/ domingo 26 de febrero de 2023

[Video] Carpas en tamal, un éxito en Atoyatenco

En su mayoría mujeres de esa localidad contribuyen al sustento del hogar desde hace seis décadas

Desde hace 60 años, mujeres originarias de San José Atoyatenco, municipio de Nativitas, son el sostén de sus hogares pues preparan carpas barrigonas, espejo o Israel -recurso pesquero de agua dulce de la familia de los ciprínidos- en hojas de maíz, mixiote y empapeladas de hasta 10 kilogramos.

Epazote, sal y chile cuaresmeño son los ingredientes que utilizan para asar sobre una plancha de piedras del río Atoyac este platillo del arte culinario exclusivo de Tlaxcala. De esta actividad, las mujeres emprendedoras se han dado a conocer a nivel local, nacional e internacional; en Atoyatenco los visitantes degustan este pescado plateado, charal, acocil y huevera durante la época de reproducción.

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Y no solo eso, ahora trabajan en nuevos proyectos al ampliar sus negocios y generar empleos indirectos en la localidad de unos dos mil 500 habitantes. De hecho, hay nuevos profesionistas resultado de la venta de este recurso pesquero.

Alicia Corona Torres es precursora de este proyecto, por lo que rememoró que hace seis décadas su esposo, Diego Quiroz Vázquez (+), extraía las carpas de diferentes lagunas de la región de Tlaxcala y Puebla. En entrevista, afirmó que cuando se casó, su esposo se dedicaba a actividades agrícolas, en la siembra de maíz, hortalizas y forraje, solo que con el paso de los años no le alcanzaba para mantener a sus hijos.

Comentó que, sin embargo, con el tiempo el embalse se secó, y como ya preparaba los pescados y los vendía en los tianguis y mercados, tuvo que buscarlos en otras entidades. “Se iba en el autobús hasta el mercado La Nueva Viga, en Iztapalapa, en la Ciudad de México, regresaba con el pescado fresco, cada ocho días los embarcaba hasta San José Atoyatenco, así fue durante muchos años”.

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No obstante, expuso que como las ventas han aumentado en la comunidad gracias al respaldo de los medios de comunicación, ahora hay intermediarios que, cada tercer día, abastecen del producto a las cocineras, aunque también hay estanques locales en Tlaxcala, donde practican la ciprinicultura, pero los ejemplares son de dos kilogramos de peso.

Cuando tenía 20 años, las pescábamos de las lagunas con anzuelos, sacaba como 30 en unas cuatro horas y las vendía para subsistir, pero como eran chicas, eran dos por tamal, ahora nos las traen desde Michoacán, Coahuila o Tabasco, todo ha cambiado, aquí ya se secaron varias lagunas, expresó la mujer que el pasado 21 de diciembre cumplió 90 años.

LLUVIA FLORES GUIÓ SU NEGOCIO HASTA EL CERRO

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La cocinera Lluvia Flores Quiroz ha dedicado 10 años a la preparación de carpas a base de hoja de maíz. No obstante, construir su negocio y llevar a los clientes hasta su domicilio, ubicado en el cerro de la comunidad, le resultó una tarea difícil. “Coloqué letreros de mi restaurante en cada poste de las calles, desde la entrada del pueblo hasta mi casa”, explicó a este Diario.

Ella se las ingenió para poder competir con otras mujeres emprendedoras en el giro de la venta de carpas. La madre de tres hijos, que es el sostén de la casa, comentó que primero se capacitó en la gastronomía, luego, adecuó su casa y adquirió mesas y sillas para recibir a los comensales, en un ambiente decorado con plantas y flores naturales.

Relató que el año pasado, previo al inicio de la Feria de Tlaxcala, se inscribió en un concurso de gastronomía en el que participaron especialistas de los 60 municipios. “Decepcionada, empecé a levantar mis carpitas, pues creí que no tenía premio, pero de pronto anunciaron mi nombre, me había ganado el segundo lugar, fue muy emocionante”, expresó.

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Destacó que ahí conoció a la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, quien antes de entregarle una estufa como reconocimiento a su sazón, degustó su platillo: una carpa con chiles y epazote, ensalada de nopales y chiles de cera con cebolla.

