/ martes 10 de marzo de 2020

Alfombritas de jacaranda

  • Puntitos violeta, morado, blanco y verde se veían por doquier. Madre naturaleza, con sus dotes femeninas, en plena aparición de la época del renacimiento -la primavera-, regaló colores de flores, hojas, cielo y tierra para fundirse con camisetas, pañuelos y pancartas, abrazando así la marcha que conmemoró el Día Internacional de la Mujer.

Drones y helicópteros captaron imágenes de cientos de miles de mujeres manifestándose cual ejército cuyos mandos eran la desesperación, indignación y urgencia de ser escuchadas.

  • La inmensa mayoría de las marchistas en el país fuimos ciudadanas hartas de vivir con miedo pero con la fortaleza para seguir avanzando en el camino de la igualdad, aun con la certeza que a la mayoría de los jerarcas de todos los órdenes de gobierno y poderes de la unión, del mundo financiero, empresarial y político, partidos incluidos, les resultan más incómodas las feministas que los feminicidios, que a los hombres del poder les molestan las voces de las mujeres, por más argumentos lógicos, humanos e inteligentes que expresen.

En 1872, Alejandro Dumas, en su libro “El Hombre-Mujer” se burlaba así: “Las feministas, perdón por el neologismo, dicen: todo lo malo viene del hecho de que no se quiere reconocer que la mujer es igual al varón, que hay que darle la misma educación y los mismos derechos que al varón”.

El término “feminista” lo utilizó el escritor para descalificar a aquellos hombres que apoyaban la causa de las mujeres, ya que, según él, éstos corrían el PELIGRO de sufrir un PROCESO DE FEMINIZACIÓN, como si ser mujer fuese malograr y pervertir la vida.

Han pasado 148 años de ese escrito; siglo y medio y seguimos, aun con los avances a partir de lo que en el feminismo se acuñó como “insistencialismo”, tratando de hacerles ver a los varones esta misma verdad: las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres.

El espacio público y de poder no debe estar asignado solo al género masculino como el ámbito privado no debe ser responsabilidad solo del género femenino.

¿Qué daño les hemos hecho las mujeres para que sigan pensando que poseernos es prerrogativa masculina? ¡Somos personas! Cuando logremos entenderlo, cuando nos veamos en igualdad como seres humanos, entonces y solo entonces, se acabará esta violencia que, como alfombrita de flores de jacaranda caídas, va dejando a 10 familias mexicanas diarias hundidas en el devastador desuelo de la muerte. ¿Hasta cuando?

  • Puntitos violeta, morado, blanco y verde se veían por doquier. Madre naturaleza, con sus dotes femeninas, en plena aparición de la época del renacimiento -la primavera-, regaló colores de flores, hojas, cielo y tierra para fundirse con camisetas, pañuelos y pancartas, abrazando así la marcha que conmemoró el Día Internacional de la Mujer.

Drones y helicópteros captaron imágenes de cientos de miles de mujeres manifestándose cual ejército cuyos mandos eran la desesperación, indignación y urgencia de ser escuchadas.

  • La inmensa mayoría de las marchistas en el país fuimos ciudadanas hartas de vivir con miedo pero con la fortaleza para seguir avanzando en el camino de la igualdad, aun con la certeza que a la mayoría de los jerarcas de todos los órdenes de gobierno y poderes de la unión, del mundo financiero, empresarial y político, partidos incluidos, les resultan más incómodas las feministas que los feminicidios, que a los hombres del poder les molestan las voces de las mujeres, por más argumentos lógicos, humanos e inteligentes que expresen.

En 1872, Alejandro Dumas, en su libro “El Hombre-Mujer” se burlaba así: “Las feministas, perdón por el neologismo, dicen: todo lo malo viene del hecho de que no se quiere reconocer que la mujer es igual al varón, que hay que darle la misma educación y los mismos derechos que al varón”.

El término “feminista” lo utilizó el escritor para descalificar a aquellos hombres que apoyaban la causa de las mujeres, ya que, según él, éstos corrían el PELIGRO de sufrir un PROCESO DE FEMINIZACIÓN, como si ser mujer fuese malograr y pervertir la vida.

Han pasado 148 años de ese escrito; siglo y medio y seguimos, aun con los avances a partir de lo que en el feminismo se acuñó como “insistencialismo”, tratando de hacerles ver a los varones esta misma verdad: las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres.

El espacio público y de poder no debe estar asignado solo al género masculino como el ámbito privado no debe ser responsabilidad solo del género femenino.

¿Qué daño les hemos hecho las mujeres para que sigan pensando que poseernos es prerrogativa masculina? ¡Somos personas! Cuando logremos entenderlo, cuando nos veamos en igualdad como seres humanos, entonces y solo entonces, se acabará esta violencia que, como alfombrita de flores de jacaranda caídas, va dejando a 10 familias mexicanas diarias hundidas en el devastador desuelo de la muerte. ¿Hasta cuando?