/ miércoles 3 de octubre de 2018

Periodismo, gobierno, ética y transparencia

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La nueva relación que la elección del 1 de julio debe fraguar, entre la sociedad y el Estado, tiene algunas líneas de acción determinadas, como la construcción y definición de una nueva ciudadanía que logre, utilice y asegure el uso del espacio público para manifestarse y para delinear lo que será el nuevo modelo de gobierno.

Muchas de las variables van a constituir el espacio público como zona de encuentro entre la ciudadanía y el gobierno, en esta nueva pista imaginaria confluyen la sociedad en cualquiera de sus facetas y ámbitos, con el gobierno en cualquiera de sus formas, jerarquías y ámbitos, pero algo que podemos anticipar es que, las reglas que determinaron esta relación por décadas, llego a su fin.

La exigencia social desoída por el gobierno por muchas décadas, a partir de las desviaciones y cooptaciones de los ideales revolucionarios, se vino a desbordar por la cerrazón, los excesos la exclusión y la corrupción con la que gobernaron, principalmente, por la frivolidad con la que atendieron los reclamos sociales de apertura, de inclusión, de transparencia.

Se reclamaba una nueva institucionalidad, como ejemplo, los aparatos de justicia, obsoletos, disfuncionales, inconexos e ineficaces, que impiden el acceso a la justicia, los escuchábamos declarar ante cada asesinato, “ya integramos la carpeta”, cuando, el promedio de castigo es menor al 5% de los delitos cometidos.

La deontología del servicio público no aparecía en el compromiso social del gobierno, se ocultaba entre telones de palacio o estaba sumida en algunos escritorios de colegiados, de periodistas, estudiosos, maestros o soñadores de la democracia, que luchaban a diario contra la ineficacia gubernamental como traje de diario para la administración pública federal, estatal, municipal y comunitaria.

La corrupción, la violencia y la impunidad se desataron y salieron del control del gobierno federal, hasta que tuvieron que meter a algunos gobernadores a la cárcel, solo a algunos, para taparle el ojo al macho.

Los congresos, federal y locales, ciegos a la realidad y sordos a la demanda social, que a gritos se quejaba de la pobreza que sume más y más al país, de la desigualdad de estos dos “Méxicos” construidos al amparo del neoliberalismo, excluyentes, la base salarial que no alcanza para comer, es atinado el reclamo de la Corte cuando, refiriéndose al derecho humano de la igualdad, menciona que, no solo implica una dimensión formal, sino una de hecho.

Para entender la elección del 1 de julio podríamos irnos al movimiento revolucionario, cooptado mediatizado, traicionado y en un análisis apresurado, señalamos los movimientos de los 50s, desde la lucha de médicos, de ferrocarriles, el movimiento de 68.

Ante las exigencias de crear una fiscalía anticorrupción, la creación de instancias estatales que garantizaran elecciones limpias, los derechos humanos, la transparencia y el acceso a la información gubernamental, la reacción de las élites, de los actores políticos añejos contra esta reacción y demanda social fueron, por un lado, la cooptación de los nuevos organismos creados a instancia de esta lucha social, derechos humanos, transparencia, el IFE, ahora INE, contralorías sociales y por el otro, asignar por la manía de “cuotas y cuates” los cargos de consejeros, incluso de sus titulares en algunos casos, para mediatizar su resultado.

Eso no es cosa del pasado, es la institucionalidad con la que hoy contamos y que el congreso actual debe revisar y depurar, pero hay un antes y después, esos congresos por fortuna ya se fueron, el gobierno federal va a cambiar y en el caso del gobierno estatal, tenemos un gobernador liberal, que se acopla más a la tendencia de izquierda, que a la tradicional y que de manera prudente ha ofrecido respeto, trabajo y coordinación con el nuevo gobierno federal y con el nuevo congreso local y debo reconocer, en mi caso, nunca he tenido una sugerencia, sobre mi intervención en la radio, en el periódico o en conferencias o intervenciones de esta naturaleza, gracias al gobernador.

Los invito a explorar en toda su dimensión, la metáfora de Zigmund Bauman, el filósofo de la modernidad, tanto para el periodismo líquido, como para la construcción de la mentalidad tecnócrata y de la economía de mercado, yo daré algunas pistas.

Los líquidos son una variedad de los fluidos, poseen cualidades al grado de que, sus moléculas, son preservadas en una disposición ordenada, solamente en pocos diámetros moleculares, en cambio, la conducta manifestada por los sólidos es opuesta, pues la diarrea de información que las redes ofrecen, aprender a seleccionar, cernirla, asimilarla, sintetizarla, sin olvidar darle contexto para construir mejores ejercicios periodísticos.

El periodismo es la fuerza motriz de la producción y circulación de ideas y valores. La modernidad líquida se nutre del ejercicio de un periodismo líquido según Bauman.