Ahora, después de diez años de trabajo, Lluvia ha logrado que Esmeralda, su hija, concluya sus estudios profesionales, pero aún faltan dos de sus hijos.

Por eso, solicitó el apoyo para que sea integrada por los gobiernos estatal y federal a algún programa de mujeres emprendedoras, que le permita salir adelante, pues “las carpas no se venden todos los días, solo los domingos y en Semana Santa”.

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RUTA DE LAS CARPAS

A solo cinco minutos de la zona arqueológica de Cacaxtla se encuentra San José Atoyatenco, sede del arte culinario de las carpas. Enclavado en las faldas de las pirámides de Xochitécatl está situada la población.

Justo en la curva, antes de ingresar al municipio de Tepetitla de Lardizábal, dice “Bienvenidos a Atoyatenco”. Los paraderos están señalados con monumentales carpas de metal, esta es la señal de ingreso a la comunidad donde cada 19 de marzo veneran a San José, el carpintero.

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En la ruta de las carpas se puede llegar por los municipios de Nativitas, Nopalucan o Lardizábal; está a 25 minutos de la ciudad capital. Todos los días, las mujeres ofrecen esta gastronomía, los fines de semana hay más visitantes.

Cuando acuden a la zona, las familias planean su viaje: al mediodía visitan al afamado Niño del Cerrito en su templo en Nopalucan, o ascienden al Santuario de San Miguel del Milagro en Nativitas, por la tarde se dirigen a degustar el suculento platillo a base de pescado.

La calle principal de la comunidad es la más concurrida, los domicilios han sido habilitados como comedores. En un rincón, adecuaron las planchas para asar las carpas con leña o gas LP, y los congeladores para mantener fresca la carne. Otros lugares son más amplios, cuentan con estacionamiento, áreas de juegos infantiles, espacios verdes e impecables sanitarios, como el restaurante La Lluvia.

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PRECIOS

  • Para dos personas, 200 pesos; para cuatro, 400 pesos; y para 10 personas, mil pesos.
  • En la ruta de las carpas se puede llegar por los municipios de Nativitas, Nopalucan o Lardizábal; está a 25 minutos de la ciudad capital. Todos los días, las mujeres ofrecen esta gastronomía, los fines de semana hay más visitantes.


Desde hace 60 años, mujeres originarias de San José Atoyatenco, municipio de Nativitas, son el sostén de sus hogares pues preparan carpas barrigonas, espejo o Israel -recurso pesquero de agua dulce de la familia de los ciprínidos- en hojas de maíz, mixiote y empapeladas de hasta 10 kilogramos.

Epazote, sal y chile cuaresmeño son los ingredientes que utilizan para asar sobre una plancha de piedras del río Atoyac este platillo del arte culinario exclusivo de Tlaxcala. De esta actividad, las mujeres emprendedoras se han dado a conocer a nivel local, nacional e internacional; en Atoyatenco los visitantes degustan este pescado plateado, charal, acocil y huevera durante la época de reproducción.

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Y no solo eso, ahora trabajan en nuevos proyectos al ampliar sus negocios y generar empleos indirectos en la localidad de unos dos mil 500 habitantes. De hecho, hay nuevos profesionistas resultado de la venta de este recurso pesquero.

Alicia Corona Torres es precursora de este proyecto, por lo que rememoró que hace seis décadas su esposo, Diego Quiroz Vázquez (+), extraía las carpas de diferentes lagunas de la región de Tlaxcala y Puebla. En entrevista, afirmó que cuando se casó, su esposo se dedicaba a actividades agrícolas, en la siembra de maíz, hortalizas y forraje, solo que con el paso de los años no le alcanzaba para mantener a sus hijos.

Comentó que, sin embargo, con el tiempo el embalse se secó, y como ya preparaba los pescados y los vendía en los tianguis y mercados, tuvo que buscarlos en otras entidades. “Se iba en el autobús hasta el mercado La Nueva Viga, en Iztapalapa, en la Ciudad de México, regresaba con el pescado fresco, cada ocho días los embarcaba hasta San José Atoyatenco, así fue durante muchos años”.

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No obstante, expuso que como las ventas han aumentado en la comunidad gracias al respaldo de los medios de comunicación, ahora hay intermediarios que, cada tercer día, abastecen del producto a las cocineras, aunque también hay estanques locales en Tlaxcala, donde practican la ciprinicultura, pero los ejemplares son de dos kilogramos de peso.

