/ viernes 9 de abril de 2021

Atroces conductas policíacas

Hay noticias negativas por actitudes de las policías, algunas de ellas, repulsivas por la ciudadanía por el grado de salvajismo cometidas con ferocidad que logra extinguir la vida cruelmente. Acaba de informarse hace unos días del asesinato cometido a una migrante protegida por el gobierno mexicano. Lo que se sabe por medio hablado y gráfico televisivo, es irrefutable el señalamiento de asesinato efectuado por cuatro oficiales encargados de guardar el orden y la paz pública. Lo que se ve en la televisión como pleno justificante de agresión física mortal ejercida por los “guardianes del orden” no debe pasar desapercibida por la autoridad competente y ser castigada con la severidad indicada en la ley, con el propósito de: que jamás se vuelva a cometer otro crimen oficial en contra de un detenido que puede ser sometido sin tanto salvajismo.

La sociedades por ello se revelan y aplican la ley por propia mano, como en forma frecuente, ha sucedido y es que los pueblos se cansan de esperar la ley que debe ejercer la autoridad competente, y cuando los juzgadores no aplican la ley que ostenta el Estado, entonces… se ve obligado el pueblo hacer justicia por su propia mano. Ya se ha presentado en las zonas con cultura y sin cultura. Cuando el pueblo tiene en consideración los principios morales, repulsa las agresiones que laceran la vida cotidiana y sus intereses, y cansados de esperar justicia del que tiene a su cargo impartir justicia y no lo hace, obliga al afectado a tomar medidas que no le corresponden, obligado por los personajes que están formados para impartir justicia.

Los medios de comunicación han informado de algunos linchamientos por las masas cansadas de sufrir atropellos a su familia o intereses materiales y los casos se han dado en las grandes ciudades y poblados. En el caso de Victoria, refugiada por nuestro país no fue posible continuar protegida por leyes, sacrificada con manos policíacas que inhumanamente procedieron a quitar la vida de una joven madre de hijas que ahora se quedan en la orfandad (sin padre y sin madre). La ley debiera, además de condenarlos al presidio, obligarlos a trabajar presos con el fin de pagar manutención y educación.

Debe imponer castigo la autoridad jurídica, para mostrar a la sociedad que existe una buena ley, que sea confiable por la ciudadanía, porque una policía que sirva a intereses de la población; es aceptable y admirable por los buenos servicios que prestan como auténticos servidores públicos.

Las acritudes de la policía es calificada por la ciudadanía, el comportamiento de los guardianes del orden se ve reflejado en forma indiscutible ante la comunidad donde presta servicios, de acuerdo a la calidad que presten son evaluados por el público observador.

Ahora que tocamos la penosa nota, causa además reprobación indignante al comportamiento humano y civilizado de los ciudadanos que desde luego califican como detestable y abyecta la agresión brutal, por lo tanto condenable.

El anterior crimen policiaco acusa que es una sociedad en degradación porque se notó que en la agresión de los policías hacia la victima las personas que observaban el hecho no se atrevieron a intervenir físicamente para tratar de defender a la víctima que recibía el trato salvaje y mortal; sin embargo y aunque pareciera inerte la grabación de este acto público logró la detención de los asesinos, que también nos hace reflexionar de cuántas fechorías más se habrán cometido sin testigos.

Lo anterior acusa que la sociedad donde opera esa policía ha soportado agresiones como lo señalan algunos ciudadanos de la ciudad de Tulum, por lo tanto, es comprensible que la policía sea temida por los habitantes de esa localidad. Esta clase de agresiones policiacas clasifica a la ciudad como doblemente peligrosa, primero: por los maleantes, y segundo: por la autoridad que guarda el orden , en otras palabras, la ciudadanía se encuentra entre dos situaciones, la desarrollada por la policía y la de los maleantes. Ello clasifica la ciudad como peligrosa por tener vigentes dos situaciones en contra de la paz familiar cotidiana.

En otro ángulo de división, esta clase de agresiones por parte de la autoridad que descuida la buena marcha de un grupo de servidores públicos que no garantiza la seguridad del Estado.

