/ viernes 23 de julio de 2021

Retahíla para cinéfilos | “Luca”

Erróneamente separamos los elementos del planeta; la tierra, el agua, el aire y el fuego existen porque coexisten.

Esa es la lección de “Luca”, la más reciente producción de Pixar Animation Studios.

Quien le da título a la cinta es el más pequeño de una familia de criaturas marinas conocidas por los pescadores como temibles “monstruos”.

Pero estos seres guardan un secreto más emocionante que el de cualquier otro: al salir a la superficie del agua sus escamas se convierten en piel y de su cuerpo salen cuatro extremidades; se convierten en humanos.

Ubicado junto a la acogedora isla italiana de Portorosso, el pequeño Luca Paguro suele cuidar peces y disfrutar sus días en la tranquilidad del arrecife.

Sin embargo, en la ocasión que nos atiende, descubre objetos humanos que cayeron de un bote pesquero la noche anterior.

Ante el asombro, con la curiosidad al máximo y sin poder evitarlo, Luca sale del mar dispuesto a averiguar qué otras maravillas existen en el mundo de los terrestres.

Justo cuando está a punto de regresar arrepentido a casa, el niño conoce a Alberto Scorfano, otro ser marino que ha decidido vivir en la Tierra y coleccionar todo tipo de artefactos creados por los humanos.

Lo único que le falta para completar su sueño terráqueo es una motocicleta con la que pretende viajar por el mundo y vivir las más grandes aventuras.

Cuando Luca se entera de esto, decide ser parte del objetivo y juntos, fingiendo naturaleza humana, deciden acercarse a la gente del pueblo y conseguir su medio de transporte a como dé lugar.

Esta película no es novedosa en fórmula; de hecho, el mismo director, Enrico Casarosa, ha develado que los Studios Ghibli son pieza fundamental de su inspiración y, de no ser por el apoyo audiovisual, el estudio sociológico del pueblo italiano trasladado al guion y la fuerte presencia de los animadores de la empresa, probablemente esta sería una historia que ya hemos visitado con otros nombres.

Además, la misma línea argumental desarrolla parte de la cosmovisión oriental, favoreciendo la cercanía con espectadores de todas las edades.

De cualquier forma, esta divertidísima película tiene un poderoso mensaje sobre vencer miedos, rechazar la discriminación, valorar la amistad e interesarse por nuevos aprendizajes.

Virtudes que, probablemente muchos perdimos durante el confinamiento y que, con escamas y en color azul, se nos va devolviendo gota a gota.

Erróneamente separamos los elementos del planeta; la tierra, el agua, el aire y el fuego existen porque coexisten.

Esa es la lección de “Luca”, la más reciente producción de Pixar Animation Studios.

Quien le da título a la cinta es el más pequeño de una familia de criaturas marinas conocidas por los pescadores como temibles “monstruos”.

Pero estos seres guardan un secreto más emocionante que el de cualquier otro: al salir a la superficie del agua sus escamas se convierten en piel y de su cuerpo salen cuatro extremidades; se convierten en humanos.

Ubicado junto a la acogedora isla italiana de Portorosso, el pequeño Luca Paguro suele cuidar peces y disfrutar sus días en la tranquilidad del arrecife.

Sin embargo, en la ocasión que nos atiende, descubre objetos humanos que cayeron de un bote pesquero la noche anterior.

Ante el asombro, con la curiosidad al máximo y sin poder evitarlo, Luca sale del mar dispuesto a averiguar qué otras maravillas existen en el mundo de los terrestres.

Justo cuando está a punto de regresar arrepentido a casa, el niño conoce a Alberto Scorfano, otro ser marino que ha decidido vivir en la Tierra y coleccionar todo tipo de artefactos creados por los humanos.

Lo único que le falta para completar su sueño terráqueo es una motocicleta con la que pretende viajar por el mundo y vivir las más grandes aventuras.

Cuando Luca se entera de esto, decide ser parte del objetivo y juntos, fingiendo naturaleza humana, deciden acercarse a la gente del pueblo y conseguir su medio de transporte a como dé lugar.

Esta película no es novedosa en fórmula; de hecho, el mismo director, Enrico Casarosa, ha develado que los Studios Ghibli son pieza fundamental de su inspiración y, de no ser por el apoyo audiovisual, el estudio sociológico del pueblo italiano trasladado al guion y la fuerte presencia de los animadores de la empresa, probablemente esta sería una historia que ya hemos visitado con otros nombres.

Además, la misma línea argumental desarrolla parte de la cosmovisión oriental, favoreciendo la cercanía con espectadores de todas las edades.

De cualquier forma, esta divertidísima película tiene un poderoso mensaje sobre vencer miedos, rechazar la discriminación, valorar la amistad e interesarse por nuevos aprendizajes.

Virtudes que, probablemente muchos perdimos durante el confinamiento y que, con escamas y en color azul, se nos va devolviendo gota a gota.