debilidad, incapacidad, pequeñez, o, peor aun, locura.

Es verdad que hay ciertas enfermedades incurables del cerebro. Es cierto que vivir con un trastorno mental puede convertir a quien lo sufre en un o una desadaptado social pero esto es la absoluta minoría de los casos. Hay un número importante de condiciones mentales que pueden identificarse y tratarse. La prevalencia de enfermedades mentales va en franco crecimiento.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cuatro personas, es decir, 450 millones de seres humanos en el planeta, padecen una enfermedad mental y aún estas siguen siendo tabú para las conversaciones inclusive familiares, lo que puede explicar que entre el 35 y el 50 % de estas personas o no reciben tratamiento o es inadecuado, lo que prolonga no solo su sufrimiento sino el de quienes integran su círculo de interacción.

La OMS señala también que las enfermedades mentales representan el 12.5% de todas las enfermedades del mundo, cifra que supera inclusive al cáncer y los problemas cardiovasculares. Otra proyección que debería abrirnos los ojos es que para el no tan lejano año 2030 serán las enfermedades mentales la principal causa de discapacidad en el mundo.

Esto se explica por ejemplo cuando visibilizamos que al menos el 1% de la población desarrollará una forma de esquizofrenia a lo largo de su vida, que mas de 300 millones de personas viven con depresión, problema que se ha incrementado 18.4% solo en 10 años, de 2005 a 2015 y que mas de 800,000 personas se suicidan cada año.

En los Estados Unidos, la cifra de personas que califican para los seguros creados para apoyar a personas con enfermedades mentales, se duplicó entre 1987 y 2007 pasando de uno de cada 184 norteamericanos a uno en cada 76. Entre los niños, el incremento es incluso más sorprendente, un aumento de 35 veces en las mismas dos décadas.

La enfermedad mental es ahora la principal causa de discapacidad en niños en ese país, muy por encima de las discapacidades físicas como parálisis cerebral o síndrome de Down, para las cuales se crearon los programas federales de apoyo. De hecho, volviendo a la OMS, el 50% de los problemas derivado de enfermedades mentales en adultos comienzan antes de los 15 años y el 75% antes de los 18.

La corteza prefrontal o cortex prefrontal, es esa zona del cerebro que convierte a los humanos en la punta de la cadena evolutiva del reino animal. Esa que permite el buen juicio, la fuerza de voluntad, el control de las emociones y otras conductas que nos hacen capaces de vivir en sociedad, su madurez plena se da entre los 21 y 25 años; conociendo esto, es mas sencillo entender la propensión al riesgo, la dificultad en el control de impulsos y la falta de reflexión para la toma de decisiones de los adolescentes; su cerebro simplemente no ha terminado de madurar.

La ingesta de sustancias que afectan el buen juicio y/o que activan las zonas de adicción en el cerebro como alcohol, cigarro y drogas (sí, la marihuana tan natural ella, también entra en esta categoría), afectan señaladamente el proceso de madurez de esta zona tan importante del cerebro y condicionan a las personas consumidoras a tener un riesgo mayor de convertirse en adictas y por ende a desarrollar esta y otras enfermedades mentales.

Aun así, muchos padres de familia siguen pensando que el uso de estas sustancias solo es una etapa que pasará, que es natural en los adolescentes querer experimentar e inclusive, en el caso del alcohol, que es mejor que beba con sus padres para enseñarle a “beber bien”.

Ante este complejísimo panorama, es de celebrarse que respetadas, exitosas y fuertes mujeres abran brecha, comiencen a poner el ejemplo y pongan un haz de luz en sus propias condiciones para llamar la atención a este tema y que finalmente la sociedad comience a aceptar que la salud mental es tan importante como cualquier otro padecimiento.