Se espera justicia como otros más de una docena de casos.

Hay noticias negativas por actitudes de las policías, algunas de ellas, repulsivas por la ciudadanía por el grado de salvajismo cometidas con ferocidad que logra extinguir la vida cruelmente. Acaba de informarse hace unos días del asesinato cometido a una migrante protegida por el gobierno mexicano. Lo que se sabe por medio hablado y gráfico televisivo, es irrefutable el señalamiento de asesinato efectuado por cuatro oficiales encargados de guardar el orden y la paz pública. Lo que se ve en la televisión como pleno justificante de agresión física mortal ejercida por los “guardianes del orden” no debe pasar desapercibida por la autoridad competente y ser castigada con la severidad indicada en la ley, con el propósito de: que jamás se vuelva a cometer otro crimen oficial en contra de un detenido que puede ser sometido sin tanto salvajismo.

La sociedades por ello se revelan y aplican la ley por propia mano, como en forma frecuente, ha sucedido y es que los pueblos se cansan de esperar la ley que debe ejercer la autoridad competente, y cuando los juzgadores no aplican la ley que ostenta el Estado, entonces… se ve obligado el pueblo hacer justicia por su propia mano. Ya se ha presentado en las zonas con cultura y sin cultura. Cuando el pueblo tiene en consideración los principios morales, repulsa las agresiones que laceran la vida cotidiana y sus intereses, y cansados de esperar justicia del que tiene a su cargo impartir justicia y no lo hace, obliga al afectado a tomar medidas que no le corresponden, obligado por los personajes que están formados para impartir justicia.

Los medios de comunicación han informado de algunos linchamientos por las masas cansadas de sufrir atropellos a su familia o intereses materiales y los casos se han dado en las grandes ciudades y poblados. En el caso de Victoria, refugiada por nuestro país no fue posible continuar protegida por leyes, sacrificada con manos policíacas que inhumanamente procedieron a quitar la vida de una joven madre de hijas que ahora se quedan en la orfandad (sin padre y sin madre). La ley debiera, además de condenarlos al presidio, obligarlos a trabajar presos con el fin de pagar manutención y educación.

Debe imponer castigo la autoridad jurídica, para mostrar a la sociedad que existe una buena ley, que sea confiable por la ciudadanía, porque una policía que sirva a intereses de la población; es aceptable y admirable por los buenos servicios que prestan como auténticos servidores públicos.

Las acritudes de la policía es calificada por la ciudadanía, el comportamiento de los guardianes del orden se ve reflejado en forma indiscutible ante la comunidad donde presta servicios, de acuerdo a la calidad que presten son evaluados por el público observador.

Ahora que tocamos la penosa nota, causa además reprobación indignante al comportamiento humano y civilizado de los ciudadanos que desde luego califican como detestable y abyecta la agresión brutal, por lo tanto condenable.

El anterior crimen policiaco acusa que es una sociedad en degradación porque se notó que en la agresión de los policías hacia la victima las personas que observaban el hecho no se atrevieron a intervenir físicamente para tratar de defender a la víctima que recibía el trato salvaje y mortal; sin embargo y aunque pareciera inerte la grabación de este acto público logró la detención de los asesinos, que también nos hace reflexionar de cuántas fechorías más se habrán cometido sin testigos.

Lo anterior acusa que la sociedad donde opera esa policía ha soportado agresiones como lo señalan algunos ciudadanos de la ciudad de Tulum, por lo tanto, es comprensible que la policía sea temida por los habitantes de esa localidad. Esta clase de agresiones policiacas clasifica a la ciudad como doblemente peligrosa, primero: por los maleantes, y segundo: por la autoridad que guarda el orden , en otras palabras, la ciudadanía se encuentra entre dos situaciones, la desarrollada por la policía y la de los maleantes. Ello clasifica la ciudad como peligrosa por tener vigentes dos situaciones en contra de la paz familiar cotidiana.

En otro ángulo de división, esta clase de agresiones por parte de la autoridad que descuida la buena marcha de un grupo de servidores públicos que no garantiza la seguridad del Estado.

Se espera justicia como otros más de una docena de casos.