/ viernes 14 de junio de 2019

Lección valiosa soslayada

La situación que vive nuestro país desde hace varias décadas en relación al comercio y la migración se debe a la falta de interés de gobiernos federales que antecedieron al presente, por ello, el problema se ha acrecentado.

Desde hace muchos años en la frontera sur de nuestro país señalada por el río Suchiate, no era controlado el paso de personas por ninguna autoridad, de tal manera que cualquier persona proveniente del lado guatemalteco podía pasar a nado o en balsa al lado mexicano. No había control de alguna autoridad, así que personas provenientes de Centroamérica o algún otro país que utilizaran dicho paso, podían arribar a Ciudad Hidalgo (México) con toda tranquilidad, sin algún requisito migratorio.

Ahora surgen los problemas cuando el flujo migratorio es masivo, jamás visto, migrantes que tratan de alcanzar el “sueño americano”, ello por diferentes motivos, expulsados de su lugar de origen, entre ellos: la sequía, falta de alimentos, ausencia de fuentes de trabajo, la pobreza, que ha generado violencia coadyuvando a la inestabilidad social y económica de regiones donde vivían.

El gobierno mexicano debió controlar la entrada y salida de personas que a diario cruzaban el Suchiate, porque a ciencia cierta no se supo cuántos extranjeros entraban y cuántos salían. Muchos de ellos que quedaron en la costa chiapaneca y otros lograron entrar al territorio de los EE. UU. sin documentos legales, usando medios de transporte ilícitos.

Esa gran cantidad de migrantes que en estos tiempos desean llegar al territorio del país del Norte, es porque saben que los mexicanos carecemos del status socioeconómico como el que pretenden gozar. A nuestro país lo usan como lo han hecho durante años: un medio de paso al destino soñado. Las migraciones masivas están conformadas por perseguidos políticos, por familias hambrientas con hijos en busca de trabajo, huérfanos por la criminalidad en su lugar de origen y también por algunos maleantes.

Lo que ha molestado al gobierno del Sr. Trump, es la masiva solicitud de entrada de migrantes que utilizan nuestro suelo para llegar a la frontera Norte. Migrantes a los que ha señalado como personas “non gratas” que desean quitar el trabajo a ciudadanos norteamericanos. Basta acudir a noticias informativas del reciente viaje de ese jefe de Estado a otros países donde su bandera de “prestigio” gubernamental fue denigrar a trabajadores mexicanos que laboran en áreas de producción que coadyuvan a enriquecer el tesoro de su país. Señala que la enfermedad que aqueja a su ciudadanía: la drogadicción, es culpa del gobierno mexicano y por ello, insiste en un muro material en su frontera y todavía con el cinismo de comentar que México lo costeara.

Desgraciadamente, leyes del vecino país del Norte, autorizan al Presidente para tomar decisiones como la imposición de aranceles; como chantaje por el flujo migratorio que pasa por nuestro territorio y que desea asilo y protección de ese gobierno, autorización que ha sido empleada arbitrariamente pues viola el acuerdo del Tratado de Libre Comercio, ello; con el propósito maléfico de trastornar la economía mexicana, acción perversa en contra de nuestro pueblo que si ha cumplido ser amigo.

De momento ha sido subsanado el deseo poderoso del extranjero, por ello el nuevo gobierno nacional debe empeñarse en apoyar la producción agrícola, ganadera, minera y marina. Todo aquello que signifique abundancia, con el fin de que se fortalezca el mercado interno con alta producción (riqueza). Debe el pueblo de México aplicar la lección que ofrece el abuso del más poderoso. México es, en potencia rico, lo malo: explotado por compañías extranjeras que fueron concesionadas por gobiernos traidores, como es el caso puntual del petróleo.

México debe ser pueblo independiente del poderoso, tiene suficientes recursos para hacerlo porque cuenta con su mayor riqueza: el pueblo trabajador, el que construye para las nuevas generaciones.

El gobierno actual ha realizado lo que aconseja el sentido común, respecto a la amenaza de una persona en el poder y con tendencias como siempre: imperialistas. México tiene actualmente un gobierno inteligente sin dejar de ser digno, ni olvidarse de intereses legítimos de sus ciudadanos.

