/ viernes 10 de agosto de 2018

¿Terminará esclavitud infantil?

“Primero es ser y después, la forma de ser”

Desde épocas ancestrales ha estado presente la injusticia ejercida contra la infancia, acá en nuestro país como en otros. Ningún otro ser nace desprotegido como lo es el humano. Apenas empieza a ser útil en algún quehacer doméstico, muchas familias los esclavizan en el duro trabajo físico, ya sea en el campo, la albañilería o el comercio. A esta esclavitud infantil en ciertos períodos en la vida de las naciones la conciencia revolucionaria ha tratado, mediante leyes, de proteger a la niñez otorgándoles el trato adecuado que debe recibir el ser humano en desarrollo.

En México, la Revolución de 1910 estableció en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos aprobada en 1917, en el Artículo 123, fracción III, que dice: “Queda prohibida la utilización del trabajo de los menores de catorce años”. Desgraciadamente, la citada Ley, a ciento siete años de promulgación, no se ha logrado cumplir en toda su cabalidad, el sistema económico ha sido el obstáculo primario para que se cumpla con ese deseo de miles de combatientes caídos por balas arteras de la dictadura porfirista. Es el sistema sostenido y sometido por gobiernos federales pasados los que han derruido el desarrollo económico mexicano.

Actualmente se observa cómo los niños y niñas desempeñan trabajos pesados en el campo en cosecha de tomates o chiles, cuya postura física es contra natura (agachados), además de obligados a recolectar abundante cosecha, ello durante más de ocho horas. Aunando a que la cosecha de frutos deben soportarla para su recolección y traslado.

Al respecto, no existe autoridad que haga respetar la Ley en favor del niño explotado en forma inhumana. ¿De qué sirve la ley si no es aplicada? En las ciudades se ven niños que cargan en el hombro botes llenos de arena o mezcla de concreto para colocar la carga en techos por “colar”.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha fortalecido el criterio con declaraciones respecto a los derechos humanos creando entre ellos el de los Niños, estableciendo diez principios protectores, y uno de ellos, el noveno, se refiere al buen trato: “El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral”.

En nuestro país lo expresado por la ONU y por nuestra “Ley de Leyes” no se ha podido cumplir, debido a factores ajenos a la voluntad de los padres, uno de ellos es la falta de fuentes de trabajo donde remuneren bien la fuerza a emplear. Por ello, padres ponen a trabajar en tierna edad a sus hijos. Si el padre de familia fuera bien remunerado en su empleo; podría evitar obligar a sus hijos a desempeñar trabajos rudos. La ausencia de economía familiar obliga la marginación de los infantes a recibir la educación obligatoria indicada constitucionalmente. La carencia económica familiar obliga a padres a violar los derechos infantiles.

Así, grandes cantidades de niños y niñas mexicanas están desprotegidos de las prácticas de discriminación. El niño esclavizado está marginado de la educación de la comprensión, tolerancia y amistad, necesaria cuando adulto para estrecharla entre los pueblos, aunando la paz y fraternidad mundial. El niño esclavo está creándose una cultura del trabajo rudo ajeno a la recreación a que tiene derecho como ser humano.

Se espera del gobierno federal entrante atienda a esta situación lacerante (esclavitud infantil), que no se ha erradicado, problema humano que por siglos se ha venido reciclando sin que a la fecha, gobiernos que han acatado órdenes del Banco Mundial de Desarrollo hayan puesto coto a urgente afectación a derechos humanos de la niñez.

“Primero es ser y después, la forma de ser”

Desde épocas ancestrales ha estado presente la injusticia ejercida contra la infancia, acá en nuestro país como en otros. Ningún otro ser nace desprotegido como lo es el humano. Apenas empieza a ser útil en algún quehacer doméstico, muchas familias los esclavizan en el duro trabajo físico, ya sea en el campo, la albañilería o el comercio. A esta esclavitud infantil en ciertos períodos en la vida de las naciones la conciencia revolucionaria ha tratado, mediante leyes, de proteger a la niñez otorgándoles el trato adecuado que debe recibir el ser humano en desarrollo.

En México, la Revolución de 1910 estableció en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos aprobada en 1917, en el Artículo 123, fracción III, que dice: “Queda prohibida la utilización del trabajo de los menores de catorce años”. Desgraciadamente, la citada Ley, a ciento siete años de promulgación, no se ha logrado cumplir en toda su cabalidad, el sistema económico ha sido el obstáculo primario para que se cumpla con ese deseo de miles de combatientes caídos por balas arteras de la dictadura porfirista. Es el sistema sostenido y sometido por gobiernos federales pasados los que han derruido el desarrollo económico mexicano.

Actualmente se observa cómo los niños y niñas desempeñan trabajos pesados en el campo en cosecha de tomates o chiles, cuya postura física es contra natura (agachados), además de obligados a recolectar abundante cosecha, ello durante más de ocho horas. Aunando a que la cosecha de frutos deben soportarla para su recolección y traslado.

Al respecto, no existe autoridad que haga respetar la Ley en favor del niño explotado en forma inhumana. ¿De qué sirve la ley si no es aplicada? En las ciudades se ven niños que cargan en el hombro botes llenos de arena o mezcla de concreto para colocar la carga en techos por “colar”.

La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha fortalecido el criterio con declaraciones respecto a los derechos humanos creando entre ellos el de los Niños, estableciendo diez principios protectores, y uno de ellos, el noveno, se refiere al buen trato: “El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación. No será objeto de ningún tipo de trata. No deberá permitirse al niño trabajar antes de una edad mínima adecuada; en ningún caso se le dedicará ni se le permitirá que se dedique a ocupación o empleo alguno que pueda perjudicar su salud o su educación o impedir su desarrollo físico, mental o moral”.

En nuestro país lo expresado por la ONU y por nuestra “Ley de Leyes” no se ha podido cumplir, debido a factores ajenos a la voluntad de los padres, uno de ellos es la falta de fuentes de trabajo donde remuneren bien la fuerza a emplear. Por ello, padres ponen a trabajar en tierna edad a sus hijos. Si el padre de familia fuera bien remunerado en su empleo; podría evitar obligar a sus hijos a desempeñar trabajos rudos. La ausencia de economía familiar obliga la marginación de los infantes a recibir la educación obligatoria indicada constitucionalmente. La carencia económica familiar obliga a padres a violar los derechos infantiles.

Así, grandes cantidades de niños y niñas mexicanas están desprotegidos de las prácticas de discriminación. El niño esclavizado está marginado de la educación de la comprensión, tolerancia y amistad, necesaria cuando adulto para estrecharla entre los pueblos, aunando la paz y fraternidad mundial. El niño esclavo está creándose una cultura del trabajo rudo ajeno a la recreación a que tiene derecho como ser humano.

Se espera del gobierno federal entrante atienda a esta situación lacerante (esclavitud infantil), que no se ha erradicado, problema humano que por siglos se ha venido reciclando sin que a la fecha, gobiernos que han acatado órdenes del Banco Mundial de Desarrollo hayan puesto coto a urgente afectación a derechos humanos de la niñez.