/ viernes 16 de julio de 2021

Retahíla para cinéfilos | “Rango”

“Rango” es una película de 2011 dirigida por Gore Verbinski. Homenajeando a las viejas películas western con una estética hiperrealista inusual y un argumento profundamente sencillo, esta cinta fue merecedora del Oscar 2012 en la categoría de Mejor Película de Animación, pero hay que decir que la animación no es exclusiva de las infancias, pues definitivamente Rango no es una película para niños (aunque los chistes recurrentes del desarrollo así lo avalen).

El protagonista, quien le da nombre a la película, es un joven camaleón, una mascota habitante del terrario de una familia.

Durante unas vacaciones familiares, el animal cae por accidente del auto en una carretera y queda varado en un desierto donde conoce a Roakill y Beans, fauna del ecosistema, quienes lo acompañarán durante su odisea, una aventura de criaturas antropomorfas muy bien construidas física y psicológicamente.

Al poco tiempo de llegar, y en su trayecto de buena suerte, Rango aplasta accidentalmente con un depósito de agua a un halcón que aterraba a las iguanas, ratones, armadillos y camaleones del lugar, ganándose el título así de sheriff del pueblo, de “héroe” y haciendo de su nombre una verdadera leyenda.

Pero no todo está bien en ese momento, pues la sequía en el desierto arrecia y el depósito de agua con el que sobreviven todos los animales cada día disminuye dramáticamente.

Con la responsabilidad que implica su nuevo cargo y la presión emocional que Beans influye en él, el pequeño camaleón comienza una investigación donde habrá sorpresas, peligros, risas y, sobre todo, mucho sarcasmo.

Sin embargo, “Rango” es más que una película de aventuras, es una introspección de las sociedades, de los sistemas políticos y económicos. Los dilemas humanos que se desatan en la narración y los recursos literarios utilizados promueven grandes reflexiones filosóficas.

Por otro lado, las influencias musicales y visuales en el filme son bastante ricas y desarrollan escenas tan bien construidas que parecieran están diseñadas para un live action; hay momentos en donde los animales dejan de verse como tal y se vuelven más profundos de lo que el espectador esperaría.

Esta obra de arte quizá no será la destinada para verse una y otra vez, pero sí es lo suficientemente valiosa para entregarle toda una tarde existencial.

“Rango” es una película de 2011 dirigida por Gore Verbinski. Homenajeando a las viejas películas western con una estética hiperrealista inusual y un argumento profundamente sencillo, esta cinta fue merecedora del Oscar 2012 en la categoría de Mejor Película de Animación, pero hay que decir que la animación no es exclusiva de las infancias, pues definitivamente Rango no es una película para niños (aunque los chistes recurrentes del desarrollo así lo avalen).

El protagonista, quien le da nombre a la película, es un joven camaleón, una mascota habitante del terrario de una familia.

Durante unas vacaciones familiares, el animal cae por accidente del auto en una carretera y queda varado en un desierto donde conoce a Roakill y Beans, fauna del ecosistema, quienes lo acompañarán durante su odisea, una aventura de criaturas antropomorfas muy bien construidas física y psicológicamente.

Al poco tiempo de llegar, y en su trayecto de buena suerte, Rango aplasta accidentalmente con un depósito de agua a un halcón que aterraba a las iguanas, ratones, armadillos y camaleones del lugar, ganándose el título así de sheriff del pueblo, de “héroe” y haciendo de su nombre una verdadera leyenda.

Pero no todo está bien en ese momento, pues la sequía en el desierto arrecia y el depósito de agua con el que sobreviven todos los animales cada día disminuye dramáticamente.

Con la responsabilidad que implica su nuevo cargo y la presión emocional que Beans influye en él, el pequeño camaleón comienza una investigación donde habrá sorpresas, peligros, risas y, sobre todo, mucho sarcasmo.

Sin embargo, “Rango” es más que una película de aventuras, es una introspección de las sociedades, de los sistemas políticos y económicos. Los dilemas humanos que se desatan en la narración y los recursos literarios utilizados promueven grandes reflexiones filosóficas.

Por otro lado, las influencias musicales y visuales en el filme son bastante ricas y desarrollan escenas tan bien construidas que parecieran están diseñadas para un live action; hay momentos en donde los animales dejan de verse como tal y se vuelven más profundos de lo que el espectador esperaría.

Esta obra de arte quizá no será la destinada para verse una y otra vez, pero sí es lo suficientemente valiosa para entregarle toda una tarde existencial.