Cuando tenía 20 años, las pescábamos de las lagunas con anzuelos, sacaba como 30 en unas cuatro horas y las vendía para subsistir, pero como eran chicas, eran dos por tamal, ahora nos las traen desde Michoacán, Coahuila o Tabasco, todo ha cambiado, aquí ya se secaron varias lagunas, expresó la mujer que el pasado 21 de diciembre cumplió 90 años.

LLUVIA FLORES GUIÓ SU NEGOCIO HASTA EL CERRO

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La cocinera Lluvia Flores Quiroz ha dedicado 10 años a la preparación de carpas a base de hoja de maíz. No obstante, construir su negocio y llevar a los clientes hasta su domicilio, ubicado en el cerro de la comunidad, le resultó una tarea difícil. “Coloqué letreros de mi restaurante en cada poste de las calles, desde la entrada del pueblo hasta mi casa”, explicó a este Diario.

Ella se las ingenió para poder competir con otras mujeres emprendedoras en el giro de la venta de carpas. La madre de tres hijos, que es el sostén de la casa, comentó que primero se capacitó en la gastronomía, luego, adecuó su casa y adquirió mesas y sillas para recibir a los comensales, en un ambiente decorado con plantas y flores naturales.

Relató que el año pasado, previo al inicio de la Feria de Tlaxcala, se inscribió en un concurso de gastronomía en el que participaron especialistas de los 60 municipios. “Decepcionada, empecé a levantar mis carpitas, pues creí que no tenía premio, pero de pronto anunciaron mi nombre, me había ganado el segundo lugar, fue muy emocionante”, expresó.

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Destacó que ahí conoció a la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, quien antes de entregarle una estufa como reconocimiento a su sazón, degustó su platillo: una carpa con chiles y epazote, ensalada de nopales y chiles de cera con cebolla.

Ahora, después de diez años de trabajo, Lluvia ha logrado que Esmeralda, su hija, concluya sus estudios profesionales, pero aún faltan dos de sus hijos.

Por eso, solicitó el apoyo para que sea integrada por los gobiernos estatal y federal a algún programa de mujeres emprendedoras, que le permita salir adelante, pues “las carpas no se venden todos los días, solo los domingos y en Semana Santa”.

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RUTA DE LAS CARPAS

A solo cinco minutos de la zona arqueológica de Cacaxtla se encuentra San José Atoyatenco, sede del arte culinario de las carpas. Enclavado en las faldas de las pirámides de Xochitécatl está situada la población.

Justo en la curva, antes de ingresar al municipio de Tepetitla de Lardizábal, dice “Bienvenidos a Atoyatenco”. Los paraderos están señalados con monumentales carpas de metal, esta es la señal de ingreso a la comunidad donde cada 19 de marzo veneran a San José, el carpintero.

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En la ruta de las carpas se puede llegar por los municipios de Nativitas, Nopalucan o Lardizábal; está a 25 minutos de la ciudad capital. Todos los días, las mujeres ofrecen esta gastronomía, los fines de semana hay más visitantes.

Cuando acuden a la zona, las familias planean su viaje: al mediodía visitan al afamado Niño del Cerrito en su templo en Nopalucan, o ascienden al Santuario de San Miguel del Milagro en Nativitas, por la tarde se dirigen a degustar el suculento platillo a base de pescado.

La calle principal de la comunidad es la más concurrida, los domicilios han sido habilitados como comedores. En un rincón, adecuaron las planchas para asar las carpas con leña o gas LP, y los congeladores para mantener fresca la carne. Otros lugares son más amplios, cuentan con estacionamiento, áreas de juegos infantiles, espacios verdes e impecables sanitarios, como el restaurante La Lluvia.

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PRECIOS

  • Para dos personas, 200 pesos; para cuatro, 400 pesos; y para 10 personas, mil pesos.
  • En la ruta de las carpas se puede llegar por los municipios de Nativitas, Nopalucan o Lardizábal; está a 25 minutos de la ciudad capital. Todos los días, las mujeres ofrecen esta gastronomía, los fines de semana hay más visitantes.


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