/ viernes 27 de agosto de 2021

Retahíla para cinéfilos | “Palm Springs”

Ambiente veraniego, romance hollywoodense, comedia involuntaria y un desastre cuántico: “Palm Springs” es la película perfecta para esta temporada.

Producida y protagonizada por Andy Samberg en compañía de Cristin Milioti, la cinta se estrenó en 2020, a mitad de un confinamiento que la enmarca en su mismo bucle temporal y que definitivamente se disfruta más cuando llega sin demasiada información.

Palm Springs es un conocido centro de ocio en California, un espacio alejado de la ciudad y de la vida real, el lugar perfecto para una boda; pero en nuestra historia una celebración de este tipo solo sirve de pretexto para que Nyles y Sarah se conozcan. Este par de extraños entablan una conversación que más adelante los lleva a apartarse de la fiesta en busca de un espacio íntimo; entre su recorrido por el desértico paisaje, llegan a una misteriosa cueva donde entran uno tras otro.

Lo que Sarah no imagina, y no le es revelado hasta que lo vive, es que dentro de la cueva hay una falla física temporal que ocasiona la repetición infinita del día, como si las 24 horas anteriores de la persona que ingresa no hubieran sucedido jamás. Para Nyles no fue una sorpresa, pues lleva atrapado en ese ciclo más tiempo de lo que puede recordar. Aun así, esta pesadilla solo la vive el par de jóvenes, quienes tienen literalmente la posibilidad de aprender a vivir cada día como si fuera el último o el primero.

Ir desentramando cada escena resulta emocionante desde la aventura y el sentimiento. No obstante, la paradoja que envuelve el filme no es el tema principal; el corazón de Palm Springs es el amor nacido de dos extraños con todo en común. A pesar del arte introducido en la imagen y la inteligencia de cada recurso en la puesta en escena por su director Max Barbakow, no deja de ser una comedia romántica sencilla en esencia, alejada de las pretensiones y sin la necesidad de encontrar símbolos ni moral.

Otro de los grandes aciertos, quizá el mayor de la película, es la fuerza de sus diálogos, de las palabras viajeras que permiten ir del drama más intenso a la ridiculización total de un ser humano sin dejar de ser verosímiles por la tremenda conexión entre los actores y dejando a la sorpresa en primer plano durante la mayor parte del trayecto.

Esta obra es ideal para la temporada porque nos recuerda que enamorarse en tiempos de confinamiento puede ser un reto perverso o un juego de rol que solo se aprende confiando.

Ambiente veraniego, romance hollywoodense, comedia involuntaria y un desastre cuántico: “Palm Springs” es la película perfecta para esta temporada.

Producida y protagonizada por Andy Samberg en compañía de Cristin Milioti, la cinta se estrenó en 2020, a mitad de un confinamiento que la enmarca en su mismo bucle temporal y que definitivamente se disfruta más cuando llega sin demasiada información.

Palm Springs es un conocido centro de ocio en California, un espacio alejado de la ciudad y de la vida real, el lugar perfecto para una boda; pero en nuestra historia una celebración de este tipo solo sirve de pretexto para que Nyles y Sarah se conozcan. Este par de extraños entablan una conversación que más adelante los lleva a apartarse de la fiesta en busca de un espacio íntimo; entre su recorrido por el desértico paisaje, llegan a una misteriosa cueva donde entran uno tras otro.

Lo que Sarah no imagina, y no le es revelado hasta que lo vive, es que dentro de la cueva hay una falla física temporal que ocasiona la repetición infinita del día, como si las 24 horas anteriores de la persona que ingresa no hubieran sucedido jamás. Para Nyles no fue una sorpresa, pues lleva atrapado en ese ciclo más tiempo de lo que puede recordar. Aun así, esta pesadilla solo la vive el par de jóvenes, quienes tienen literalmente la posibilidad de aprender a vivir cada día como si fuera el último o el primero.

Ir desentramando cada escena resulta emocionante desde la aventura y el sentimiento. No obstante, la paradoja que envuelve el filme no es el tema principal; el corazón de Palm Springs es el amor nacido de dos extraños con todo en común. A pesar del arte introducido en la imagen y la inteligencia de cada recurso en la puesta en escena por su director Max Barbakow, no deja de ser una comedia romántica sencilla en esencia, alejada de las pretensiones y sin la necesidad de encontrar símbolos ni moral.

Otro de los grandes aciertos, quizá el mayor de la película, es la fuerza de sus diálogos, de las palabras viajeras que permiten ir del drama más intenso a la ridiculización total de un ser humano sin dejar de ser verosímiles por la tremenda conexión entre los actores y dejando a la sorpresa en primer plano durante la mayor parte del trayecto.

Esta obra es ideal para la temporada porque nos recuerda que enamorarse en tiempos de confinamiento puede ser un reto perverso o un juego de rol que solo se aprende confiando.