La situación que vive nuestro país desde hace varias décadas en relación al comercio y la migración se debe a la falta de interés de gobiernos federales que antecedieron al presente, por ello, el problema se ha acrecentado.

Desde hace muchos años en la frontera sur de nuestro país señalada por el río Suchiate, no era controlado el paso de personas por ninguna autoridad, de tal manera que cualquier persona proveniente del lado guatemalteco podía pasar a nado o en balsa al lado mexicano. No había control de alguna autoridad, así que personas provenientes de Centroamérica o algún otro país que utilizaran dicho paso, podían arribar a Ciudad Hidalgo (México) con toda tranquilidad, sin algún requisito migratorio.

Ahora surgen los problemas cuando el flujo migratorio es masivo, jamás visto, migrantes que tratan de alcanzar el “sueño americano”, ello por diferentes motivos, expulsados de su lugar de origen, entre ellos: la sequía, falta de alimentos, ausencia de fuentes de trabajo, la pobreza, que ha generado violencia coadyuvando a la inestabilidad social y económica de regiones donde vivían.

El gobierno mexicano debió controlar la entrada y salida de personas que a diario cruzaban el Suchiate, porque a ciencia cierta no se supo cuántos extranjeros entraban y cuántos salían. Muchos de ellos que quedaron en la costa chiapaneca y otros lograron entrar al territorio de los EE. UU. sin documentos legales, usando medios de transporte ilícitos.

Esa gran cantidad de migrantes que en estos tiempos desean llegar al territorio del país del Norte, es porque saben que los mexicanos carecemos del status socioeconómico como el que pretenden gozar. A nuestro país lo usan como lo han hecho durante años: un medio de paso al destino soñado. Las migraciones masivas están conformadas por perseguidos políticos, por familias hambrientas con hijos en busca de trabajo, huérfanos por la criminalidad en su lugar de origen y también por algunos maleantes.

Lo que ha molestado al gobierno del Sr. Trump, es la masiva solicitud de entrada de migrantes que utilizan nuestro suelo para llegar a la frontera Norte. Migrantes a los que ha señalado como personas “non gratas” que desean quitar el trabajo a ciudadanos norteamericanos. Basta acudir a noticias informativas del reciente viaje de ese jefe de Estado a otros países donde su bandera de “prestigio” gubernamental fue denigrar a trabajadores mexicanos que laboran en áreas de producción que coadyuvan a enriquecer el tesoro de su país. Señala que la enfermedad que aqueja a su ciudadanía: la drogadicción, es culpa del gobierno mexicano y por ello, insiste en un muro material en su frontera y todavía con el cinismo de comentar que México lo costeara.

Desgraciadamente, leyes del vecino país del Norte, autorizan al Presidente para tomar decisiones como la imposición de aranceles; como chantaje por el flujo migratorio que pasa por nuestro territorio y que desea asilo y protección de ese gobierno, autorización que ha sido empleada arbitrariamente pues viola el acuerdo del Tratado de Libre Comercio, ello; con el propósito maléfico de trastornar la economía mexicana, acción perversa en contra de nuestro pueblo que si ha cumplido ser amigo.

De momento ha sido subsanado el deseo poderoso del extranjero, por ello el nuevo gobierno nacional debe empeñarse en apoyar la producción agrícola, ganadera, minera y marina. Todo aquello que signifique abundancia, con el fin de que se fortalezca el mercado interno con alta producción (riqueza). Debe el pueblo de México aplicar la lección que ofrece el abuso del más poderoso. México es, en potencia rico, lo malo: explotado por compañías extranjeras que fueron concesionadas por gobiernos traidores, como es el caso puntual del petróleo.

México debe ser pueblo independiente del poderoso, tiene suficientes recursos para hacerlo porque cuenta con su mayor riqueza: el pueblo trabajador, el que construye para las nuevas generaciones.

El gobierno actual ha realizado lo que aconseja el sentido común, respecto a la amenaza de una persona en el poder y con tendencias como siempre: imperialistas. México tiene actualmente un gobierno inteligente sin dejar de ser digno, ni olvidarse de intereses legítimos de sus ciudadanos.