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La nueva relación que la elección del 1 de julio debe fraguar, entre la sociedad y el Estado, tiene algunas líneas de acción determinadas, como la construcción y definición de una nueva ciudadanía que logre, utilice y asegure el uso del espacio público para manifestarse y para delinear lo que será el nuevo modelo de gobierno.

Muchas de las variables van a constituir el espacio público como zona de encuentro entre la ciudadanía y el gobierno, en esta nueva pista imaginaria confluyen la sociedad en cualquiera de sus facetas y ámbitos, con el gobierno en cualquiera de sus formas, jerarquías y ámbitos, pero algo que podemos anticipar es que, las reglas que determinaron esta relación por décadas, llego a su fin.

La exigencia social desoída por el gobierno por muchas décadas, a partir de las desviaciones y cooptaciones de los ideales revolucionarios, se vino a desbordar por la cerrazón, los excesos la exclusión y la corrupción con la que gobernaron, principalmente, por la frivolidad con la que atendieron los reclamos sociales de apertura, de inclusión, de transparencia.

Se reclamaba una nueva institucionalidad, como ejemplo, los aparatos de justicia, obsoletos, disfuncionales, inconexos e ineficaces, que impiden el acceso a la justicia, los escuchábamos declarar ante cada asesinato, “ya integramos la carpeta”, cuando, el promedio de castigo es menor al 5% de los delitos cometidos.

La deontología del servicio público no aparecía en el compromiso social del gobierno, se ocultaba entre telones de palacio o estaba sumida en algunos escritorios de colegiados, de periodistas, estudiosos, maestros o soñadores de la democracia, que luchaban a diario contra la ineficacia gubernamental como traje de diario para la administración pública federal, estatal, municipal y comunitaria.

La corrupción, la violencia y la impunidad se desataron y salieron del control del gobierno federal, hasta que tuvieron que meter a algunos gobernadores a la cárcel, solo a algunos, para taparle el ojo al macho.

Los congresos, federal y locales, ciegos a la realidad y sordos a la demanda social, que a gritos se quejaba de la pobreza que sume más y más al país, de la desigualdad de estos dos “Méxicos” construidos al amparo del neoliberalismo, excluyentes, la base salarial que no alcanza para comer, es atinado el reclamo de la Corte cuando, refiriéndose al derecho humano de la igualdad, menciona que, no solo implica una dimensión formal, sino una de hecho.

Para entender la elección del 1 de julio podríamos irnos al movimiento revolucionario, cooptado mediatizado, traicionado y en un análisis apresurado, señalamos los movimientos de los 50s, desde la lucha de médicos, de ferrocarriles, el movimiento de 68.

Ante las exigencias de crear una fiscalía anticorrupción, la creación de instancias estatales que garantizaran elecciones limpias, los derechos humanos, la transparencia y el acceso a la información gubernamental, la reacción de las élites, de los actores políticos añejos contra esta reacción y demanda social fueron, por un lado, la cooptación de los nuevos organismos creados a instancia de esta lucha social, derechos humanos, transparencia, el IFE, ahora INE, contralorías sociales y por el otro, asignar por la manía de “cuotas y cuates” los cargos de consejeros, incluso de sus titulares en algunos casos, para mediatizar su resultado.

Eso no es cosa del pasado, es la institucionalidad con la que hoy contamos y que el congreso actual debe revisar y depurar, pero hay un antes y después, esos congresos por fortuna ya se fueron, el gobierno federal va a cambiar y en el caso del gobierno estatal, tenemos un gobernador liberal, que se acopla más a la tendencia de izquierda, que a la tradicional y que de manera prudente ha ofrecido respeto, trabajo y coordinación con el nuevo gobierno federal y con el nuevo congreso local y debo reconocer, en mi caso, nunca he tenido una sugerencia, sobre mi intervención en la radio, en el periódico o en conferencias o intervenciones de esta naturaleza, gracias al gobernador.

Los invito a explorar en toda su dimensión, la metáfora de Zigmund Bauman, el filósofo de la modernidad, tanto para el periodismo líquido, como para la construcción de la mentalidad tecnócrata y de la economía de mercado, yo daré algunas pistas.

Los líquidos son una variedad de los fluidos, poseen cualidades al grado de que, sus moléculas, son preservadas en una disposición ordenada, solamente en pocos diámetros moleculares, en cambio, la conducta manifestada por los sólidos es opuesta, pues la diarrea de información que las redes ofrecen, aprender a seleccionar, cernirla, asimilarla, sintetizarla, sin olvidar darle contexto para construir mejores ejercicios periodísticos.

El periodismo es la fuerza motriz de la producción y circulación de ideas y valores. La modernidad líquida se nutre del ejercicio de un periodismo líquido según Bauman.